Usted está aquí: lunes 6 de octubre de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ IEDF: tinglado en dos pistas

■ El fallo judicial, otro fracaso azul

Durante las últimas semanas, más allá de los problemas de inseguridad o del extraordinario caos vial que se vive en casi todos los puntos de la ciudad por las obras que prometen aliviarlo, sordo, latente, el conflicto en el Instituto Electoral del Distrito Federal pesa de muchas maneras en el ambiente político de la capital del país.

Y aunque para todos queda claro que los movimientos de Acción Nacional y sus aliados –priístas y perredistas– para deponer a Isidro Cisneros de la presidencia del organismo electoral pretenden crear condiciones favorables para las elecciones del año que se avecina, hay, además, fuerzas políticas del gobierno central que cuando menos alentaron la venganza y el caos, que de alguna manera han reinado en el IEDF.

Es bien sabido que para los azules resulta imperdonable –pecado mortal– que Cisneros diera el apoyo del instituto a la consulta sobre el futuro petrolero del país a la que convocó Andrés Manuel López Obrador. Sobre él, sobre Cisneros, debería ejercerse, entonces, un castigo ejemplar, una venganza que enseñara a los demás que quienes organizan las elecciones también dependen del poder y no de las instituciones creadas para ello, por tanto la sentencia no podría ser más que una: cortarle la cabeza.

Así, entre la venganza y la ambición de otros consejeros, se fraguó el golpe en contra no nada más de Cisneros, sino de la institución a la que trataron de marginar de la ley, pero era tan obvia la ilegalidad que ni los tribunales, regularmente cómplices de las trapacerías del PAN, pudieron dar cabida a la monstruosidad que se pretendía, y Cisneros fue –se crea o no– protegido, sin padrinazgos de por medio, por la ley.

Pero si la ambición y la venganza afilaban la cuchilla que cercenaría la cabeza de Cisneros, desde otro punto del poder se armaba el cadalso. Poco antes de la consulta que alimentó la venganza de los azules, un grupo de consejeros buscó al secretario de Gobierno del Distrito Federal, José Ángel Ávila Pérez, para hacer de su conocimiento la contrariedad que causó la decisión de Cisneros de apoyar la tal consulta del 27 de julio.

Allí, Ávila puso los primeros maderos del escenario para la ejecución. Sin más preocupaciones que la solicitud de los consejeros, que con la consulta y la petición comprometían de todas todas la autonomía del organismo, el funcionario del gobierno aceptó que la remoción de Cisneros se discutiría después de celebrada la consulta.

Fue como el banderazo de salida. Si el gobierno estaba de acuerdo, era el momento de actuar, todos, y cada uno por sus propias razones, en contra de Cisneros, y para honrar su palabra Ávila se encargó del asunto como para que todos estuvieran seguros de que sería un verdadero caos, y así ha sido.

El fin de semana pasado, el viernes para ser exactos, pasadas las 11 de la noche corrió el rumor, con mucha insistencia, de que Cisneros había renunciado al cargo, y que en su lugar llegaría, por intermediación del propio gobierno que encabeza Marcelo Ebrard, Clara Jusidman –que poco después negó la especie–, pero quedó la idea de que el rumor de la renuncia había surgido desde las oficinas de Ávila, y desde otra que se ubica en el propio instituto y que encabeza un ex empleado de la propia Jusidman. Al final todo resultó falso.

Aún así, el sábado algunos consejeros juraban que el secretario de Gobierno del Distrito Federal les había asegurado que el mismo fin de semana quedaría resuelto el caso Cisneros, y que ya tenía la renuncia en las manos, pero nada pasó. Es difícil saber si Marcelo Ebrard sabe qué sucede en el IEDF porque según sus palabras el triunfo de la legalidad en el organismo es un triunfo de la ciudad y su gente, cosa que no comparte de ninguna manera, por lo que sus hechos nos dicen, José Ángel Ávila. Una de dos: o no hay acuerdo entre ellos o en el gobierno se tejió una tenebrosa complicidad que poco a poco quedará al descubierto. Por cierto, este miércoles se inicia formalmente el año electoral en el Distrito Federal.

De pasadita

Según se nos informa, resulta que en ciudades del primer mundo como Madrid, Zurich o Milán, en casi todos los restaurantes se puede fumar con toda libertad, desde luego en los sitios acondicionados para ello. Es más, en Suiza los aeropuertos cuentan con lujosísimas salas para fumadores. Desde luego esas son ciudades con un alto grado de civilidad. Ni modo, tal vez algún día los alcancemos.

 
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