■ Escribió una novela histórica ensayística sobre quien fue su alumna
Leopoldo Ayala reivindica la voz y la acción de la guerrillera Mariana
La guerrillera Olivia Ledezma, Mariana, no murió a los 25 años de un balazo en la sien, disparado por ella misma para evitar ser detenida tras una balacera con un centenar de poli-cías, quienes habían rodeado la casa de seguridad que la Liga Comunista 23 de Septiembre tenía en la colonia Reforma Iztaccíhuatl, donde se refugiaba con un compañero.
De manera distinta a como consignan los hechos históricos de la década de los 70, Olivia Ledezma, estudiante politécnica de economía que ingresó a la guerrilla tras la matanza de 1968, aún está “viva”. Y habla con los vivos y los muertos, los de antes y los de ahora, con los que la conocieron y la quisieron, e incluso con quienes intentaron asesinarla, a la manera en que lo plantea la milenaria cosmovisión mesoamericana, en la cual el pasado no deja de estar fundido con el presente.
Ésa es una de las claves de la novela histórica y ensayística Vencer o morir, del narrador y poeta Leopoldo Ayala, editada por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en la que la imaginación del autor se desborda para poder explicar el parteaguas que fue el 68 y, a la vez, “darle a Olivia su lugar en la historia de la lucha social en México y, así, reivindicar su figura, voz y acción”.
¿Por qué Olivia Ledezma?, se pregunta, y responde: “Porque ella representa la determinación de luchar y la historia misma del 68 desde la visión de una mujer”. Según Ayala, Olivia representa “la comprobación del hombre nuevo y de la mujer nueva”, de lo que tanto habló el Che Guevara.
Ayala explica que el balazo en la sien que se dieron Olivia y su compañero, Ángel Delgado Sarmiento, Héctor, era para evitar ser detenidos, torturados y no caer en el riesgo de delatar a otros camaradas. Y el escritor recuerda que Mariana ya había sido arrestada y torturada con anterioridad.
La marcha de Olivia Ledezma
En entrevista con La Jornada sobre Vencer o morir, que incluye un prólogo de Carlos Montemayor y un epílogo de Alberto Híjar, Leopoldo Ayala cuenta que ya impartía clases en la Vocacional 5 cuando, ahí mismo, tras la provocación de grupos pandilleriles, comenzaron las movilizaciones de protesta que generaron el movimiento del 68.
Fue en en esa vocacional donde Ayala conoció a Olivia Ledezma, quien ingresó en 1967, fue su alumna, participó en las brigadas del 68, luego ingresó a la Escuela Superior de Economía y militó también en el movimiento estudiantil que fue reprimido el 10 de junio de 1971.
En 1972 Olivia se integró a la lucha armada, convencida, como muchos otros jóvenes mexicanos, de que la represión a las libertades por parte del régimen priísta no dejaba otra opción para lograr un cambio social, político y económico en el país.
En esta novela-testimonio de más de 500 páginas y 139 capítulos (68+71), Ayala presenta el 68 como una “marcha interminable” que comenzó desde mucho antes, por ejemplo, con la Revolución Mexicana, o con los movimientos de maestros y ferrocarrileros. O que comenzó después, con movimientos como los de Atenco o el levantamiento indígena zapatista, en Chiapas.
Y en esa marcha va Olivia, junto con un gran número de personajes de la vida real que se integran a los contingentes y también tienen voz en la novela: Judith Reyes, Emiliano Zapata, La Tita, La Nacha, Raúl Álvarez Garín, José Revueltas, Jesús Piedra Ibarra, Lucio Cabañas, el general Francisco Gallardo, Fausto Trejo, Eduardo del Río, Rius, Digna Ochoa, Rosario Ibarra de Piedra y un largo etcétera.
“Acercarse a este libro es darse cuenta de la mentira de las palabras de un sistema de gobierno, de una impunidad completa, de algo que engaña a los mexicanos, de un lenguaje oral y escrito que no existe, que es tan farsante como el del propio Díaz Ordaz cuando dice mi mano está tendida. Y sobre todo, es acercarse a la figura de Olivia, quien es algo así como la lucha popular. Acercarse al libro es encontrar muchas cosas que no se saben, que se dijeron, y que aparecen en esa atmósfera real e irreal en la que puede hablar Olivia.
“Muchas veces la literatura salva las situaciones. ¿Cómo sabemos que pasaron aviones con permiso de Venustiano Carranza? Por Mariano Azuela. ¿Cómo sabemos que Carranza fue asesinado por Obregón? Por Fernando Benítez.
“La literatura denuncia, y cuando es verdadera, es voz del pueblo. Al pueblo lo que le interesa es que le digan su verdad. Y este libro intenta, en boca de todos, a través de la dulzura, la belleza y el valor femenino de Olivia, acercarse a ese pueblo. Olivia sigue hablando, la marcha seguirá, con o sin nosotros.”