Jazz
■ Paté de fuá
Irreverentes y meticulosos al momento de construir su discurso –de claridad manifiesta en el sonido y de inteligencia festiva en las letras– y echando mano de géneros musicales que parecían en desuso desde la primera mitad del siglo XX (aunque filtrándolos irremediablemente por sus propias entrañas), los músicos de Paté de Fuá se elevaron en este 2008 como uno de los acontecimientos más propositivos y sorprendentes de la música que se cocina por estas tierras.
Propositivos, porque enmedio de las gramáticas del fox trot, la tarantela o el vals musette (baile francés, popular de fines del XIX y principios del XX), su propuesta es absolutamente contemporánea y difiere de todo lo que se escucha actualmente en los circuitos del jazz y la música popular. Sorprendente, porque desde las trincheras de la independencia y el subterráneo y la contracorriente y la dignidad artística, el Paté ha vendido más de diez mil copias de su primer disco, Música moderna, en menos de un año.
Por supuesto que este quinteto no puede ser etiquetado ortodoxamente como un grupo de jazz, a pesar de estar integrado por cinco jazzistas. En el menú de su primera entrega aparecen, sin embargo, buenas dosis de fox trot y algunos ecos de dixieland (abuelos y bisabuelos del jazz moderno). Aunque el panóptico retro de los compositores (Yayo González y Guillermo Perata) es amplio y viaja por la tarantela italiana (Putanesca), el pasodoble español (Amparito) o el tango argentino (Muñeca), se evidencian las preferencias temáticas hacia el vals musette con temas tan bien hilvanados como Triste historia y Choreo a Perrone.
Como todo buen disco, Música moderna tiene varias lecturas, pero aventurémonos a afirmar que lo innegable, su verdad absoluta, es que se trata de una obra ejemplarmente singular, soberbiamente sencilla, de un grupo sui generis. Un disco tremendamente sabroso que ha gustado por igual a los chavales adolescentes que a los melómanos de la cuarta edad.
Dos músicos argentinos y cuatro mexicanos. Los primeros dos proponen las rutas y ya todos en bola se encargan de los colores y los aromas. Después de tres años de haberse integrado, sólo ha habido un cambio en sus líneas: Rodrigo Barbosa entró a suplir a Gabriel Puentes en la batería. El resto de la banda dice así: Guillermo Perata (corneta, acordeón, banjo, cavaquinho y cabrófono), Yayo González (guitarra y voz), Víctor Madariaga (bandoneón y acordeón) y Jorge Luri Molina (contrabajo).
Para nuestra fortuna, los argentinos que han llegado en años recientes para integrarse al soundtrack de la escena mexicana, amén de Yayo y Guillermo –que tienen ya seis años por acá–, la han nutrido y fortalecido con su buen ser y con su bien estar; baste mencionar a los maestros Hernán Hecht y Nicolás Santella para ilustrar la magnitud del caso.
Platicando con Yayo, nos comenta que decidió radicar en México porque en Buenos Aires es muy difícil tener una vida activa como músico de jazz, que hay muchos músicos y muy poco mercado, que él pasó tres años cantando en el Metro bonaerense antes de decidirse a probar suerte por acá.
Paté de Fuá tiene casi listo su segundo disco; debe empezar a circular en febrero de 2009 con el ariete de El fantasma enamorado, en el que han incluido el serrucho como nuevo elemento de su peculiar dotación instrumental. Seguirán, obviamente, con la misma línea general en su discurso, con ese cuidadoso entretejer de sonidos ancestralmente futuristas, pero reinventando las líneas de expresión que los han hecho tan particulares y tan bienvenidos a nuestra realidad. Salud.
PD Ki Lat Jazz se presentará el 9 de octubre en El Breve Espacio (Álvaro Obregón 275, colonia Condesa) y el 30 de octubre en La Planta de Luz (Plaza Loreto). Jazz ligero, propio e impecable.