■ La ubicación del encuentro propicia que visitantes accidentales se queden y adquieran libros
Cautiva la Feria del Libro en el Zócalo a transeúntes usuales del Centro Histórico
■ Los escritores Carlos Monsiváis y Juan Gelman charlaron con el público que asistió ayer
Ampliar la imagen Carlos Monsiváis (en la imagen) habló de sus libros más recientes, El Estado laico y 68: la tradición de la resistencia. Juan Gelman leyó una selección de sus poemas Foto: María Luisa Severiano
Al pasar por el Zócalo de la ciudad de México en estos días, ¿quién no sucumbe a la tentación de asomarse a la octava edición de la feria del libro?
Ese visitante “accidental” muchas veces se retira con uno que otro libro.
En 2007 “recibimos alrededor de un millón de personas; ahora esperamos que haya más”, expresa Graciela Muñoz, coordinadora de comunicación de la Cámara de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).
La céntrica ubicación de la feria propicia que el público no habitual pase y se quede, entonces algunos compran, apunta Muñoz.
En la medida que la entrada a la feria no se controla, es imposible realizar un conteo de la afluencia; sin embargo, la Secretaría de Protección Civil manda al final del encuentro una cifra aproximada.
La Caniem hace una encuesta a los visitantes/compradores, que equivale a una muestra de 5 mil personas que compraron uno o más libros. Se les pregunta si es la primera vez que acuden, y el motivo de su visita, dice la entrevistada.
Todos los días se hace una encuesta a las editoriales afiliadas a la Caniem –“sin pedir nombres”– donde se les solicita datos sobre “más o menos cuántos libros vendieron, así como un aproximado de ventas. Al final de la feria se hace un conteo, y después de un mes se dan a conocer los resultados”, señala Muñoz.
El año pasado se vendieron alrededor de 200 mil ejemplares, pero ayer, domingo, fue apenas el tercer día de la feria y las editoriales aún “no pueden decir cómo van”. Aunque en la mencionada encuesta “los editores reportaron que sábados y domingos son los días en que más se vende. El lunes baja un poco, pero se va recuperando más o menos por el miércoles, hasta el otro fin de semana que cierra igual, con muchísima gente”.
El día soleado ayudó a calentar los ánimos de los visitantes. En el local de la Editorial Porrúa, Eduardo Morales Pérez, coordinador de ferias, indicó que las ventas estaban arriba por un 20 por ciento.
La mayoría de las personas acude en busca de una novela, además de los libros que piden en la escuela. Apuntó como “muy solicitados”, la colección de derecho, “la más relevante en América Latina”, y, desde luego, la colección Sepan cuántos.
El Grupo Editorial Patria todos los años ha tenido presencia en la feria.
Para Miguel Taylor, encargado del local, además de las presentaciones de libros y talleres que se imparten, la Feria del Libro en el Zócalo se caracteriza por la participación del público, ya que al ser un lugar abierto “no es tan prohibitivo como otras ferias”.
Alianza de Editores Mexicanos Independientes, Laberinto Ediciones, de la delegación Iztapalapa, se presenta por vez primera: “Tenía tentación de venir a la feria y está muy bien”, externó Mario Guadarrama, responsable del local.
Laberinto se especializa en libros de poesía, cuento y novela. En estos días los más vendidos han sido los de Charles Bukowski y Jim Morrison.
Ahí también se encuentra Cofradía de Coyotes, editorial conformada por escritores de Ciudad Nezahualcóyotl, la cual acude por segunda ocasión al encuentro librero.
De acuerdo con la profesora Nereida Villegas, los libros se venden porque resultan amenos para los jóvenes; además son un medio para conocer cómo surge la entidad. Su libro más vendido es Acetato, que habla del “blues del chavo banda”, de Eduardo Villegas Guevara, su hermano y fundador –junto con otros conocidos– de la editorial.
Visitantes de gala
Ayer, la Feria del Libro en el Zocalo se vistió de gala con la presencia de dos grandes: Carlos Monsiváis, quien habló de sus libros más recientes, El Estado laico (Random House) y 68: la tradición de la resistencia (Era), y Juan Gelman, quien leyó una selección de sus poemas.
Cuando llega el 68, dijo Monsiváis, lo que hay allí es la idea de la nulidad del Estado laico y la omnipotencia del presidente de la República. Pero, ese mismo año se inicia “esa decisión de ya no admitir dioses en el poder público”.
Aseguró que “en lo básico, el presidencialismo ha muerto. Lo que persiste ya no es una ideología de la infalibilidad del presidente, sino la cantidad de recursos, de poderes a su cargo y de sus equipos, que impide que la respuesta crítica sea atendida. Del presidencialismo quedan la sordera y la impunidad.
“Todo lo demás eran las míticas atribuciones que se tenía de esta idea de que el presidente es el mexicano que más sabe; todo eso desapareció.”