A 40 AÑOS
Contra el olvido
El Memorial de la UNAM y la muestra A 40 años del 68 mantienen vivo el recuerdo del movimiento
Ampliar la imagen Obra de Óscar Guzmán, el fotomosaico Discrepar, 2007, se expone en el Memorial del 68, ubicado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco
El 30 de septiembre tuvo lugar uno de los episodios más significativos del movimiento estudiantil de 1968: la realización de un mitin frente a la Cámara de Diputados organizado por la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas, el mismo grupo que había refutado el informe de Gustavo Díaz Ordaz y le había dicho públicamente al presidente que la violencia ejercida contra ellas las semanas previas provino de las fuerzas armadas y policiacas, y no de los estudiantes.
El hecho pasó desapercibido en la mayor parte de los periódicos, pero es de un simbolismo muy importante, ya que se trata de la única ocasión en que las mujeres convocaron a un acto público y ejercieron un liderazgo político indiscutible.
El hecho de realizar el acto e invocar al Poder Legislativo también representa una impronta simbólica muy relevante, ya que ponía en relieve la falta de independencia de los poderes de la Unión y la supremacía del Ejecutivo, que derivaba en la ausencia de democracia.
Por todo ello, se trata de una de las reivindicaciones ciudadanas más importantes durante el movimiento, por lo que no sorprende que haya sido marginada por casi toda la prensa.
Una de las excepciones más destacadas en la cobertura corrió a cargo de la revista por qué?, dirigida por Mario Menéndez, que dedicó tres fotografías de los Hermanos Mayo, contextualizadas oportunamente por un reportaje.
En un número posterior, el director desplegaría algunas de estas imágenes intercaladas con las fotografías de los cadáveres de algunas mujeres asesinadas por el gobierno el 2 de octubre. El mensaje icónico resultaba evidente: las madres de familia habían sido ultimadas por la capacidad de protesta desplegada un par de días antes frente a la Cámara de Diputados.
La memoria y el olvido
A 40 años de distancia se ha inaugurado un museo que aborda por primera vez los hechos del movimiento estudiantil. Se trata del Memorial del 68, ubicado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, justo a un lado de la plaza de las Tres Culturas.
El reto para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)), que encabeza este proyecto, resulta muy interesante, y consiste en superar el peligro evidente de convertir un movimiento dinámico y contestatario en una estatua, con la posibilidad de fetichizarlo o, peor aún, de canonizarlo mediante una apología idealizadora, trazada a partir de un guión de lo “políticamente correcto” en los nuevos horizontes sociales y culturales de la nación mexicana, en la que casi toda la clase política se asume como heredera del 68.
A contrapelo, el Memorial del 68 abre una perspectiva crítica de los sucesos, se aleja tanto de los discursos oficiales como de la retórica esquemática de la izquierda, y apuesta por la diversidad, representada, entre otras cosas, por la riqueza de la historia oral como núcleo central para tejer los testimonios de los propios participantes y recrear la percepción del fenómeno a la distancia.
Los testimonios de 57 personas, entre los que se encuentran ex líderes del Consejo Nacional de Huelga (CNH), políticos, intelectuales, artistas, escritores y analistas de distintas tendencias se entrecruzan en monitores y otros espacios audiovisuales, y se contextualizan por medio de la presentación de secuencias fotográficas que dan contenido a los episodios más relevantes del 68.
Un espacio particularmente revelador es en el cual convergen las voces y reflexiones de Gilberto Guevara Niebla, Marcelino Perelló, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Luis González de Alba y Sócrates Amado Campos Lemus en torno a la participación de éste en la instalación de una guardia estudiantil en el Zócalo la madrugada del 28 de agosto, en lo que se considera uno de los errores más graves del CNH.
El incluir a todas las voces del conflicto es un acierto museográfico que permite tomar distancia de las mitologías, ofrece un panorama más complejo de los sucesos y deja las conclusiones al juicio de los receptores.
La iconografía del 68 ha cumplido un año en el Memorial. Las imágenes fotográficas interpelan la memoria del público y remueven recuerdos y testimonios que habían permanecido en el olvido.
Me ha tocado constatar el diálogo de padres de familia con sus hijos adolescentes en torno a las imágenes evocadoras de la marcha del silencio o de otros episodios que movilizaron a miles de personas.
El estudio sistemático de la recepción de los registros orales y gráficos, así como el uso de los mismos por públicos recientes, constituye uno de los factores más relevantes que permitirá realizar un diagnóstico más certero de los hechos.
La renovación creativa del Memorial o su conversión en un espacio reproductor de mitos, dependerá de la capacidad para abrir el espectro del 68 y de su flexibilidad para cotejar los hechos locales con las experiencias ocurridas en otras latitudes.
A 40 años del 68
A partir de hoy se inaugura otra muestra en la UNAM con el apoyo y colaboración del Instituto Mora y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, con el título de A 40 años del 68.
Se trata de un espacio para reflexionar sobre los hechos y se propone una lectura de fondos documentales muy interesantes, entre los que puede verse la respuesta de la UNAM frente al conflicto y el contenido de algunos informes de inteligencia del gobierno.
Sin embargo, la pieza fundamental está representada por el trabajo de Manuel Gutiérrez Paredes, el fotógrafo contratado por Luis Echeverría para registrar el movimiento, cuyo archivo puede ser consultado en los acervos del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IIUE-UNAM), en lo que constituye una verdadera mirada del poder. Es la primera vez que se presenta este material debidamente contextualizado, por lo que constituye una aportación significativa a la interpretación del movimiento.
Es de esperar que ambas exposiciones, la del Memorial y la del IIUE, contribuyan a enriquecer la memoria colectiva sobre los hechos y a generar nuevas pautas de lectura e interpretación de los mismos en las nuevas generaciones.