Usted está aquí: sábado 16 de agosto de 2008 Sociedad y Justicia Necesario, cambiar de modelo para lograr soberanía alimentaria: expertos

■ Alertan sobre la pérdida de puestos en los institutos de investigación

Necesario, cambiar de modelo para lograr soberanía alimentaria: expertos

■ Debe valorarse la riqueza sociocultural asociada a la agricultura, señalan

Matilde Pérez U.

Ampliar la imagen Jovencito empleado en la cosecha de caña de azúcar en Tenosique, Tabasco Jovencito empleado en la cosecha de caña de azúcar en Tenosique, Tabasco Foto: Notimex

México no logrará su soberanía alimentaria mientras no cambie el modelo actual de considerar a la agricultura como una mercancía, menospreciando sus múltiples actividades sociales, económicas y culturales, aunado a los recortes presupuestales y de personal en los institutos de investigación públicos, advirtieron investigadores de la UNAM y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), en el ciclo de mesas redondas México en la crisis alimentaria global, organizado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo Maya, la Fundación Heberto Castillo y el grupo Sin Maíz No Hay País.

Horacio Catalán Alonso, con la representación de Roberto Escalante, director de la Facultad de Economía de la UNAM; Julio Boltvinik, colaborador de La Jornada, y Antonio Turrent, investigador del INIFAP, advirtieron sobre el incremento de las importaciones de alimentos y de la continuidad de un modelo agrícola orientado sustancialmente a respaldar a los productores comerciales.

Horacio Catalán Alonso expuso que los recursos se han concentrado en los productores de mayor rentabilidad en detrimento de quienes destinan sus parcelas a la siembra de granos básicos y oleaginosas. En los últimos tres lustros la producción de frutas y hortalizas creció 6 y 5 por ciento, respectivamente, mientras que la aportación al PIB agrícola de los cereales decreció en 5 por ciento.

Hay un estancamiento en la producción de los granos, por lo que las importaciones agropecuarias se elevaron en 30 por ciento. Además, la superficie agrícola destinada a los granos y oleaginosas se ha reducido en 12 por ciento; de 14 millones de hectáreas ahora se siembran menos de 12 millones, debido, entre otros factores, a que los productores de temporal se están dedicando a actividades sustitutas a las siembras. “Es tiempo de cambiar esta visión”, acotó.

Su participación fue cuestionada por un grupo de estudiantes de la Facultad de Economía, ya que, dijeron en la sesión de preguntas, Escalante “presenta un discurso diferente a sus acciones” como autoridad en la institución, ya que pretende cambiar los planes de estudio para “enterrar el pensamiento crítico y suplantarlo por el pregonado por el neoliberalismo; su intención es clausurar el conocimiento de la vida económica de la sociedad”.

Antes, Julio Boltvinik habló de la destrucción del planeta por la expansión del modelo agrícola de los monocultivos. Alertó que la brecha entre las necesidades económicas y las capacidades productivas puede conducir a la atrofia de las capacidades del país para producir los alimentos que requiere la población.

Antonio Turrent llamó la atención en torno a la disminución del grupo de investigadores del sector público. “En el INIFAP se impuso el rostro del retiro voluntario”, lo que ha derivado en la disminución de sus integrantes, pues de 2 mil 100 que había en 1988 ahora quedan 744 investigadores del sector. Si bien han aparecido nuevos centros de investigación, que aportan conocimiento para la producción, los productores siguen requiriendo del acercamiento de los especialistas de las instituciones.

“Con esta reducción tan apabullante (en el INIFAP) se ha roto la comunicación entre el investigador y el extensionista, quien llevaba la información a los campesinos”, explicó.

Víctor Quintana, diputado del Congreso de Chihuahua, cuya ponencia fue leída por Mario Aguirre Beltrán, apuntó que las importaciones de alimentos agravan la vulnerabilidad y obstaculizan la soberanía alimentaria, representan una enorme sangría de recursos económicos. Dichas importaciones representan 54 por ciento de las divisas obtenidas por la exportación de petróleo en los últimos cinco años, y son equivalentes a 72 por ciento de las remesas.

Las consecuencias del Tratado de Libre Comercio de América del Norte son evidentes: mayor dependencia alimentaria; pérdida del poder adquisitivo de los productores de cereales; incremento de la migración; aumento de la pobreza.

 
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