■ Abrieron el cauce importante de las libertades de las que hoy gozamos, dijo el dirigente
Debemos rendir homenaje a los que tomaron la calle en el 68: Tibio
■ Las glorias que cosecharon nueve medallas hace 40 años lo hicieron con el dolor a flor de piel, expuso Niño de Rivera
■ En dos ciclos olímpicos nos desplomamos, afirmó el ex clavadista
Ampliar la imagen En la Plaza Olímpica se rencontraron exponentes nacionales y extranjeros de aquel México 68 Foto: Notimex
Medallistas e integrantes de la delegación olímpica de México 68, muchos de ellos dirigentes en la actualidad, festejaron con deportistas en activo, legisladores y empresarios el aniversario 40 de los Juegos Olímpicos en nuestro país.
“En el 68 el mundo era otro y México no fue la excepción. Los muchachos universitarios salieron y tomaron las calles para fundar una corriente de expresión y a quienes hoy, 40 años después, debemos rendirles homenaje y reconocer que abrieron el cauce importante de las libertades de las que hoy gozamos nosotros”, asentó en su discurso Felipe Muñoz, titular del Comité Olímpico Mexicano (COM).
“No fue una casualidad que en ese mismo año México presentara al mundo su capacidad para organizar y llevar a cabo unos maravillosos Juegos Olímpicos”, celebró Muñoz, poseedor de la única medalla de natación para México en la historia de la justa veraniega.
Dos columnas estilo griego, coronadas por unos aros olímpicos de metal, integran un arco que termina por unirse en sus costados con muros, en los cuales se inscribieron los nombres de los medallistas mexicanos en todas las citas de los ciclos olímpicos.
Las estatuas del general Clark Flores y Rafael Pelón Osuna pasaron a segundo plano en la ahora llamada Plaza Olímpica, donde se rencontraron los exponentes de aquel México 68, del que el Tibio Muñoz destacó mitos que se rompieron.
Los retos que se enfrentaron
Alguno extranjeros llegaron con la idea de que nuestro país, por su condición tercermundista, no sería capaz de responder a la exigencia de una justa veraniega; que resultaría fatídico para los atletas competir en la altitud de esta ciudad; que problemas de racismo, como el de Sudáfrica, impedirían la participación de atletas negros.
Inclusive, la amenaza de algunas naciones de no asistir por causas políticas a consecuencia de la intervención de la Unión Soviética en Checoslovaquia.
Enriqueta Basilio, la primera mujer que encendió un pebetero olímpico, anunciada en el acto, disculpó su ausencia por razones de salud y fue la gran ausente en la ceremonia que envolvió de nostalgia a los participantes de los juegos de hace cuatro décadas, quienes izaron las banderas mexicana y olímpica y entonaron el Himno Nacional con el coro del IPN, mientras volaban palomas como el gran símbolo de paz.
Una soprano y un tenor entreveraron las notas sutiles a los discursos, pues al del Tibio Muñoz se sumó el de Luis Niño de Rivera, clavadista que se dirigió a sus compañeros como “la sangre vertida por un incontable número de jóvenes que perdió la vida en la Plaza de las Tres Culturas, 10 días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos.
“México estaba profundamente convulsionado social y políticamente, agotado por el control férreo de un sistema de gobierno cerrado y represor, ansioso por expresar su multiplicidad ideológica y por abrir espacios para que todos los mexicanos podamos ser arquitectos de nuestro propio destino.”
Y tras recordar esa “olla nacional que hervía con marchas, manifestaciones, discusiones, pesquisas y detenciones al lado de los preparativos olímpicos”, reconoció a las glorias que cosecharon nueve medallas y ocuparon sitios relevantes en la cita olímpica, la cual salió avante “con el dolor a flor de piel”.
Niño de Rivera reflexionó entonces sobre la realidad actual al consignar que “en dos ciclos olímpicos nos desplomamos y regresamos al nivel anterior a 1968.
“Penosamente dejamos pasar la inercia y la técnica alcanzadas y fijamos un camino de logros buenos en Los Ángeles y en Sydney, y escasos o pobres en los ocho juegos restantes.
“Invertimos la pirámide estructural del deporte de alto rendimiento. Para México, los dirigentes del deporte ocupaban la base de la pirámide para soportar la organización con recursos económicos, materiales y humanos.
“El siguiente escaño se llenó en todos los deportes con entrenadores de primer nivel mundial y en la cúspide colocaron a los atletas como el factor más importante, como es en todos los países de primer orden mundial.”
Y ante las miradas resignadas, definió: “De 1969 en adelante comenzó un proceso de inversión de la pirámide, en la que para 1972 ya ocupaban los atletas el fondo y los dirigentes el vértice superior, con un escaso grupo de entrenadores en la parte central.
“Esta estructura es la que no nos ha permitido regresar a los niveles de excelencia alcanzados en 1968.”
A la hora de los saludos informales, ya aterrizados en la realidad, la diputada Elizabeth Morales, titular de la Comisión de Juventud y Deporte de la Cámara de Senadores, reiteró que todavía continúa la pugna por alcanzar un aumento en el presupuesto para el deporte en la partida de 2009.
De esta forma confirmó lo dicho momentos antes por Carlos Hermosillo, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), quien expuso que la aspiración es de 2 mil millones de pesos.