EU: fin del imperio
Los signos son ominosos, pero no se limitan al tema económico. ¿Estados Unidos en quiebra? Sí, como México en 94, pero sin “error de diciembre”. Allí, en el caso del imperio, aunque el “error” haya sido del tamaño de una montaña, resultó invisible para ciudadanos idiotizados por los medios electrónicos, porque el spin mediático (que significa “revolver el tema”) se encargó de convencerlos de que George W. Bush era un regalo del cielo. Y por eso, merced a los medios electrónicos, y a la ayuda de los evangélicos, se religió en 2004.
Pero como las guerras (reales o inventadas) jamás han sido gratuitas, el costo del conflicto en Irak, la desregulación financiera (que es una especie de hacerse de la vista gorda) y la ineptitud del “comandante en jefe” arruinaron la economía. Dicen que cuando el gato se ausenta los ratones se ponen a retozar, y en este caso, mientras el jefe, que es escaso de entendimiento, se entretenía con una “guerra” que únicamente ha enriquecido a la pandilla de Dick Cheney, los especuladores financieros otorgaron millones de créditos garantizados con hipotecas basura (“tóxicas”, les llaman ahora, reconociendo que envenenaron el sistema financiero).
En el colmo de la avaricia convirtieron los créditos hipotecarios de alto riesgo en instrumentos financieros, y los colocaron como si fuesen bonos de tesorería entre bancos nacionales, europeos e incautos fondos de pensiones escandinavos. Para atraer más inversionistas extranjeros y garantizar los instrumentos hipotecarios (que era como llover sobre mojado), los especuladores ofrecieron “productos derivados”, unos enigmáticos contratos de “cobertura de riesgo” que Warren Buffet calificó en 2003 como “armas financieras de destrucción masiva”. Y todos contentos se fueron de la mano a una crisis generalizada de pagos que está hundiendo la economía del planeta, disparada por una reacción en cadena que se inició con el incumplimiento de deudores que jamás deberían haber sido sujetos de crédito, y alcanzó a los bancos más grandes del mundo: ¡digno fin de fiesta para la funesta administración de George W. Bush!
Hoy, el gigante de la riqueza interminable se tambalea en una vorágine de falta de liquidez, paralización del crédito, bancarrotas, desempleo y caída de las bolsas de valores. Aunque se teme una crisis peor que la del 29, sería injusto culpar únicamente a petroleros y especuladores financieros, porque Bush contribuyó con su granito de arena incrementando exponencialmente el déficit público para financiar la guerra en Irak con deuda interna y empréstitos de China, Japón y Arabia Saudita. (¡El costo de Irak supera ya los 3 billones de dólares!) ¿Recuerda los argumentos contra el salvamento bancario mexicano? Pues hoy, irónicamente, cuando Bush propone la compra masiva de créditos incobrables, “para dar liquidez a los bancos y reactivar el mercado”, se escuchan los mismos argumentos en boca de los renuentes congresistas estadunidenses: “¿invertir 700 mil millones de dólares para salvar a los especuladores que ocasionaron la debacle? ¿Comprar con fondos públicos activos incobrables?” Del lado de Bush se emplea el mismo argumento esgrimido por el presidente Ernesto Zedillo en su momento: “hay que rescatar a los bancos a cualquier precio” ¡Bienvenidos al tercer mundo!
El gigante que salvó a la economía mexicana en 94 se desmorona hoy en medio de una crisis ocasionada por los especuladores de Wall Street y la falta de regulación gubernamental (¿dónde quedaron las supuestas “bondades” de la autorregulación del mercado y la “mano invisible” de Adam Smith?) Sólo que en esta ocasión el Tío Sam no pudo salvarse a sí mismo, porque los ciudadanos, otrora animados por la arrogancia típica de los estadunidenses, dejaron de creer en su presidente, su gobierno, su sistema financiero, sus mercados y sus partidos políticos. Miles de electores pidieron a sus congresistas el fin de semana que, no obstante las graves consecuencias, rechazaran la ayuda propuesta por la Casa Blanca.
Y en este clima de incertidumbre enfrentan las elecciones más importantes de su historia. El carismático candidato demócrata asegura el cambio, pero no repunta en los sondeos porque el país parece no estar preparado para un presidente negro en la Casa Blanca. Y el candidato republicano es un anciano chapado a la antigua, con todo el apoyo de la ultraderecha porque promete las mismas políticas de Bush. Para colmo de males McCain escogió una inverosímil compañera de fórmula que fue alcalde de Wassila, un pueblo rabón al que representó como belleza local.
Sarah Palin lleva dos años como gobernadora de Alaska, pero es un engendro mediático sin ideas ni experiencia política. En una de sus primeras entrevistas declaró que tiene “experiencia internacional” porque gobierna un estado ubicado entre Rusia y Canadá, “dos países extranjeros”. Si McCain, de 73 años y con cuatro incidentes de cáncer, no termina su mandato, el país quedaría en manos de una presidenta más ignorante y derechista que Bush, que se refiere al marido como el “primer macho estatal”: ¡Dios nos ampare!