Usted está aquí: lunes 6 de octubre de 2008 Política Campesinos y gobierno canjean armas por detenidos en operativo de Chincultik

■ Sepultan a los seis pobladores asesinados el viernes pasado por policías federales y estatales

Campesinos y gobierno canjean armas por detenidos en operativo de Chincultik

Elio Henríquez (Corresponsal)

Miguel Hidalgo, Chis., 5 de octubre. Los habitantes de este ejido entregaron a las autoridades estatales las armas y otros pertrechos que el viernes quitaron a la policía y, a cambio, el gobierno liberó a los 36 campesinos detenidos durante el desalojo de la zona arqueológica de Chincultik.

Con la exigencia de que se haga justicia, la mañana de este domingo fueron sepultados en el panteón de la comunidad los seis pobladores asesinados a tiros el viernes por agentes estatales y federales. “De milagro no hubo más muertos, porque es impresionante la cantidad de balazos que se dispararon”, comentó el sacerdote Antonio Flores Guillén, quien ofició la misa de cuerpo presente de algunos fallecidos.

La entrega del armamento ocurrió el sábado a las 9 de la noche en la comunidad de Cárdenas, a cuatro kilómetros de Miguel Hidalgo, para evitar la presencia policial en el ejido donde eran velados los cuerpos de Ricardo Ramírez Hernández, Ignacio Hernández López, Rigoberto López Vázquez, Alfredo Hernández Ramírez, Miguel Antonio Martínez y Agustín Alfaro Calvo.

Las 77 armas largas y cortas, los chalecos y cascos antibalas, gorras, cargadores, cartuchos, fundas, teléfonos celulares y otras pertenencias fueron llevados en una camioneta por el ejidatario Galindo García Hernández y el abogado Jorge Guillén Figueroa, nombrado representante legal de la comunidad.

En Cárdenas recibió los pertrechos el subsecretario de Seguridad Pública, Luis Bautista Bello, con otros funcionarios estatales. Ello generó tensión, pues el acuerdo era que a cambio el gobierno liberaría a los 36 campesinos detenidos –que habían sido trasladados a San Cristóbal de Las Casas–, la mayoría ancianos, y la promesa no se cumplió de inmediato.

Ello causó que entre las 6 y 7 horas los pobladores retuvieran en la casa ejidal a Guillén Figueroa, quien un día antes había sido nombrado representante del ejido.

El incumplimiento del gobierno estatal propició que este domingo los ejidatarios estuvieran más molestos, pues ya habían devuelto el armamento y continuaban en la incertidumbre acerca de la suerte de los detenidos, pues sabían que algunos habían sido golpeados.

Mientras continuaban las negociaciones por teléfono, los difuntos fueron sepultados; no en grupo, como algunos ejidatarios querían, aunque las tumbas quedaron juntas.

Los pobladores argumentaron que los cuerpos de los dos campesinos muertos en la comunidad de Amparo Agua Tinta –adonde fueron llevados para su hospitalización y hasta la tarde del sábado llegaron a Miguel Hidalgo–, ya se estaban descomponiendo y tuvieron que ser sepultados temprano. A esos restos no se les practicó la necropsia de ley, la fiscalía pretendía inhumarlos la noche de este domingo.

A las 13 horas se supo que 26 de los 36 detenidos ya habían arribado a Cárdenas para ser entregados a las autoridades de Miguel Hidalgo. Llegaron en un camión de la policía estatal.

En ese lapso los detenidos hicieron bromas, pues no sabían que seis de sus vecinos habían sido asesinados el viernes. “Espérenme, no nos hemos peinado”, bromeó un anciano cuando vio el flash de la cámara fotográfica. “Íbamos para el otro lado pero no nos dejaron pasar en la frontera”, le siguió el juego otro viejo a su lado. “Ahora ya hablan y hasta ríen, pero qué tal cuando estábamos detenidos en San Cristóbal con ese friazo”, terció uno más.

Cuando se enteraron de la muerte de sus compañeros, las risas se congelaron transformándose en tristeza, y recordaron su calvario a raíz de la detención.

“A mí me quitaron la camisola, un reloj, los zapatos, el sombrero; me desvistieron cuando me tuvieron en la carretera; me golpearon las costillas con las armas”, declaró Jaime Hernández Espinosa, de 76 años.

“Dormimos en el suelo y hasta ayer nos dieron de comer un poco; ha sido una amarga experiencia que gratuitamente nos ha hecho pasar el gobierno”, añadió.

Mientras se esperaba la llegada de los otros detenidos, arribó el sacerdote Flores Guillén, quien dijo que “es muy lamentable y triste la muerte de seis campesinos; es reprobable”.

–¿A qué se atribuyen estos hechos? –se le preguntó.

–A la falta de gobernabilidad, no hay gobierno y ello es lamentable.

Casi a las 3 de la tarde el primer grupo de 12 ejidatarios que estaba en Cárdenas subió a un transporte público que los trasladó a Miguel Hidalgo. Su llegada causó alivio.

Los hicieron pasar a la casa ejidal, adonde los visitaron sus familiares. Quince minutos después llegaron los otros 14 campesinos. El siguiente contingente de 10 hombres llegaría después.

Liberados los detenidos, la preocupación de los ejidatarios es la salud de más de 10 heridos de bala, sobre todo de Cándido Pérez Méndez y Miguel Martínez García –cuyo hijo Antonio fue sepultado este domingo– que están graves.

Con la llegada de los detenidos también fueron puestos en libertad Rodolfo Albores y Límbano Hernández –jubilados del Instituto Nacional de Antropología e Historia que trabajaron en las ruinas de Chincultik–, padres de tres jóvenes que laboran la zona arqueológica y a quienes los pobladores responsabilizan de haber guiado a la policía el viernes, y que fueron retenidos por la comunidad.

“Lo que sigue es negociar con el gobierno la indemnización de los deudos, el pago de la curación de los heridos y, sobre todo, el asunto de la posesión de las ruinas de Chincultik”, que están a tres kilómetros del ejido y que dio origen al conflicto que desembocó en el asesinato de seis campesinos. Los vehículos de la policía que dañaron los pobladores no han sido retirados de la comunidad.

 
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