Usted está aquí: domingo 21 de septiembre de 2008 Política Gritos y sombrerazos en el congreso del PRD; las causas de izquierda, pendientes

■ Siguen sin acuerdos tras meses de acusaciones, denuestos, tomas y agarrones

Gritos y sombrerazos en el congreso del PRD; las causas de izquierda, pendientes

Arturo Cano

Ampliar la imagen Ayer comenzó, con cinco horas de retraso, el 11 congreso nacional del Partido de la Revolución Democrática Ayer comenzó, con cinco horas de retraso, el 11 congreso nacional del Partido de la Revolución Democrática Foto: José Antonio López

“¡Haz lo que quieras, di lo que quieras… somos más!”, grita y grita el muchacho. Una mujer a su lado, más o menos de su misma edad, contesta también a gritos. No para: “Espurio, renuncia; espurio, renuncia, espurio”, se desgañita, mientras señala con el flamígero índice a Guadalupe Acosta Naranjo. “¡Somos más, somos más, somos más!”, no se cansa de gritar el muchacho.

Ah, la juventud perredista. Sus antecesores y jefes se foguearon en las luchas campesinas, en las mil batallas perdidas en los sindicatos, en las marchas que terminaban en corretiza, en la talacha sin fin en las colonias populares (exceptuando, claro, la franja que siempre fue aparatinski). Es decir, los antecesores de estos jóvenes padecieron represiones y se hicieron políticos en la resistencia frente al poderoso régimen priísta. A los jóvenes del PRD les ha tocado una tarea menos épica, a punto de cumplir su partido los veinte años: hacerse rudos con el enemigo interno.

Así sea en un congreso pactado. Los acuerdos acerca de un documento base no modifican el ánimo de confrontación. Los jefes de las corrientes, con el añadido de representantes de Alejandro Encinas, arman durante días, a la manera de un complicado collage, el documento que contiene los resolutivos del congreso. Se llega el día con acuerdos en la mayoría de los puntos y algunos atorones. “Está planchado”, se dice en la jerga política.

Los gritos y sombrerazos muestran que contra los arrugones de seis meses de crisis no pueden ni veinte tintorerías. “Espurio”, gritan unos. “Presidente”, responden los otros, sin planchado que valga.

No es por ideas, sino por cargos

Hace pocos días, Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD, dijo una de esas perogrulladas que valen por quien las dice: la bronca perredista no es por ideas sino por cargos. El lema del 11 congreso nacional, de modo implícito, le da la razón: “Nos une el proyecto”.

Pero incluso ese enunciado está en duda, vistas las diferencias sobre temas como las alianzas (Nueva Izquierda –NI– quiere ir con el PRI en varios estados) o la estrategia contra la “privatización” de Pemex . Si alguien ajeno al asunto asistiese a una reunión de NI o una de Izquierda Unida (IU) saldría preguntándose no qué separa a los perredistas, sino qué los mantiene unidos.

“Es un honor estar con Obrador”, gritan los de IU.

Guadalupe Acosta se sube a la ola: “Es un honor estar con Obrador”, corea varias veces.

“Espurio”, le vuelven a dar duro.

No hay sorpresas. En el discurso que lee Acosta Naranjo ya se había prevenido: “Soy el presidente del PRD”.

Sólo la tronante voz de Acosta le permite hacerse oír en medio del gritadero. NI y sus aliados hacen sentir su mayoría: “¡Pre-si-den-te!”, retoman la consigna del Zócalo lopezobradorista.

La estrategia Iodex

De marzo a la fecha, los perredistas le han propinado navajazos al rostro de su partido, en la definición de Armando Quintero. Y aquí siguen. Meses de acusaciones, denuestos, tomas, agarrones sin medida. Y también de negociaciones interminables. El congreso se instala cerca de la hora de la comida porque, pese a los avances, los jefes de las corrientes no terminan de cocinar el acuerdo.

En ese escenario habla el “pre-si-den-te”, quien primero pide un minuto de silencio por las víctimas del “narcoterror” en Morelia. Acosta liga la inseguridad a la crisis económica y trata de seguir al paso de quienes lo critican por plantear un frente común contra la delincuencia con el gobierno calderonista. “No se trata de unidad en torno de una persona, sino de una causa”.

Y a lo que sigue: no permitiremos la privatización de Pemex. Y al frente interno: contra los perredistas que están apoyando a Luis Walton en Acapulco. “Se equivocan quienes piensan que se puede apoyar a otros partidos y seguir siendo del PRD.”

Estrategia Iodex, golpe y sobadita: “En este partido nadie sobra”, dice Acosta.

“El PRD está por encima de cualquier personaje, de cualquier líder, de cualquier corriente”, sigue, y le aplauden todos los identificados con NI y sus aliados. Los demás en el presidium siguen sentados, no aplauden ni sonríen. Abajo sigue el duelo verbal.

Termina el “pre-si-den-te”. La lista de oradores no está por encima de cualquier corriente. Habla la dirigente michoacana, por razones obvias. Los otros dos al habla son una representante de la gobernadora Amalia García (por la corriente Nuevo Sol) y David Cervantes, por la corriente IDN, primera en votos en el bloque de IU. Cervantes repite el discurso encinista de días recientes: es necesario cerrar el capítulo, dejar de jugarnos el ombligo, ver hacia fuera del partido.

Nadie sobra en el PRD, aunque en su congreso algunos falten. Los ex presidentes. Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador, por ejemplo. O Alejandro Encinas quien, colmo natural en este partido, ni siquiera es delegado al 11 congreso porque ninguna corriente lo metió en su lista. “A nadie se lo pidió”, justifican.

Cierto, ningún personaje está por encima de ninguna corriente. ¿O no era así?

Los atorones

En tanto el tribunal electoral decide sobre la elección de marzo, la disputa se concentra en la nueva dirección. Hay acuerdo sobre la creación de una suerte de buró político, que será elegido por el Consejo Nacional a propuesta del presidente.

La bronca pendiente es la secretaría general, una vez que IU ha cedido en su afán de no reconocer a NI en la presidencia. El desgaste de Alejandro Encinas ha abierto la puerta a que las corrientes mayores de IU tensen la liga en busca de la secretaría general. La quieren el Foro Nuevo Sol y la bejaranista IDN. El jaloneo es intenso y el ex candidato de IU se ha quedado solo.

En días recientes, el documento que propone los resolutivos del congreso ha sido destazado una y otra vez.

Se avanza en la integración del Consejo Nacional, que queda 60-40, en favor de NI y aliados. Nadie cede posiciones al encinismo puro y el tema de las candidaturas se mantiene de pronóstico reservado.

Entre los atorones quedan el tema de las alianzas, porque NI quiere ir con el PRI en entidades empanizadas como Guanajuato, Jalisco, Querétaro y Aguascalientes, y la mayor parte de los grupos se oponen.

René Arce insiste en que se sancione a militantes que declaren a los medios sobre los conflictos internos (sólo podrían hacerlo cuando saquen 30 por ciento de votos y una sola vez).

Por la noche, entra a debate y votación el tema de los estatutos. Otra vez. Nueva cirugía a las reglas internas que siempre han sido dolor de cabeza del perredismo. La mayoría de los puntos se aprueban por unanimidad. Se atoran en puntos curiosos: cuando se propone, por ejemplo, que funcionarios y legisladores paguen al partido cuotas que van de 10 a 25 por ciento de sus salarios. Se arma un sainete, pese a que se retiró la propuesta original de que fuera 40 por ciento.

Un agarrón voto por voto, peso por peso más bien, mientras siguen pendientes las causas de la izquierda, los comicios de 2009, el petróleo.

Así las cosas, en el primer congreso del PRD que es todo de las corrientes, esas que, en su mayoría, juraron desaparecer en 2004. Ahora no hay “poderes fácticos” que valgan para justificar jugadas y jaloneos.

Tener la razón fue, durante décadas, una de las fortalezas morales de la izquierda. Las primeras bancadas rojas en la Cámara de Diputados, por ejemplo, se preciaban de ganar siempre los debates aunque luego les pasara encima la aplanadora priísta.

Ahora, al parecer, lo único importante es tener los votos para gritar como el muchacho: “¡Somos más, somos más!”

 
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