Usted está aquí: domingo 5 de octubre de 2008 Opinión Lucha ciudadana

Ángeles González Gamio
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Lucha ciudadana

Ya hemos hablado anteriormente de San Ángel, ese deleitoso barrio que conserva gran parte de su añejo encanto, que fue adquiriendo desde que los carmelitas descalzos establecieron en ese lugar el colegio y convento de San Ángelo Mártir, con el propósito de preparar frailes para propagar la fe y extender las fundaciones.

Tras múltiples vicisitudes, en 1601 se logró crear el colegio con un primer apoyo económico del cacique indígena de Coyoacán, don Felipe de Guzmán Itzolinque, quien les donó unos terrenos. Ahí se edificó una hermosa construcción con su templo adjunto y vastos huertos, cuyos arboles frutales dieron fama y dinero a los religiosos. La presencia de la institución fue tan poderosa que desplazó el nombre anterior de Tenanitla, para bautizar el rumbo como San Ángel. Aun se conservan el templo con su atrio y el antiguo convento, ambos muy bellos.

Muy elocuente la crónica que escribe Manuel Payno en 1834, acerca de una visita a la localidad: “....se descubre todo el caserío de San Ángel, al parecer plantado en las lomas, y las haciendas de Guadalupe y Goicochea, y dominado todo esto, y flotante y aérea entre la pompa de una naturaleza exuberante y magnífica, se hallan las cúpulas de azulejos del convento del Carmen....”

Otra joya de San Ángel es la iglesia de San Jacinto, con su prodigioso retablo barroco y su enorme atrio arbolado, que tuvo como origen una sencilla capilla que edificaron los frailes dominicos dedicada a Santo Domingo. Multiples casonas solariegas de siglos pasados lucen su hermosura y señorío en las calles empedradas, como la del Mayorazgo de Fagoaga, la de los Condes del valle Oploca, la Casa del Obispo Madrid, la Quinta Aldiztegi y la Casa del Risco.

También se pueden considerar parte de San Ángel los barrios de Chimalistac y Tizapán, cada uno con su abolengo y encanto. El primero conserva la maravillosa capillita de San Sebastián, erigida por los carmelitas alrededor de 1585, rodeada de una linda plaza sombreada de añejos árboles. Ahí se encuentra esa soberbia mansión que aloja el Centro de Estudios de Historia de México Carso, que dirige con talento Manuel Ramos Medina, quien por cierto, acaba de publicar las memorias del seminario que organizó en 2006, con motivo del bicentenario del nacimiento de Benito Juárez, coordinado por Patricia Galena, que contiene ensayos interesantísimos sobre el Benemérito.

Hay muchísimo más que decir sobre San Ángel, pero el motivo de volver a este hermoso sitio, patrimonio de los mexicanos, es difundir y apoyar la lucha que han emprendido un grupo de vecinos, respaldados por intelectuales, académicos, empresarios, asociaciones y algunos funcionarios conscientes y sensibles, por defender el barrio de la amenaza de un supuesto “desarrollo modernizador” que va a iniciar el deterioro y eventual desaparición de los valores arquitectónicos y urbanos de esta zona histórica, que al igual que las pocas que han sobrevivido en esta gran urbe, ciudad de ciudades, son fuente fundamental de identidad y deben ser protegidas.

Por ello, en una multitudinaria reunión que se llevó a cabo hace unos dias en el antiguo convento del Carmen, encabezada por el delegado de Álvaro Obregón, Leonel Luna Estrada, se solicitó la declaratoria de San Ángel como Patrimonio Cultural de la Ciudad de México. Confiamos que prospere.

No queda más que irnos a comentar el asunto al magnífico restaurante La Cava, que está justo a la vuelta del convento, en avenida Insurgentes 2465, en donde seguro nos encontraremos a algunos ilustres universitarios como Miguel León Portilla, José Sarukhán, Vicente Quirarte, Fernando Pérez Correa, quien encabeza la lucha sanangelina al frente de los vecinos, Gonzalo Celorio o Clementina Díaz y de Ovando, la entrañable Clemen, quienes desde hace décadas, tras alimentar el espíritu en la querida alma mater, alimentan aquí el cuerpo suculentamente.

Para Miguel León Portilla por la medalla Eduardo Neri

 
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