Usted está aquí: lunes 1 de septiembre de 2008 Deportes ¿La fiesta en paz?

¿La fiesta en paz?

Leonardo Páez
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El sábado 23 de agosto, por cierto aniversario luctuoso de un hombre tan singular que casi no hubo que llorarlo, la cuarta novillada del serial de la plaza Antonio Velázquez, en Tlalpan, alcanzó relevancia taurina, no tanto por las faenas realizadas cuanto por la excelencia que mostró el encierro enviado por un criador tan flamante como ubicado, al grado de hacérsele costumbre triunfar cada tarde con los diestros triunfadores. Ese día no fue la excepción.

Luis Autrique Gómez Gordoa, propietario del hierro que lleva su apellido, con una idea muy clara de que la materia prima del arte del toreo es el toro bravo, quiso que su presentación como criador en la ciudad de México fuese incuestionable. Por ello, sin preocuparse de quiénes matarían su novillada, decidió ocuparse en la esmerada selección de ejemplares que reflejarían no sólo su nombre de familia y su respeto por la fiesta, sino también su ideología ganadera y su concepto de bravura con emotividad y buen estilo.

Los cuatro novillos fueron ovacionados de salida, los cuatro iban muy bien armados y en puntas, los cuatro embistieron de largo y con fuerza al caballo, los cuatro, para no variar, recibieron un castigo que no sólo corroboró su poder sino el alarmante nivel técnico y anímico de nuestros novilleros, los cuatro, en fin, traían las orejas prendidas con alfileres pero sólo un alternante se dio cuenta de ello.

José Pedro Rodríguez, de León, Guanajuato, otra cantera inagotable de toreros… sin barretero que atine a aprovecharla, se topó con Aniversario, tercero de la tarde, al que aprovechó con sentimiento e inteligencia, consiguiendo una faena templada que dejó ver su buen potencial y la calidad del astado.

Dos merecidas orejas, una cornada no grave, arrastre lento a los despojos del novillo cuando la plaza entera pedía la vuelta, recorrido triunfal del ganadero Luis Autrique con el joven José Pedro y un público que salió profundamente emocionado, no divertido, que a los toros se va a gozar sufriendo, como dejó dicho Lorca.

A poco de su fundación en 2001, con vacas y sementales de San Martín, el hierro de Autrique ha cosechado triunfos sucesivos: tres orejas en un festival en León, un toro indultado en Tulpetlac, tres rabos y dos peticiones de indulto en Tlahuelilpan, y ahora este de Arroyo. Sin duda la divisa verde pino, vino y tabaco seguirá honrando la mejor tradición ganadera de México. ¡Enhorabuena!

 
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