México SA
■ Frases para “combatir” la inseguridad
■ Veinte años después
Si reuniéramos las promesas de campaña y los miles de discursos de gobierno (relativos al tema que ahora ocupa y preocupa, electoralmente hablando, a la clase política) de cuando menos los cuatro últimos inquilinos de Los Pinos –el actual incluido–, con toda seguridad México habría sido declarado zona libre de inseguridad, impunidad, crimen organizado y conexos, al tiempo que la ONU lo habría designado como ejemplo a seguir por la comunidad de naciones.
Lamentablemente las promesas de campaña se han incumplido en su totalidad, los discursos cada día son más huecos y sólo intentan tapar el desinterés real por atacar problemas tan graves como el de la inseguridad, la impunidad y el crimen organizado. Así, entre unas y otros, México se encuentra al borde del precipicio y las “autoridades” intentan evitar que en él caiga con la medicina de siempre, o lo que es lo mismo, promesas y discursos.
Dijo el inquilino de Los Pinos en la pomposa firma del jueves que el “Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad” no quedará en una “carta de buenas intenciones” y que la inseguridad “es una realidad ante la cual no podemos cerrar los ojos”, amén de exigir, con frases publicitarias, un “ya basta” al atroz escenario en el que los mexicanos se ven obligados a sobrevivir, gracias a la incapacidad de “gobernantes” como Calderón y demás “autoridades” reunidas en Palacio Nacional.
En sus 20 meses en Los Pinos, Calderón ha aportado más en frases y pretextos para torear el declive que acciones para salir del hoyo. Y como las frases han sido, son, la norma de gobierno, suficiente resulta comparar el discurso calderonista del jueves con los de cuando menos sus tres antecesores en el cargo, o lo que es lo mismo los encargados de “combatir” la inseguridad en el país y “frenar” el avance del crimen organizado. En resumidas cuentas, “la goliza” virtual al crimen organizado, que obliga la reunión del jueves
En campaña decía el michoacano que “la principal fortaleza” de sus propuestas era “que han sido elaboradas con responsabilidad y seriedad. Hemos sido cuidadosos para no caer en la salida fácil de proponer acciones que no se pueda cumplir y comprometer el futuro y el patrimonio de los mexicanos”. Los resultados están a la vista.
Pero antes de sus frases y promesas estuvieron las de Vicente Fox (2000-2006), quien aseguró estar “en pie de guerra contra el narcotráfico (y) los resultados no tienen precedente. Entre los reclamos más sentidos de la población se encuentra la solución a la inseguridad pública y el freno a la corrupción. Mi gobierno sabe, está consciente, que la ciudadanía en su conjunto resiente los altos niveles de criminalidad y la fuerza de las poderosas agrupaciones del crimen organizado. No obstante, estamos trabajando como la urgencia reclama. Hacemos lo necesario para dar una batalla decisiva contra la delincuencia y recuperar la seguridad pública. El mensaje que nos llega desde la base social es claro: estamos obligados a no perder de vista que nuestros verdaderos enemigos son (…) la inseguridad… Estamos cada vez mejor preparados para enfrentar la inseguridad… Siendo la confianza el pilar fundamental de esta nueva forma de operar. Este gobierno no vacilará, no se detendrá hasta ganar esta batalla contra la inseguridad. El gobierno federal ha actuado con determinación para combatir la delincuencia y las causas que convergen en la inseguridad. Hablemos con la verdad, el país necesita nuestra respuesta ahora”.
También las de Ernesto Zedillo (1994-2000): “la ciudadanía sigue siendo víctima de la distancia que existe entre la palabra de la ley y su observancia. La sociedad está profunda y justificadamente agraviada. En muchos lugares es indignante la amenaza cotidiana a las personas, a su familia y a su patrimonio. La ciudadanía vive preocupada por la inseguridad en las calles, los caminos y los sitios públicos; la ofende la frecuencia de los delitos y la impunidad de quienes violan la ley; con toda razón se exaspera al comprobar que en muchos casos son los propios encargados de garantizar el orden y procurar la justicia quienes la atropellan. Arrastramos una fuerte desconfianza, muy justificada, hacia las instituciones, los programas y los responsables de la seguridad pública. Estamos viviendo las consecuencias de muchos años de medidas insuficientes, negligencia y omisiones en los sistemas de procuración de justicia y de seguridad pública del país, que han dañado seriamente la convivencia social. Con toda franqueza reconozco que el retraso y la magnitud de este problema son graves, mucho muy graves… Es indispensable que avancemos en una profunda transformación de los sistemas de justicia y de seguridad pública. Es una tarea de tal trascendencia para nuestra vida social que ocupará mi atención cada día de gobierno. La sociedad también tiene razón al preocuparse por la inseguridad pública y al irritarse cuando quienes deben vigilar el cumplimiento de la ley son los primeros en violarla. Este es un grave problema que resolveremos con un esfuerzo firme y prolongado. Avanzaremos integralmente a una nueva etapa donde las corporaciones policiacas y los órganos de procuración de justicia se ganen el respeto de la sociedad actuando con decencia y limpieza… Combatimos y seguiremos combatiendo al narcotráfico con todos los recursos a nuestro alcance, sin dar tregua a los productores y traficantes de estupefacientes… La ciudadanía se siente impotente ante la delincuencia y percibe que la autoridad es ineficiente para combatirla. Hasta ahora la magnitud y complejidad del problema han sido más grandes que el efecto de nuestros esfuerzos, si bien no hemos permanecido pasivos. Como ciudadano, como padre de familia y como Presidente de la República, comparto totalmente la indignación y la preocupación de todos los mexicanos ante la gravísima inseguridad pública que estamos viviendo… Ante la gravedad de estos problemas, el gobierno de la República de ningún modo se ha quedado con los brazos cruzados. Muy pronto empezaremos a ganar la batalla a la delincuencia; muy pronto empezaremos a revertir la tendencia de criminalidad e inseguridad que hemos padecido estos años”.
Más parco, el “perfecto” Carlos Salinas de Gortari se comprometía: “atacaremos la impunidad y la inseguridad. Tenemos que corregir las insuficiencias en la impartición de justicia. Los mexicanos han expresado, de muchas maneras, su decisión irrevocable de vivir en una sociedad respetuosa de los derechos, trabajadora, responsable, decidida a ofrecer más oportunidades. Vamos a cumplirlas”.
Las rebanadas del pastel
Veinte años de “combate decidido” en contra de la inseguridad, y el país está peor que nunca.