■ En pocos días, bolsas y monedas de la región se han desplomado y caído precio del crudo
Dura realidad en países de AL derriba discursos sobre blindajes económicos
Santiago, 10 de octubre. “El ensayo sobre la ceguera” es quizás una de las novelas más notable del premio Nobel de Literatura José Saramago. El libro narra la historia de un país cuyos habitantes inesperadamente comienzan a perder la visión, salvo una persona, que se convierte en el único testigo del horror y la miseria humana en que caen los ciegos en su intento por subsistir.
Algo parecido parece haber estado ocurriendo en América Latina frente a la crisis financiera que azota al mundo.
Porque en pocos días, los discursos que aseguraban que la región estaba “blindada” y que casi no sentiría la debacle mundial, han dado paso a un creciente nerviosismo, fruto del reconocimiento de que no somos inmunes ni muchos menos.
Las bolsas latinoamericanas, con poco peso a nivel internacional salvo la de Brasil, se han derrumbado al igual que Wall Street y los mercados europeos.
Las monedas se han depreciado en mayor o menor grado, por el refugio de los inversionistas en los bonos del Tesoro estadunidenses, mientras que las perspectivas de crecimiento, tanto para el 2008 como el 2009, se han ajustado a la baja, con los consiguientes temores de aumento en el desempleo y la pobreza.
¿Dónde quedó el blindaje? Simplemente en la confianza de que las reservas que algunos países acumularon, gracias al reciente boom en el precio de las materias primas que exportan y que algunos optimistas, a estas alturas más bien ilusos, pensaron que duraría para siempre. También contribuye el menor endeudamiento externo que han asumido algunos países, lección aprendida a golpes de la recurrentes crisis que han azotado a la región.
Pero, la realidad, asumida por los organismos económicos internacionales, está mostrando que la crisis es más profunda y extendida que lo que se pensó inicialmente y que América Latina sufrirá, sí o sí, sus consecuencias, aunque con distintos grados de intensidad, dependiendo de la posición en que se encuentren los distintos países.
El flanco más débil de América Latina, mencionado por muchos economistas, es su gran dependencia de las exportaciones de materias primas, que sustentan buena parte de su producto. Los precios de esos bienes, como la soya, el cobre y el petróleo, se han derrumbado a medida que la crisis se ha ido desatando, lo que ha hecho que las proyecciones de crecimiento se hayan contraído.
A modo de ejemplo, la soya que en julio rondó los 600 dólares por tonelada, ahora está a cerca de 350 dólares, lo que impacta directamente a Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y una parte de Bolivia.
El petróleo, del cual dependen Venezuela, México y Ecuador, ha descendido bajo los 90 dólares por barril, desde un tope de más de 147 dólares a mediados de año. El cobre, mayor exportación de Chile, está a poco más de 2.5 dólares la libra, después de haber promediado 3,68 dólares en el primer semestre.
Todo ello, se traduce en menos ingresos para esos países, a lo que se sumaría la dificultad adicional de conseguir líneas de crédito para las exportaciones, debido a la escasez de liquidez mundial por la caída de grandes instituciones financieras y la desconfianza generalizada, que casi ha paralizado el intercambio financiero entre bancos.