■ El músico ruso ofrecerá mañana un recital en la sala Nezahualcóyotl
Mikhail Rudy, leyenda del piano que se recomienda de boca en boca
Ampliar la imagen Mañana, el pianista ruso ofrecerá un recital con música de Chopin, Scribain y Lizst Foto: Cortesía de la UNAM
El pianista ruso Mikhail Rudy se ha convertido en una leyenda. Su reputación se sustenta en una de las mejores maneras de valía verdadera: la recomendación de boca a boca entre melómanos. Quienes hemos tenido acceso a sus grabaciones compartimos con otros el asombro y se va formando una bola de nieve que crece al punto que el recital que ofrecerá este miércoles, a las 20:30 horas en la Sala Nezahualcóyotl (Insurgentes Sur 3000, entre Rectoría y Perisur), se ha convertido en uno de los acontecimientos más esperados en el ámbito de la cultura musical de México.
El programa para este recital resulta irresistible: Ocho Estudios, de Scriabin; una Sonata, de Franz Liszt, y los 24 Preludios de Chopin. Un agasajo.
La coherencia del programa es asombrosa: un inicio apoteósico, una parte intermedia de intensidad suprema y un final para recordar.
Scriabin, ese compositor nietscheano por excelencia, precursor de “la música del futuro”, alucinado e irreverente, representa un reto para sus intérpretes. Los pianistas rusos, en especial Vladimir Horowitz, son quienes más alto han llegado en este repertorio alucinógeno.
La Sonata de Liszt enlaza el programa entero, ya que algunas obras de Scribain resultan chopinianas y la ligazón entre los pianistas Liszt y Chopin va más allá de la leyenda (recuérdese, para sonreír, el filme clásico Canción inolvidable, que algunos socarrones llamamos Calzón inoxidable).
Los preludios de Chopin, que sonarán en la parte culminante del concierto, dejarán impronta en los escuchas.
Esto será el miércoles. Dos días después, el viernes 29, a las 20:30 horas en la Sala Covarrubias, Mikhail Rudy se unirá a un grupo artístico de primer nivel, encabezado por el director de escena Emmanuel Márquez, para presentar otro programa que nadie quiere perderse: Petrushka y Cuadros de una exposición. Baste decir por lo pronto que escuchar la grabación de Mikhail Rudy de estas dos partituras portentosas es una experiencia fantástica. De repente uno se percata que lleva media hora haciendo karaoke orquestal, mientras el piano sostiene, como arquería de catedral, el monumento entero.