Usted está aquí: sábado 30 de agosto de 2008 Cultura Contradanza cumple 25 años de ser una compañía en resistencia

■ Concide con el festejo la presentación de Proyecto M-H. Confesiones de despedida

Contradanza cumple 25 años de ser una compañía en resistencia

■ Lamenta Cecilia Appleton, su fundadora, que persiste la poca sensibilidad hacia los artistas de la danza

■ Asegura que es muy pesado llevar a cuestas el nombre del grupo, “porque tiene que estar vivo”

Alondra Flores

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Ampliar la imagen Tres aspectos de Proyecto M-H. Confesiones de despedida, representación en la que Cecilia Appleton es acompañada por su hijo Tres aspectos de Proyecto M-H. Confesiones de despedida, representación en la que Cecilia Appleton es acompañada por su hijo Foto: Cortesía de Contradanza

Como una compañía en resistencia definió Cecilia Appleton a Contradanza, que cumple 25 años de vida artística, “siempre resistiendo al cambio de gobierno, resistiendo la falta de legislación para la cultura, resistiendo la falta de espacios, la poca sensibilidad sobre lo que significa ser un artista de la danza”. En entrevista, Appleton reflexiona sobre un cuarto de siglo dedicado a la danza, con los aciertos y demandas de un gremio artístico, y dio a conocer las actividades que la compañía realizará para celebrar su existencia.

“En agosto de 1983 se fundó la compañía Contradanza con la inquietud de formar un colectivo en el que no sólo se trabajara albergando bailarines, sino también como promotores, administradores, inspirados en los modelos de compañías europeas o estadunidenses”, recordó su fundadora y directora.

Sin embargo, relata, a lo largo del tiempo la idea original se fue modificando, “no tanto por una situación ideal, sino por una necesidad o por ser parte de una sociedad que va perfilando sus relaciones culturales”.

La coreógrafa y bailarina se declara una enamorada de la danza, “pues gracias a ella me he vuelto más sensible a la humanidad; es este impulso de expresar lo que me preocupa y cuestionarme la vida. Todo el tiempo me hago mil preguntas que llego a entender cuando bailo”.

Este impulso vital de expresar con el cuerpo ha sido el aliciente para continuar con una labor, “gracias al coraje, a la necedad, al gran amor es que existe el arte de la danza, porque seguimos exigiendo desde el escenario. No somos buenos con escritos o movimientos armados, sino con nuestro propio lenguaje, que es a través de la danza”.

Y ahora que se cumplen 25 años de un largo trayecto de producción coreográfica, el nombre de Contradanza resulta a cuestas pesado, ya que significa buscar nuevas vetas y propuestas, inquiriendo constantemente. “Siempre siento estar cargando el nombre de algo que tiene que estar vivo, pero además en la experiencia diaria de un nuevo experimento”, expresa Appleton.

Propone mesa de reflexión

Al hacer alusión a las actividades para conmemorar el aniversario, aclara que más que celebrar, es un momento para recordar y hacer un recuento, “pienso que los artistas festejamos de una manera muy particular”. Explica que es un momento para ver el significado de una propuesta, que es lejana de algunas compañías extranjeras y que en algún momento quiso reproducir, “olvidando que tú tienes otra realidad, porque vives en un país con sus problemas de eje político y urbanístico. Yo siento que todo siempre es algo que se queda rezagado, que los artistas tenemos que vivir en ese rezago, pues se crea infraestructura para el arte que después no tiene ningún seguimiento”.

Como parte de este momento de introspección, en noviembre se realizará una mesa de reflexión en la que participarán un crítico, un investigador y gente ligada al trabajo que involucra la expresión corporal, para realizar una serie de preguntas como ¿cuál ha sido la veta de Contradanza? ¿Qué le dice a la sociedad? ¿De qué sirve a una sociedad una compañía de danza? En un principio, se tiene contemplada la participación de la crítica Raquel Tibol y la escritora Elena Poniatowska.

Coincidentemente, durante el mes de agosto comenzaron las representaciones de Proyecto M-H. Confesiones de despedida, en el Foro de las Artes. Se trata de un montaje multidisciplinario, que incorpora danza, multimedia, teatro y otras artes escénicas, y que trata de la relación entre una madre y su hijo que están a punto de separar sus vidas. Durante la última función se develará una placa conmemorativa al aniversario de Contradanza.

M-H, juego de letras que significa madre-hijo, fue un proyecto guardado para la aventura de estrenarse en el Centro Nacional de las Artes, explica Appleton, pues brindaba la posibilidad de 23 funciones, que en danza es un número afortunado, pues siempre se realizan tres o cuatro funciones, ocho con mucha suerte. “Cuando vimos el calendario, me di cuenta que coincidía con el aniversario de Contradanza y me pareció una forma en que el destino va cerrando ciclos y enfatizando las etapas que uno va poniéndose como ser humano y artista”.

Además, el hijo de Cecilia Appleton, Yseye Márquez Appleton, es quien participa en dicha representación haciendo precisamente el papel del hijo.

En medio de la dificultad de la vida artística nacional, no sólo para la danza, Appleton plantea que ser un grupo de artistas que se reúnen por proyectos durante tantos años no solamente los ubica como tales, sino también como parte de una sociedad que habla de ella, aunque parezca que tienen muchas propuestas intimistas. Pero en realidad el artista expresa una coyuntura.

“No sé si el ser humano está perdiendo la necesidad de descubrirse a sí mismo”, medita. “Hay momentos en que uno se desilusiona, porque hace falta eco de una sociedad y hasta del mismo gremio de la danza, tenemos muchos vicios y nos hace falta cuestionarnos más sobre lo que está sucediendo con un público aletargado en la era en la que estamos viviendo, de la Internet, del individualismo. La época moderna empezó justamente a hacer que la sociedad dejara de preocuparse por lo colectivo”.

Y aún con el aliciente de seguir cuestionando y comprendiendo con la unión de cuerpo y música, señala que se sigue en la resistencia, porque hay gente que deja de producir obra porque está agotada, toma aliento y regresa, “a seguir apostando toda su vida y su ser, porque lo haces con todo lo que te completa como ser humano para crear una obra y convocar”, afirma Appleton.

 
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