■ Intensa vigilancia durante la parada militar; el reporte: “sin novedad”
Recortan desfile tras atentados
Ampliar la imagen Más de 15 mil elementos de las fuerzas armadas participaron en el tradicional desfile Foto: Guillermo Sologuren
El parte final rendido por el comandante de la parada militar y subsecretario de la Defensa Nacional, general Francisco Armando Meza Castro, fue “sin novedad”; esta vez el desfile estuvo marcado por la noticia de la explosión ocurrida en pleno centro de Morelia, Michoacán, y por el fuerte dispositivo de seguridad que acordonó las calles capitalinas por las que marcharon 15 mil 70 elementos de las fuerzas armadas y otros contingentes.
El cielo nublado en el valle de México también afectó el desfile aéreo; quedó para mejor ocasión la realización de la “maniobra conjunta” del Ejército, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México, en la que se tenía previsto que paracaidistas aterrizaran en la plancha del Zócalo, ante el balcón presidencial de Palacio Nacional. La falta de visibilidad no lo permitió.
Antes del inicio formal del desfile, 24 elementos de fuerzas especiales que viajaban a bordo de tres helicópteros artillados (dos de la Fuerza Aérea y uno de la Armada) descendieron con sogas a rappel en una demostración de sincronía y fuerza. Aunque uno de los elementos trastabilló y cayó cuando iba a tomar su posición de combate.
Posteriormente, los aparatos aterrizaron y permanecieron ahí durante y después de la parada castrense, para permitir que la gente se acercara a las aeronaves y les tomara fotografías.
El presidente Calderón, escoltado por los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, pasó revista de las tropas a bordo de un vehículo Hummer y acto seguido ingresó a Palacio Nacional para que, una vez instalado en su balcón, diera inicio el desfile.
El paso de soldados y marinos, cadetes de plantes militares y navales, la marcha de vehículos anfibios, lanchas, blindados, tanques y camiones que no son vistos comúnmente por la población, arrancaban aplausos y exclamaciones de júbilo de los paseantes.
Para muchos pasó desapercibido que las medidas de seguridad se incrementaron con relación a años anteriores. Además de los policías capitalinos que regularmente vigilan este acto, había soldados vestidos de civil que caminaban a paso veloz a los costados de los contingentes, observando hacia la multitud cualquier actitud sospechosa.
Además, otros jóvenes de cabello corto, que iban en parejas y portaban un listón tricolor en el brazo, estaban colocados estratégicamente a lo largo del recorrido.
El presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala seguían atentos el desfile desde el balcón presidencial, flanqueados por los secretarios de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, y de Marina, Mariano Francisco Saynez Mendoza, y por representantes de los otros poderes de la Unión.
Por primera vez en la historia, el primer contingente en marchar fue el de la Secretaría de Marina; los cadetes del Heroico Colegio Militar, marinos y elementos de fuerzas especiales iban cobijados por helicópteros y aviones de la Armada que sobrevolaron el centro de la ciudad.
Las lanchas de la dependencia destinadas al salvamento de personas arrancaron aplausos de la concurrencia, así como los vehículos anfibios y blindados.
Cuando le tocó su turno a los soldados del Ejército, 63 aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea –encabezados por los supersónicos F-5– surcaron en diversas formaciones el cielo capitalino.
El programa original se recortó de última hora; algunos contingentes no desfilaron y la duración se redujo a una hora con 15 minutos aproximadamente. Incluso el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México dio a conocer que la reapertura del espacio aéreo a la aviación comercial se adelantó media hora.