■ Poetas, amigos y admiradores de su obra celebraron con un homenaje los 80 años del vate
La escritura, acto de libertad ante la derecha vendepatrias: González Rojo
■ Todos los partidos políticos se ufanan de no atender al oportunismo y la deshonestidad, cuando en realidad sucede lo contrario, dijo el domingo en la Sala Manuel M. Ponce
Ampliar la imagen Los poemas de Enrique González Rojo Arthur no sólo embelesan y convencen al lector, también incitan, provocan y llaman a dudar, manifestó el director de Verso destierro Foto: María Luisa Severiano
El poeta mexicano Enrique González Rojo Arthur celebró 80 años de vida con un homenaje en el Palacio de Bellas Artes.
Acompañado por amigos y admiradores de su obra explicó que aceptó el reconocimiento porque “los escritores jóvenes en general, y los poetas en particular, que se han acercado a mí para festejar mi cumpleaños, tienen en común conmigo la concepción del quehacer literario como un permanente acto de independencia frente a las mafias literarias del gobierno, ahora en manos de la derecha más recalcitrante y vendepatrias”.
Ante un público que abarrotó este domingo la sala Manuel M. Ponce, el autor del poemario Para deletrear el infinito, afirmó que los partidos políticos de cualquier ideología se ufanan de poner oídos sordos al canto de las sirenas del oportunismo y la deshonestidad, cuando en la práctica es lo contrario.
Enfatizó que los tres compromisos fundamentales para todo escritor son: rectitud, valentía con su público, con su libertad y su creación, y solidaridad creadora.
El poeta consideró que, a diferencia de las generaciones anteriores, los jóvenes escritores rechazan las envidias y las descalificaciones en favor del respeto a la creación del otro.
“Es espléndido ver cómo cada escritor escucha y se entusiasma con la producción de otro; ¡enhorabuena compañeros!”
González Rojo Arthur aseguró que como autor no es parte del humanismo abstracto, sino de uno diferente: “Quería sobrepasar esa ideología de humanismo en otro contexto, que mi obra no se utilice para ocultar las clases sociales”.
En el homenaje al vate mexicano –organizado por los escritores del municipio de Ecatepec de Morelos y el Instituto Nacional de Bellas Artes– se proyectó un video en el que González Rojo, nacido en el Distrito Federal el 5 de octubre de 1928, rememoró aspectos importantes de su vida y su iniciación en la literatura.
“Mi padre murió cuando yo tenía nueve años; entonces, la relación con él no fue una de la cual tenga un recuerdo detallado, pero sí tuve la suerte de tener dos padres virtuales: mi abuelo, Enrique González Martínez, uno de los poetas importantes de la lírica mexicana, y el otro es José Revueltas. En diferentes etapas de mi vida puedo decir que son las dos imágenes paternas más cercanas.”
González Rojo Arthur, quien creció entre anaqueles de una laberíntica biblioteca, y que por influencia directa de su padre y abuelo incursionó en la literatura, explicó que tiene varios amores en su vida, entre los que figuran los libros.
Cuento, novela, ensayo...
El autor ha cultivado lo mismo el cuento que la novela y el ensayo, pero encontró su máximo deleite en la poesía. La obra lírica de González Rojo Arthur se bifurca en un antes y un después de Para deletrear el infinito (1972). El antes significa para el poeta una serie de bocetos, ensayos y primicias de poética, mientras el después llega cuando empieza a conformar su personalidad y sueños poéticos.
En su intervención en el recinto de mármol, el poeta, narrador y ensayista Eusebio Ruvalcaba explicó que gracias a González Rojo Arthur descubrió la poesía, conoció la segunda Sinfonía de Schubert y empezó a escribir como loco.
Andrés Cisneros de la Cruz, editor de la revista Verso destierro, consideró que la obra de Enrique González Rojo Arthur es única: “comprendí que lo que hacía este poeta no era un garabateo que venía a imponerme un destino, ni un orador excelso constructor de poemas monumento, sino un autor que había asumido cabalmente su compromiso con el lenguaje y con sus ideas; se había empeñado en descubrir su calidad para producir en la gente el efecto de la inteligencia.
“González Rojo es un desobediente civil, como Gandhi; uno verdadero, no de palabra, sino de acto. Es, sin levantar la voz, un ser que ha logrado construir un mundo infinito con la enseñanza que conlleva el hermoso acto, no de la marginación, sino de la rebeldía consigo mismo, su capacidad autocrítica, porque construir la realidad no es simple.”
Abundó que los poemas del homenajeado no sólo embelesan y convencen al lector, también incitan, provocan y llaman a dudar.
En su momento, la poeta Leticia Luna hizo un viaje por la obra del poeta; mencionó que en la primera etapa creativa de Enrique González, llamada prepoetista, publicó el poemario Luz y silencio; en la segunda editó Dimensión imaginaria y elaboró la teoría del poetisismo.
“Junto con Eduardo Lizalde y Antonio Montes de Oca, el poeta participó en este grupo que vino de los grupos Taller y Tierra Nueva a realizar una propuesta poética del panorama de las letras mexicanas”, indicó Luna.
En su tercera etapa pospoetista –agregó– “da forma y concluye los 15 tomos de Para deletrear el infinito. Aquí, podemos hablar de una continuidad de su estirpe poética. Su abuelo, Enrique González Martínez, uno de los pilares de la lírica nacional de todos los tiempos, influye en González Rojo Arthur su amor por la naturaleza”.
Hernán Lavín Cerda, quien también participó en el homenaje al poeta, destacó que Enrique González Rojo ha sido siempre un aprendiz y un maestro de las letras mexicanas.
El emotivo encuentro culminó con una larga ovación al escritor, quien recibió también un sinnúmero de abrazos de familiares, amigos y lectores.