Obesidad, problema de países ricos y pobres
Conozco a Miguel Ángel Granados Chapa desde que él era parte del equipo que hizo del diario Excélsior uno de los más importantes del mundo. Luego nuestra amistad se cimentó con la fundación de Proceso, Unomásuno y La Jornada, y por las comidas del Ateneo de Angangueo, a las que asistía junto con Elenita Poniatowska, Manuel Buendía, Francisco Martínez de la Vega, Carlos Monsiváis, Benjamín Wong, Fernando Benítez, Héctor Aguilar Camín y Margo Su, entre otros. Soy su adicto lector en la revista Proceso y el diario Reforma y lo escucho en Radio Universidad. Concederle la presea Belisario Domínguez revalúa esa distinción, entregada más de una vez por consideraciones políticas, no por méritos ciudadanos. Aunque se agradece, no le hacía falta, pues Miguel Ángel tiene el reconocimiento diario de sus miles de lectores. Felicidades, y al tema de hoy.
Francia posee una de las grandes cocinas del mundo. Su población tiene fama de comer bien, pero hay datos que inquietan desde hace algunos años a nutriólogos y autoridades: la obesidad va en aumento y crea problemas de salud.
Un reporte presentado a la Asamblea Nacional por la legisladora Valérie Boyer demuestra que uno de cada dos adultos sufre obesidad; también uno de cada cinco niños. Donde más obesos existen es entre las familias pobres. El problema se origina en la mala calidad de los alimentos, en la comida “chatarra”, que gana espacio en la dieta diaria por la publicidad y el ritmo de vida imperante.
La obesidad es ya un asunto que debe atender el gobierno y por eso la diputada propone, entre otras medidas, elevar cuatro veces el impuesto que hoy se paga por la comida que hace daño, mientras se reduce a menos de la mitad el de las frutas y las verduras, que es de 5.5 por ciento. Su propuesta puede terminar archivada, a pesar del apoyo que tiene del Ministerio de la Salud, el cual dedica cada vez más recursos a combatir las enfermedades derivadas de la obesidad. Y es que a ésa y a otras medidas reguladoras se oponen los poderosos fabricantes de productos chatarra y de dulces con alto contenido de azúcar, cuyo mercado crece año con año. Se niegan a dialogar con las autoridades que buscan, entre otras cosas, regular el mensaje de los anuncios de televisión en los que se alienta a consumir la mala comida, especialmente entre niños y jóvenes.
Muy distinto es lo que sucede en el estado de California, donde desde este mes aumentaron las medidas para combatir el hábito de consumir productos que afectan la salud.
California es el primer estado del vecino país que obliga a los restaurantes y expendios de comida rápida a incluir en sus menús el número de calorías que contiene cada producto. Antes había prohibido la venta en las escuelas de refrescos de cola y otros productos de alto contenido calórico y compuestos que llevan a la obesidad.
El gobernador Arnold Schwarzenegger ha dicho que el gobierno no puede desatenderse de un problema que afecta a millones de personas y, además, cuesta dinero público que debe emplearse en otros programas de atención urgente. Agregó que es deber de las autoridades orientar a la ciudadanía a fin de que sepa más sobre la calidad de los alimentos que consume y el efecto que ocasiona en la salud no llevar una dieta balanceada, comer mal. Y, además, que debe impedirse que los fabricantes de comida rápida y productos chatarra impongan su ley.
En otro país, Argentina, el sobrepeso y los trastornos alimenticios afectan a dos de cada cinco habitantes. El Congreso aprobó hace dos meses una ley en la que se reconocen esos males como enfermedad y se establece que los centros y hospitales de salud públicos, así como los privados tienen la obligación de incluir en sus programas de atención médica la obesidad y absorber el costo que ocasione su tratamiento. Los especialistas en nutrición estiman imposible hacer cumplir la ley, pues ni el sector público ni el privado vinculado con la salud tienen los recursos para atender a los millones de enfermos por esos males.
La mala alimentación, la obesidad, preocupan a países pobres y a industrializados. En muchos se toman ya medidas para combatir esos problemas. Hay una excepción: México, reino de la comida chatarra, como veremos el lunes próximo.