Disquero
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Jordi Savall y la máquina del tiempo
Barcelona, 3 de octubre. Lo dice Jordi Savall: en las famosas Ramblas uno encuentra, no busca. Enmedio de los ríos de carne, sangre, sonrisas de los humanos que pueblan a todas horas este paseo que lleva al mar, la vista alcanza a lo lejos lo que a lo cerca es una maravilla: una casa de música. Uno entra y está rodeado de instrumentos musicales tibetanos, africanos, japoneses, indígenas de América Latina. Ah, y también instrumentos musicales de Occidente.