■ La actriz encarna a la monja mediante un montaje inspirado en Primero sueño
Jesusa comparte en escena “la belleza del poema cumbre de Sor Juana”
■ La música preludia los versos que como manantial emergen en la voz de la actriz
Las luces se apagan en el claustro que tantas veces resguardó los íntimos rezos de una mujer excepcional: Sor Juana Inés de la Cruz. Se enciende una vela que apenas ilumina la figura de la monja, ahora encarnada por la actriz Jesusa Rodríguez.
Un poco de música es el preludio del verso que, cual manantial, emerge de la garganta de la intérprete:
“Piramidal, funesta, de la tierra/ nacida sombra, al Cielo encaminaba/ de vanos obeliscos punta altiva,/ escalar pretendiendo las Estrellas.”
Se trata de la escenificación de El sueño, en la que Rodríguez ofrece, íntegra, la creación maestra de una escritora prodigiosa: el poema Primero sueño.
La obra parte de un comentario que la propia Sor Juana anotó en su famosa Respuesta a Sor Filotea: “No me acuerdo haber escrito por mi gusto, si no es un papelito que llaman El sueño”.
El espectáculo se presentó en el contexto del Congreso Internacional ¿Es verdad que Dios ha muerto?: diálogos y reflexiones desde la filosofía, la teología y la ciencia, que se desarrolla esta semana en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
El ex templo de San Jerónimo fue el escenario donde Jesusa se presentó ataviada de monja para recrear acaso el momento, hace más de tres siglos, en que vinieron al mundo estos versos:
“El sueño todo, en fin, lo poseía;/ todo, en fin, el silencio lo ocupaba:/ aun el ladrón dormía;/ aun el amante no se desvelaba.”
Una herencia intelectual
Jesusa se despojó poco a poco de sus ropajes, entre penumbras, frente a un público atrapado por la escena y la palabra: “así, pues, de profundo/ sueño dulce los miembros ocupados,/ quedaron los sentidos/ del que ejercicio tienen ordinario”.
Un par de gatos, uno blanco y otro negro, habitantes del recinto universitario, se pasearon entre las butacas, al tiempo que Jesusa pintaba en su pecho un corazón: “Éste, pues, miembro rey y centro vivo/ de espíritus vitales,/ con su asociado respirante fuelle/ –pulmón, que imán del viento es atractivo,/ que en movimientos nunca desiguales/ o comprimiendo ya, o ya dilatando/ el musculoso, claro arcaduz blando,/ hace que en él resuelle/ el que le circunscribe fresco ambiente/ que impele ya caliente,/ y él venga su expulsión haciendo activo/ pequeños robos al calor nativo,/ algún tiempo llorados, nunca recuperados”.
En el programa de mano, Rodríguez explica al público que en Primero sueño Sor Juana “nos deja su herencia intelectual y además inaugura en la literatura mundial la aventura solitaria del viaje de conocimiento. Es su poema más extenso y también el más personal, como lo verifica su protobiógrafo, el jesuita Diego Calleja.
“El poema es por demás erudito y, a decir de Amado Nervo, un tanto ‘cuneiforme’, pero ‘espléndido’. Su comprensión requiere de un detenido estudio, así que invitamos al espectador a no preocuparse por la comprensión inmediata del texto y disfrutar de la riqueza sonora de este altísimo Primero sueño.”
La puesta en escena, con duración de una hora y dedicada a la memoria de doña Jesusa Ramírez Gama, “sólo busca compartir la belleza de esta experiencia y fomentar el conocimiento del poema cumbre de Sor Juana Inés de la Cruz”, concluye el texto de la actriz, quien recibió una larga ovación del público que abarrotó el foro al terminar su actuación, acompañada por la música de Marcela Rodríguez y el canto de Catalina Pereda.
La magistral lírica de Juana de Asbaje fue la rúbrica de la velada en la Universidad del Clausro de Sor Juana:
“Consiguió, al fin, la vista del Ocaso/ el fugitivo paso,/ y –en su mismo despeño recobrada/ esforzando el aliento en la ruina–,/ en la mitad del globo que ha dejado/ el Sol desamparada,/ segunda vez rebelde determina/ mirarse coronada,/ mientras nuestro Hemisferio la dorada/ ilustraba del Sol madeja hermosa,/ que con luz judiciosa/ de orden distributivo, repartiendo/ a las cosas visibles sus colores/ iba, y restituyendo/ entera a los sentidos exteriores/ su operación, quedando a luz más cierta/ el mundo iluminado y yo despierta.”