Usted está aquí: jueves 16 de octubre de 2008 Cultura Antorchas y policías enmarcaron el desarrollo de Danza de la Muerte de Verges

Cultura y arte a raudales

■ Anoche se realizó la segunda función de ese ritual en el Festival Internacional Cervantino

Antorchas y policías enmarcaron el desarrollo de Danza de la Muerte de Verges

■ “Está mejor nuestro Día de Muertos”, comentaban algunos espectadores en la Plaza San Roque

Fabiola Palapa Quijas (Enviada)

Ampliar la imagen La Plaza San Roque, en Guanajuato, sirvió de escenario para la representación de la danza ritual de la comunidad de Verges, Cataluña, que la Associació La processó de esa comunidad presentó el martes y el miércoles, como parte de los espectáculos de la calle en el FIC La Plaza San Roque, en Guanajuato, sirvió de escenario para la representación de la danza ritual de la comunidad de Verges, Cataluña, que la Associació La processó de esa comunidad presentó el martes y el miércoles, como parte de los espectáculos de la calle en el FIC Foto: José Antonio López

Guanajuato, Gto., 15 de octubre. La representación solemne de la Danza de la Muerte de Verges, que desde la Edad Media se ha realizado en la procesión del Jueves Santo, causó desconcierto en su primera escenificación en el Festival Internacional Cervantino (FIC).

Alrededor de las 20 horas del martes, el público arribó a la Plaza San Roque para presenciar el espectáculo popular de esa comunidad catalana. Las gradas ubicadas frente a la iglesia de San Roque se ocuparon de inmediato; las personas comenzaron a preguntar y cuando se les explicó que se trataba de una danza en procesión, se instalaron en las calles que rodean el templo.

El tiempo transcurría mientras el público esperaba impaciente la danza de la Associació La Processó de Verges.

Las antorchas que iluminaban las calles aledañas a la iglesia, la presencia de varios policías y las excesivas recomendaciones de los organizadores de permanecer en su lugar y no obstaculizar el paso de los danzantes generó mayor interés entre el público. Sin embargo, sólo algunos tuvieron la oportunidad de leer el programa de mano del espectáculo para tener una idea de lo que se iba a representar.

El público comienza a silbar a las 21 horas, pero faltan algunas antorchas de encender, al igual que los caracoles colocados en el callejón que se encuentra atrás de la iglesia, ya que en la población de Verges existe la calle de los caracoles.

Después de unos minutos, descienden de las escaleras del templo cinco esqueletos humanos acompañados de cinco personas vestidas de negro con máscara de calavera y unas velas para dar mayor dramatismo a la danza, que combina creencias y leyendas populares sobre la peste sufrida por la población catalana en el siglo XIV.

Guadaña y ceniza

Los esqueletos danzadores forman una cruz: al frente va un adulto que es el maestro de baile y lleva la guadaña; al centro va el que porta la bandera con las inscripciones Nemini parco (No perdono a nadie) y Lo temps és breu (El tiempo es breve); a los laterales de la cruz están dos niños que cargan un plato con ceniza. Atrás, y de manera paralela a la bandera, se coloca el niño del reloj.

Las personas permanecen en silencio y observan cómo los cinco esqueletos saltan y giran al ritmo del tambor, mientras los cinco personajes vestidos de negro iluminan su danza macabra.

Al llegar a la Plaza San Roque interrumpen su baile unos segundos y en cuanto se escucha el sonido del tambor realizan un movimiento rotatorio y brincan; de esta manera continúan la procesion, que consiste en dar dos vueltas a la iglesia.

Al ver que se trataba del mismo movimiento, los espectadores comenzaron a murmurar: “¿eso es todo?”, “¿esperé tanto para esto?”, “está mejor nuestro Día de Muertos”.

Las personas decepcionadas por lo que habían visto decidieron retirarse antes de la segunda vuelta.

Pero el público que tuvo presente que se trataba de una danza de Semana Santa, menos festiva que la forma de ver a la muerte en México y diferente de lo que usualmente se presenta en el FIC, esperó el final, que se desarrolló dentro de la iglesia de San Roque, con la adoración al Santísimo y la imagen del Cristo crucificado.

A las 21:35, los esqueletos humanos se retiraron, llovieron aplusos, el clic de los fotógrafos desapareció y la algarabía del público regresó a la versión 36 del Cervantino.

 
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