Usted está aquí: miércoles 17 de septiembre de 2008 Economía Cunde la inconformidad laboral entre los chinos

Economist Intelligence Unit

China

Cunde la inconformidad laboral entre los chinos

Ampliar la imagen Un obrero desarrolla sus actividades en una usina de la fábrica de vehículos de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en el centro de China Un obrero desarrolla sus actividades en una usina de la fábrica de vehículos de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en el centro de China Foto: Reuters

Mientras en Occidente las especulaciones sobre la política china se enfocan en las perspectivas de la democracia, a la elite que gobierna ese país le preocupa mucho más la inconformidad entre la clase obrera. El rápido crecimiento económico ha permitido que una amplia franja de la población china perciba una mejoría en su nivel de vida. Sin embargo, los beneficios del crecimiento se distribuyen de manera poco equitativa. Una mayor inflación y un mercado laboral más restringido han envalentonado a trabajadores para exigir remuneraciones más justas, pese a que en muchos casos los márgenes de ganancia de las industrias se ven comprimidos por la revaloración del renminbi y crecientes costos de producción. La inconformidad laboral es aún poco sistemática para ser un reto incontrolable, pero el lento crecimiento del PIB y más despidos en el sector industrial podrían provocar un agudo conflicto industrial.

Pobres y ricos

En una economía que todavía crece a dos dígitos, a muchos chinos les puede parecer excepcionalmente difícil ganar una cantidad decente debido a la desigual distribución de los ingresos. Shenzhen, el escaparate de las reformas económicas de China, subió hace poco su salario mínimo a mil renminbis (145 dólares) al mes, pero éste es el más alto del país, y los salarios mínimo varían con frecuencia, en particular en el caso de campesinos que buscan trabajo en las prósperas ciudades del este.

Sin embargo, ciertas circunstancias han envalentonado a los trabajadores a protestar contra salarios y condiciones injustas. Entre estas condiciones figura, en primer lugar, una amplia libertad para protestas públicas durante el periodo de reforma. Aunque la policía a menudo reprime las manifestaciones, las cifras gubernamentales muestran que cada año más de 3 millones de personas participan en “incidentes de masas” en el campo o la ciudad. En segundo lugar, la inflación en los precios al consumidor obliga a los trabajadores a proteger sus intereses. Se piensa que los precios al consumidor suben mucho más rápido que las cifras oficiales (6.3% anual a julio de 2008), lo que hace que una demanda de aumento salarial de dos dígitos parezca razonable a muchos trabajadores en una economía que todavía crece más de 10% anual.

Muchos trabajadores inmigrantes no han tenido aumentos de sueldo regulares, pero un tercer factor, la disminución del mercado de mano de obra inmigrante, ha mejorado su poder negociador. En parte, esta disminución se debe a las malas condiciones de las fábricas donde explotan a los obreros. China aún no ha agotado su superávit de mano de obra –algunos estudios sugieren que durará algunos años–, pero la política de tener un solo hijo ha reducido la mano de obra disponible. En cuarto lugar, la política gubernamental de fomentar el consumo de los campesinos ha incrementado el relativo atractivo de regresar al campo.

Huelgas desesperadas

Aunque el gobierno desaliente reportes sobre inconformidades laborales, hay muchos informes anecdóticos de huelgas desesperadas. En julio, cientos de trabajadores inmigrantes se amotinaron durante tres días en Yuhuan, en la provincia de Zhejiang, con motivo del presunto maltrato contra un trabajador. En marzo, los pilotos de línea aérea china Eastern Airways organizaron una huelga en 18 rutas de la provincia Yunnan, rechazando aterrizar en sus destinos y volviendo a sus puntos de origen. El conflicto se relacionaba con diferencias salariales dentro de la empresa y “contratos de por vida” que impiden que los pilotos renuncien a su empleo.

Esas huelgas y manifestaciones no son organizadas por la gubernamental Federación de Sindicatos Chinos. Sin embargo, ésta trata de mejorar su prestigio ante los trabajadores y ha organizado delegaciones en la mayoría de las empresas extranjeras, lo cual es visto como un objetivo políticamente legítimo. La nueva Ley de Contratos Laborales, que entró en vigor el primero de enero pasado, pretende proporcionar un mecanismo para la resolución de los conflictos laborales. La ley prevé contratos por escrito para todos los trabajadores, e indemnizaciones por despido injustificado. Las empresas no pueden celebrar de manera continua contratos por tiempo determinado con sus trabajadores: una vez que esos contratos han sido renovados dos veces, debe firmarse uno por tiempo indefinido. Finalmente, el sindicato oficial podrá opinar sobre los contratos laborales.

En la práctica, algunas empresas chinas tratan de evadir las disposiciones de la nueva ley. Una empresa de tecnología de la información causó revuelo a finales de 2007 cuando intentó despedir a 7 mil empleados y luego recontratarlos como “nuevos trabajadores”, para evadir la norma de que un trabajador que ha laborado durante 10 años tiene derecho a un contrato por tiempo indefinido.

Presiones crecientes

El índice oficial de desempleo urbano es de sólo 4%, pero esta cifra excluye muchas categorías de trabajadores, en especial a los migrantes, que generalmente tienen parcelas agrícolas a las cuales pueden regresar. El subempleo es otra cuestión. En algunos casos, por ejemplo en la industria textil, los márgenes de ganancia son muy estrechos, y la apreciación del renminbi, así como el incremento de los costos de energía y otros gastos de producción, los han estrechado aún más. En consecuencia, a pesar de la inflación, muchos industriales tienen que reducir sus costos laborales en vez de ceder a la presión de incrementos salariales de dos cifras.

Ante estas presiones, los reportes de cierre de fábricas se multiplican. Entre enero y mayo de este año se cerraron 2 mil 331 fábricas de calzado sólo en la provincia de Guangdong. Las fábricas de juguetes y de muebles también han sido afectadas. Pocos trabajadores pueden hacer algo por evitar estos cierres, y no es insólito que las fábricas cierren aunque deban enormes cantidades en salarios atrasados; en algunos casos, varios años. En febrero, 700 trabajadores de una fábrica de calzado en Guangdong regresaron después del año nuevo chino para encontrar que la fábrica había sido vendida y sus salarios habían quedado pendientes de pago. Intentaron marchar a la sede del gobierno en Guangzhou, pero fueron detenidos por la policía, que arrestó a varios.

Pese a la probabilidad de que se incrementen las huelgas y protestas de los trabajadores, hay pocas señales de que ese malestar pudiera convertirse en un movimiento más grande. Sin embargo, existe el riesgo de que un aterrizaje difícil en China propicie un aumento de conflictos laborales cuando se cierren fábricas o se intente cambiar las condiciones de trabajo.

En cualquier caso, las relaciones laborales serán quizá difíciles a mediano plazo debido a los cambios demográficos, que reducirán la mano de obra disponible. Las firmas extranjeras que operan en China enfrentan el aumento de los costos laborales y un mayor escrutinio de las condiciones de trabajo por los sindicatos oficiales. Equilibrar la inequitativa distribución del ingreso fomentaría la demanda doméstica y sería un factor más estable de crecimiento económico, junto con el comercio exterior. Sin embargo, es probable que la transición a una economía más madura sea aún un camino lleno de obstáculos.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya

 
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