■ Terminaron los actos conmemorativos por el 70 aniversario de la Casa de España
El de 1938 fue un “año axial” para una utopía que casi se hizo realidad: Meyer
■ José Narro Robles, rector de la UNAM, reconoció “la tradición académica del Colmex”
Ampliar la imagen Javier Garciadiego y José Narro Robles, anteanoche, en El Colegio de México Foto: José Antonio López
Con dos visiones divergentes, acaso antagónicas, sobre el país, ofrecidas por dos hijos prominentes de El Colegio de México (Colmex), concluyeron la noche del jueves los actos conmemorativos del 70 aniversario de la Casa de España.
Lorenzo Meyer y Jaime Serra Puche –el historiador y el economista– esgrimieron en sendas conferencias magistrales sus argumentos sobre lo que ha sido el país en las pasadas siete décadas, contadas a partir de la apertura de la institución que acogió a distinguidos artistas, intelectuales y científicos españoles exiliados luego del triunfo del franquismo en la Guerra Civil y la caída del gobierno republicano en la península.
Dosis de ironía
El de 1938 –dijo Meyer– es un “año axial” del proceso político mexicano, un año “emocionante” en el que la utopía concebida por Lázaro Cárdenas para el país estuvo más cerca de ser realidad y también el año en que dicha utopía empezó a declinar.
Fue el año de la reforma agraria, el de la consolidación de la organización de los trabajadores, el de la expropiación petrolera, “un tema que sigue vivo y que en más de un sentido sigue marcando la agenda política ahora”.
En ese “año axial, se inicia de manera muy modesta la aventura intelectual y política que es la Casa de España en México”.
Para Meyer no deja de tener “su dosis de ironía” que la Casa de España acoja a una parte muy selecta de los refugiados republicanos españoles obligados a salir de un país que se encaminaba hacia un autoritarismo muy duro de derecha, “para venir a dar a un país también autoritario, de izquierda y que está a punto de dejar de ser de izquierda, cuando el tiempo de la derecha iba a empezar”.
En el proceso político mexicano, Lorenzo Meyer distingue cuatro grandes proyectos que se han sucedido después del fin de la Revolución Mexicana: 1) el proyecto utópico de Lázaro Cárdenas; 2) el viraje a la derecha con Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán, y su política económica basada en la industrialización sustitutiva de las importaciones, con la institucionalización del autoritarismo, el crecimiento económico sostenido; 3) el impulsado por Carlos Salinas de Gortari, la apertura económica por medio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el uso extremo de lo que queda de autoritarismo presidencial para tratar de salvar al sistema; 4) el surgimiento de “otra utopía mexicana”: la democracia política, con la esperanza de transformación económica, social y ética, una utopía que tampoco se ha alcanzado y en cuya coyuntura ahora nos encontramos.
La visión de Serra Puche
Hijo y nieto de exiliados españoles, diseñador e impulsor del TLCAN, titular de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial durante el gobierno de Salinas, Jaime Serra Puche centró su intervención en demostrar lo que desde su punto de vista son los “beneficios y virtudes” del tratado entre México, Estados Unidos y Canadá: aumento de exportaciones no petroleras, aumento de nueva tecnología en los procesos industriales.
A reserva de los efectos de la actual crisis de la economía en Estados Unidos, Serra Puche anticipó que las economías de los tres países involucrados se encaminan a una integración creciente, independientemente de las políticas que sigan los gobiernos de la región: “hay fuerzas en las tres economías que aseguran que vamos en esa dirección”.
También dictaron conferencias magistrales el urbanista Gustavo Garza (Problemas y retos de la ciudad de México) y el sociólogo José Luis Reyna (José Medina Echavarría y los orígenes de El Colegio de México).
En la ceremonia de clausura estuvieron presentes el presidente del Colmex, Javier Garciadiego; el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles; y la directora del Fondo de Cultura Económica, Consuelo Sáizar.
Narro Robles reconoció “la tradición intelectual, rigurosa y académica” del colegio: “No basta con que pasen 70 años para que una institución tenga la tradición y el lugar tan merecido que tiene en el escenario intelectual y del saber El Colegio de México; se necesita trabajo, compromiso, disciplina, entrega, no voluntad nada más, resultados”.