■ El disco es un homenaje al Centro Histórico, que me permite alucinar: Héctor Infanzón
“Mito, que el jazz sea elitista; con Citadino pretendo llevarlo a la calle”
■ Acompañado de Aarón Cruz, Giovanni Figueroa y Armando Montiel, lo presentó en el Salón Corona
■ Es un medio sonoro con el que trasladamos al público a los diferentes sitios de la ciudad, explica
Ampliar la imagen El sinfín de melodías que interpretan los vendedores ambulantes, parte del cedé, expresa. En la imagen, durante la tocada en la que dio a conocer el álbum, en la cantina del Zócalo Foto: Yazmín Ortega
En la presentación de su cuarto disco original, Citadino, Héctor Infanzón aseguró, en entrevista con La Jornada, que en México el jazz goza de buena salud y que es necesario terminar con la creencia de que es un género musical para una elite: “Hay que romper ese mito: los músicos de ahora están abriendo nuevos espacios y lugares; el Salón Corona es una prueba de ello. Lo que pretendo con este material es sacar el jazz a la calle, pues es ésta la que nos nutre”.
Acompañado en el contrabajo por Aarón Cruz, la contundencia de Giovanni Figueroa en la batería y la precisión de Armando Montiel en el cajón peruano, tubas y bongos, se trata del único trío de jazz integrado por cuatro miembros, que a su vez interactúan entre lo eléctrico y lo acústico.
Nacido en Regina, en pleno corazón del Distrito Federal, en el edificio del Súper Leche, que se vino abajo durante el temblor de 1985, Infanzón ha permanecido toda su vida por los vertiginosos rumbos del Centro Histórico; de ahí su interés por redefinir la identidad defeña. Dice: “Es un lugar que siempre me invitó a alucinar y a imaginarme cosas, porque el centro ofrece una gama de escenas –valga la expresión– que permiten alucinar un poquitito; es un homenaje a muchos lugares viejos de la ciudad: los que se fueron, los que han hecho tradición, como salones de baile, bares, tiendas, restaurantes; muchas personas que permanecen y otras que se fueron; es un homenaje a la ciudad de México”.
Gira por el país
Con la presentación de Citadino, Héctor Infanzón comenzará una gira por la provincia mexicana, que incluye ciudades como Querétaro, Irapuato, Culiacán, Puebla, Mérida y Aguascalientes, así como festivales como el Internacional Cervantino y el de la Riviera Maya durante este 2008.
Infanzón cree fielmente que el jazz es el medio idóneo para desentrañar los sonidos de la ciudad y está convencido de que eso de que el jazz es para músicos “en efecto es un mito. He tenido la oportunidad de corroborar que no es así. Hace un par de años me di precisamente a una aventura para romper ese mito. Salí a la calle e hice una gira por el Metro. Entonces tocamos ahí, en los andenes, para la preparación de un disco que próximamente saldrá en dualdisc, el cual se llamará Sombrereando, pero tiene que ver con el disco, porque justamente fui a corroborar que la gente esta ávida de escuchar cosas diferentes, siempre y cuando las expongas con sinceridad. Cuando tocamos en la calle y en el Metro, la gente tuvo enorme respuesta, aunque no supiera de jazz ni de música; la gente percibía cosas diferentes, lo cual me llevó a esa magnífica experiencia de corroborar que es un mito eso de que el jazz es sólo para músicos o conocedores y de que debe estar en salas de conciertos. Es de las mentiras más grandes que se han dicho”.
Agrega: “Realmente creo que el jazz está abierto a todo el público y que este género puede exponerse en todos los lugares, y es justamente lo que estamos haciendo con Citadino: llevamos nuestro trabajo a diferentes lugares; tal es el caso del martes, cuando estuvimos en el Salón Corona y decidimos presentarlo ahí como un lugar representativo del Centro. Entonces este recorrido por la ciudad, a través de este disco, fue una experiencia maravillosa, porque inclusive grabamos sonidos de la urbe; agarré mi grabadorcita y me la llevé a la calle, grabé vendedores ambulantes, al camotero, al de los merengues... y bueno, todos los sonidos los mezclamos aquí en el estudio; hicimos un collage para que el trío interactuara con esos sonidos; el disco esta dividido en escenas que anteceden a los temas principales, como un recorrido sonoro con el cual llevamos al público a diferentes lugares que nos remiten al centro”.
–¿Y este trabajo de grabar los sonidos, también lo hizo en la noche?
–De hecho la vida nocturna del centro que conocemos ahora es nueva. Eso lo grabé en la mañana, inclusive antes de que levantaran a los vendedores, porque ahora ya no están, tuve la fortuna de captarlos en la calle de Moneda; aquello era un concierto de pregones. Llevé mi grabadorcita y capté todo aquello. Fue interesante oír la cantidad de melodías que cantan todos los vendedores. Eso fue interesante porque de allí hicimos un huapanguito, que está en el disco y al cual titulamos De a 10 varos; agarré a una señora que vendía pantaletas, a un señor que vendía lentes y su canto era todo un huapango... efectivamente la vida nocturna actual es diferente a la que me tocó vivir, en la que estuve trabajando durante muchos años y que era prácticamente de cabarets y cantinas, que cerraban a las 11 de la noche. La vida nocturna en el centro era la de los cabarets propiamente, no había restaurantes abiertos; por ahí había una que otra taquería, aislada. El Centro se moría a partir de las 8 o 9 de la noche, a esas horas ya era sórdido”.