■ Confirma que este 15 de septiembre acudirá al Zócalo para celebrar el Grito de los Libres
“Ya está listo” el plan para iniciar nueva fase de la resistencia civil: López Obrador
■ Llama a brigadistas en defensa de Pemex a mantenerse en alerta ante posible albazo del PRIAN
Ampliar la imagen Simpatizantes de López Obrador durante la asamblea informativa de ayer Foto: Víctor Camacho
Tres veces vibraron ayer las anchas patas del Monumento a la Revolución durante la asamblea informativa en que Andrés Manuel López Obrador anunció el inicio de una nueva etapa de lucha en defensa del petróleo. La primera, cuando mostró un abultado expediente, compuesto por gruesos legajos, que documentan numerosos desvíos de recursos en perjuicio de la industria de los hidrocarburos, que serán la base de una denuncia penal en contra de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa.
La segunda, cuando el tabasqueño propuso, y la gente, con el puño en alto y a gritos, aceptó que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo se declare en “estado de alerta” ante el reinicio de labores del Congreso de la Unión, donde a partir de hoy las bancadas del PRI y del PAN podrían dedicarse a dictaminar y aprobar la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Y la tercera cuando convocó a un mitin, el próximo 15 de septiembre, a las nueve de la noche, en el Zócalo, para conmemorar la gesta de la Independencia. Pero la alegría de la muchedumbre, que aclamó la idea entre cohetones y banderas que flameaban, dio paso a un breve diálogo, cuando el orador añadió: “Ya veremos a quién designamos para que dé el Grito”. La gente respondió: “¡Tú, tú!”, antes de reiterárselo sin lugar a equívocos vociferando: “¡Obrador, Obrador!”
Quienes más felices estaban entre los contingentes de brigadistas y adelitas que ocuparon la mitad de la Plaza de la República, dando la espalda a la avenida Juárez y a la brumosa silueta de la Torre Latino, eran los militantes de Flor y Canto, y la logia masónica Independencia Número 2, quienes hace tres domingos, en su ya tradicional reunión en la glorieta del Ángel, llamaron a celebrar, por segundo año consecutivo, el Grito de los Libres en el Zócalo, sin imaginar entonces que su iniciativa se convertiría en la primera jugada de este nuevo partido de ajedrez entre el gobierno federal y el movimiento obradorista.
Siempre y cuando, claro está, no ocurra nada sorpresivo en el Senado, donde, según sabe ya el primer círculo de López Obrador, mañana el tema del petróleo podría subir a tribuna a instancias del PRIAN.
Vestido de traje gris y corbata clara, de muy buen talante, rodeado por dirigentes del Frente Amplio Progresista, por funcionarios del “gobierno legítimo”, por doña Rosario Ibarra de Piedra y por las escritoras Elena Poniatowska y Laura Esquivel, el “presidente legítimo” había llegado al acto minutos después de las once de la mañana en compañía de su pequeño hijo, Jesús Ernesto, y de su esposa Beatriz, que permaneció detrás del templete, junto a la carreola del bebé.
Tras las palabras de un orador telonero al que nada se le entendía porque el sonido estaba fallando, el embajador Jorge Eduardo Navarrete explicó en qué consisten las propuestas que el FAP entregó la semana pasada al Senado: una, para crear un instituto nacional de energía renovable que acelere el desarrollo de todas las fuentes de generación de combustibles y electricidad alternativas al petróleo; otra, para dar marcha atrás a la división de Pemex en distintas empresas, a fin de que ésta vuelva a integrarse en una sola; otra, para definir una nueva ley orgánica de la paraestatal que ponga en marcha mecanismos de rendición de cuentas sujetos al escrutinio permanente del pueblo y acabe con los contratos de riesgo, que sólo benefician a unos cuantos.
El embajador Navarrete cerró su intervención afirmando que “no se requiere invitar a inversionistas del exterior para fortalecer a Pemex”.
A continuación, Alejandro Chanona, en nombre del FAP, comprometió el apoyo de los tres partidos que integran esa alianza a la defensa de la propuesta elaborada por científicos e intelectuales. Abajo, al rayo del sol que a menudo tamizaban las nubes, pero que pegaba en forma implacable, las 40 brigadas masculinas y las 22 femeninas desoyeron las reiteradas peticiones de la maestra de ceremonias, Jesusa Rodríguez, de que no levantaran sus banderas para no tapar la vista del templete a los demás.
Nada de eso: apenas la propia Jesusa informó que los micrófonos quedarían en manos de López Obrador, por encima de la alfombra de rostros insolados surgieron mantas y pancartas de todo tipo que, entre otras cosas proclamaban: “todos somos México”, “soberanía energética ya”, “mujeres socialistas”, “brigada ATM”, “Nuevo Horizonte”. Salvo unos amarillos rehiletes enormes, aparentemente del PRD y sin que se vieran símbolos alusivos a Convergencia, del FAP no había sino escudos del Partido del Trabajo.
López Obrador pasó lista de presentes a todas las brigadas de hombres y mujeres que participaron en los cercos alrededor del Senado en abril y que se mostraban ansiosas por conocer las nuevas acciones que se llevarán a cabo si las circunstancias lo ameritan.
Cierta desilusión ensombreció el rostro de muchos y muchas cuando el tabasqueño dijo que ya se formó una comisión, integrada por Alejandra Barrales, Claudia Sheinbaum, Jesusa Rodríguez y Ricardo Ruiz, “para elaborar el plan de esta tercera etapa de resistencia civil pacífica”.
Al percibir el efecto de estas palabras en el ánimo de su auditorio, López Obrador agregó: “Bueno, el plan ya está listo, pero no lo vamos a dar a conocer todavía por obvias razones”, lo que provocó alivio, sonrisas y aplausos.
Faltaba el clímax. La plaza se había indignado al escuchar que “(el gobierno calderonista) está transmitiendo un comercial en que afirman que en México la ley prohíbe hacer refinerías, lo cual es absolutamente falso. Lo que el marco legal prohíbe es que las haga(n) el sector privado y los extranjeros (pero) Calderón no las construye porque tiene compromisos inconfesables con organismos y empresas internacionales para privatizar el petróleo”.
Minutos más tarde, la indignación arreció cuando López Obrador habló del buquetanque adquirido por Pemex en 2004, mientras Calderón era secretario de Energía, que el gobierno entonces presidido por Fox compró en mil 135 millones de dólares (mdd), aunque sólo valía 227 mdd, pese a lo cual pagó, o hizo creer que pagó, 758 mdd por la nave y 377 mdd para ponerla en funcionamiento, porque en realidad era un barco viejo, con 28 años de uso; una embarcación del mismo tipo, recién construida en China, en ese momento costaba 230 millones de dólares.
Entonces, después de añadir que posee documentación para comprobar la existencia de numerosos fraudes como éste, y de afirmar que acusará penalmente a Fox y a Calderón como presuntos responsables de los delitos que resulten, el discurso viró al tema de la inseguridad pública, criticando que ante la falta de inversión para el empleo y la salud, y ante la frustración de cientos de miles de jóvenes que año con año son rechazados de las universidades, al gobierno panista “no se le ocurre nada más que proponer un nuevo modelo policial”, López Obrador aseguró que los principales funcionarios del régimen no podrán hacer nada contra la inseguridad pública porque ellos mismos “son delincuentes”, acusación que fue rubricada por el siempre sorpresivo estruendo de los cohetones.