México SA
■ Falaz justificación del desempleo
■ Chivo ciclista
La versión oficial sostiene que de enero a julio del presente año se generó un menor número de empleos en México, porque el “entorno para el crecimiento de la economía mundial ha empeorado más de lo previsto originalmente”. De no ser por ese pequeño detalle, asegura, la tasa de desocupación abierta sería cosa del pasado.
Eso dice el pretexto oficial, pero si se compara el ritmo de generación de empleo en 2007 con el registrado en 2008, el resultado concreto es exactamente el mismo, es decir, igual de raquítico en “un entorno” amable que en uno que “ha empeorado más de lo previsto”. Si se atienden las cifras contenidas en el paquete informativo que el nene Mouriño entregó el pasado lunes en la Cámara de Diputados, en los primeros siete meses del presente año sólo 4 de cada 10 mexicanos en edad y condiciones de laborar lograron colocarse en la economía formal, una proporción idéntica a la reportada 12 meses atrás.
Cuando en Los Pinos celebraban las “golizas” que le metían al crimen organizado y se reían a carcajadas de los nubarrones que ya se veían por la anunciadísima recesión estadunidense, su inquilino presumía “cifras históricas” de empleo tan altas (e insuficientes) como 867 mil nuevas plazas laborales en la economía formal de enero a julio de 2007. Un año después, y de forma por demás mañosa, se congratula de la generación de 827 mil nuevos empleos… en 20 meses de “continuidad”.
Lo cierto es que en el periodo enero-julio de 2007 la generación oficialmente reconocida (tras la “corrección del error metodológico” en la medición de empleos formales) fue de tan sólo 306 mil nuevos puestos de trabajo, o lo que es lo mismo 43 por ciento de la demanda real, sin considerar rezagos). En igual lapso, pero de 2008, esa cifra se redujo a 302 mil (que igualmente representa 43 por ciento de la demanda), de tal suerte que con “entornos” favorables o abiertamente hostiles la economía mexicana de plano no es capaz de crear fuentes de empleo en el sector formal.
Tras su primer “informe”, en septiembre de 2007, en este espacio comentamos que por los resultados concretos, en el mejor de los casos y en un acto de indulgencia al inquilino de Los Pinos se le podría llamar “el medio presidente del empleo”, o, si se prefiere, el mismo lema utilizado en campaña, pero al 50 por ciento. Y no es que esté de oferta, sino que el reporte oficial sobre nuevos registros laborales en el IMSS a lo largo de la “continuidad” no alcanza más que para ese mote. Resulta que el michoacano adelantó la pirotecnia del mes patrio para celebrar “el éxito” de su política de promoción de empleo, y en los primeros días septembrinos encendió los cohetes decorativos para presumir quede enero junio de ese año se registraron en el IMSS 866 mil 900 mil nuevos empleos formales… que en los hechos se redujeron a 525 mil, siempre según cifras oficiales.
Pues bien, tras su segundo “informe”, el inquilino de Los Pinos tendría que ser identificado como el “Presidente del 43 por ciento del empleo”, por mucho que el pianista poblano tocado por el dedo divino para despachar en la Secretaría del Trabajo festeje que “hay avances” en este renglón, pues “peor sería” la cancelación de puestos de trabajo como en el arranque del gobierno zedillista.
A este vocero oficioso se le olvidó mencionar que en dicho inicio sexenal el producto interno bruto del país se desplomó 6.2 por ciento y que la crisis económico-financiera estalló en la cara de todos los mexicanos, contrario a lo que sucede en la “continuidad”, que con todo y su “navío de gran calado” de plano no da una, aunque “todos quisiéramos que hubiera más empleos y mejores salarios” (Lozano dixit).
Y si de “novedades” se trata, el llamado Programa del Primer Empleo, una de las piezas de joyería de fantasía presumida por el inquilino de Los Pinos desde un principio, reventó por segunda ocasión consecutiva. En agosto del año pasado el gobierno federal no tuvo más remedio que reconocer su sonado fracaso en este renglón y anunciar su “profunda revisión” para su relanzamiento. En ocho meses generó algo así como 8 mil plazas laborales en el sector formal, de las 300 mil comprometidas. Pues bien, a estas alturas, una vez más reconoce la calidad de cadáver del citado programa, y el pianista poblano anunció que sólo se registraron poco más de 26 mil empleos, de tal suerte que “entrará en una revisión profunda para determinar qué cambios pueden ejercerse o si será cancelado (pero) en las condiciones actuales no va a dar mucho en términos de contratación”.
De cualquier suerte, la presumida generación de empleo en el sector formal de la economía (en 2007 y lo que va de 2008) se encuentra muy alejada de la promesa de campaña que dio pie a una de las frases de la misma (“seré el Presidente del empleo”), pero como en todos los pendientes e incumplimientos gubernamentales, es más fácil para ellos inventar cualquier cantidad de pretextos que encontrar soluciones, y como todo indica que aún falta por registrar lo más negro del efecto recesivo, preparaos para escuchar evasivas a granel por parte del inquilino de Los Pinos y amigos que lo acompañan.
Las rebanadas del pastel
Cri Cri no se dedicaba al análisis político ni era ducho en cuestiones de gobierno, pero de repente sí dejaba ver sus dotes de vidente. Murió en 1990, pero desde 1959 anunció qué pasaría en Los Pinos (versión oficial) el sábado 30 de agosto de 2008: “Era un chivo en bicicleta sin saber andar; Contra la banqueta el manubrio fue a clavar. ¡Que se cae, que se cae, que se cae, que se caeeeee! Todo es cuestión de practicar. Iba el chivo piocha en bicicleta de alquiler: ¡qué valor derrocha en sus ansias de aprender! ¡Que se cae, que se cae, que se cae, que se caeeeee! Como treinta jarrones fue a romper.
“Quiebre usted el manubrio pa’poderse sostener... Pero el chivo se hizo bolas sin saber qué hacer. ¡Que se cae, que se cae, que se cae, que se caeeeee! Hacia el piso nunca hay que ver.
“Y por fin el chivo ser ciclista consiguió; más su larga barba en las ruedas se atoró. ¡Que se cae, que se cae, que se cae, que se caeeeee! Contra un gendarme retachó” (Gabilondo Soler, El chivo ciclista, por cortesía de un estimado lector).