Usted está aquí: domingo 14 de septiembre de 2008 Economía Conservar el empleo preocupa más a consumidores que el crimen o la inflación

■ Las alzas a los alimentos han obligado a un cambio en los hábitos de compra

Conservar el empleo preocupa más a consumidores que el crimen o la inflación

Susana González G.

Endeudados, con bajos recursos y preocupados más por la estabilidad laboral que por otros problemas como la inflación, el crimen o la salud, los mexicanos se han visto forzados a modificar sus hábitos de consumo para hacer frente al encarecimiento de alimentos. Cerca de la mitad ha optado por comprar menos cantidad en alimentos con tal de mantener las marcas de su preferencia, mientras que entre 54 y 67 por ciento prefieren comprar marcas más baratas en otros productos, incluidas las llamadas “genéricas”, propias de los supermercados y que registran un incremento de 27 por ciento en promedio en diversas mercancías.

Cambios de hábitos de consumos que se explican cuando el sector socioeconómico de bajos ingresos llega a representar 61 por ciento de la población total, por encima de países con economías similares, como Chile y Argentina, donde el porcentaje de pobres es de 43 y 52 por ciento, respectivamente.

Sector que se vuelve más sensible a las variaciones macroeconómicas cuando la compra de alimentos acapara 34.5 por ciento de sus ingresos –tres veces más del que destina, por ejemplo, a la vivienda–, revela un análisis de la consultoría en mercadotecnia Nielsen, presentado durante el reciente Congreso panamericano sobre la crisis de alimentos, de la Asociación Latinoamericana de Supermercados (ALAS).

Adquirir menos o cambiar de marca

En la actual situación económica mundial, los consumidores latinoamericanos enfrentan más problemas para distribuir sus ingresos ya que, explica la firma, “en búsqueda de un mejor nivel de vida, han adquirido mayores deudas, (por lo que) se ven obligados a evaluar cómo distribuye su gasto en alimentos, ante los gastos fijos que ha adquirido”, tales como pago de la tarjeta de crédito, renta del teléfono celular, gasolina y otros gastos propios del automóvil, servicio de internet o el incremento en el pago de electricidad por el uso de cada vez más electrodomésticos.

Destaca el caso de México donde prácticamente se duplicó el número de hogares que poseen computadora, celular y microondas en un lapso de tan sólo siete años (2000–2007). Adicionalmente, Nielsen asevera que “los mexicanos son quienes destinan mayor parte de su dinero sobrante al pago de tarjetas de crédito” –45 por ciento–, cuando el promedio en América Latina es de 40 por ciento.

No es de extrañar entonces que encuestas de Nielsen indiquen que “la mayor preocupación” para casi la tercera parte – 29 por ciento– de los consumidores latinoamericanos, incluidos los mexicanos, es la “estabilidad laboral”. Cifra que se dispara a 67 por ciento en el caso del “desempleo” como la principal preocupación, cuando la consultoría plantea la posibilidad de que estalle una crisis local en el respectivo país de los consumidores latinoamericanos encuestados.

Marcadas por la desaceleración económica mundial, el encarecimiento de los alimentos y los energéticos y los otros factores ya mencionados, las tendencias registradas en México sobre el cambio en los hábitos de compra indican que el 51 por ciento de los consumidores ha optado por comprar menor cantidad de alimentos con tal de mantener las marcas de su preferencia. Por ello, compran empaques o presentaciones más pequeñas para gastar menos, de acuerdo con los detalles del análisis difundido por ALAS, Inflación de alimentos, tendencias y su impacto en el consumo, presentado por Eduardo Ragasol Alvarez, vicepresidente comercial para América Latina de Nielsen, durante el congreso de la asociación .

No sucede lo mismo en el caso de otros productos como bebidas, mercancías para uso doméstico o artículos para higiene y belleza donde entre el 54 y 67 por ciento de los mexicanos han preferido buscar marcas más baratas, entre ellas las llamadas “marcas genéricas”, como se conoce aquellas registradas por las mismas cadenas de supermercados y que se venden a precios más baratos.

Así, la desaceleración económica ha contribuido al crecimiento de las marcas genéricas en México pues tan sólo en un año hubo un incremento de 27 por ciento en ocho productos distintos.

 
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