Usted está aquí: miércoles 8 de octubre de 2008 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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Real politik desde el gobierno central

■ La autonomía electoral manoseada

Lo que la ley endereza, la política lo vuelve a torcer. Con esta idea en México se vivió todo el periodo priísta de la posrevolución y se vive, con acentos exacerbados, en el inútil panismo de la actualidad. Pero se creyó, durante unos años, que el Distrito Federal estaba vacunado contra el virus, y que aquí la ley campeaba por sobre los acuerdos partidistas vergonzantes. Mentira.

Antes de que el banco de niebla que impidió en un lapso mañanero que los aviones despegaran del aeropuerto de la ciudad, en las oficinas de la Secretaría de Gobierno se reiteraba la decisión: si las leyes no avalaron el golpe contra la presidencia del Instituto Electoral local, que importan las leyes, para eso están los acuerdos, la real politik.

El asunto era tirar a Isidro Cisneros, descabezar el instituto, pero debajo de la idea queda, marcada a profundidad, la indiscutible señal de que a los funcionarios del gobierno de la capital, empezando por el jefe de Gobierno, al igual que a los panistas de ahora y a los priístas de antes, les importa un pito si la ley dice, si la ley ordena.

Cisneros logró el amparo de la ley cuando sus pares en el IEDF, cilindreados por el secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, y encabezados por el panismo, pretendieron darle un golpe político y sacarlo de la presidencia del organismo, pero nunca pudo obtener un consenso favorable que le permitiera salir del hoyo en el que lo metieron los consejeros en su contra.

Las culpas de Cisneros también se asientan en los acuerdos –esto no en contra de la legalidad, pero sí del sentido común– hechos con una parte del perredismo que, como es su costumbre, lo traicionó. Nada que no supiera todo el mundo, pero que Cisneros pretendió ignorar, en un afán vano de lograr mayores instrumentos de gobernabilidad.

No obstante, después de la consulta sobre el futuro del petróleo que impulsó el gobierno citadino, todas las alianzas quedaron rotas, como ya habíamos dicho en la entrega anterior, y la barca de Cisneros empezó a hacer agua por todos lados. Lo malo es que todo indica que no hay buques salvavidas en su alrededor.

Ahora que la dimisión de Cisneros parece cercana, y a unas cuantas horas de que dé inicio oficial el año electoral en el DF, la autonomía de la institución electoral ha sido manoseada groseramente por el secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, con la aceptación de los consejeros que hipotecaron la autonomía y la credibilidad del organismo, y burlaron la ley para sacar adelante el acuerdo político.

Será hoy mismo cuando queden claros los rumbos que tomará el IEDF. Hay quienes aseguran que los consejeros no asistirán a la sesión que dará inicio al periodo electoral para 2009. Nada hay seguro, pero una cosa está clara, será necesario un acuerdo de paz, entre los consejeros y su presidencia, para que la elección próxima concurra con tranquilidad. Si no es así, la verdad, nada vale la pena. Que quede claro.

De Pasadita

Ahora que quedó al descubierto el fracaso del modelo neoliberal, por la crisis financiera mundial, las tarjetas que dan acceso al Tren Suburbano muestran en su anverso el nombre de la empresa a la que se le concesionó el anuncio que verán millones de personas, y que no es otra que la del refresco donde trabajó Vicente Fox. Qué tal.

 
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