■ El michoacano llegó en helicóptero a visitar municipios pobres del Totonacapan, Veracruz
Silencia el EMP protesta contra Calderón
■ El grito de una mujer desató la queja
Ampliar la imagen La protesta en Martínez de la Torre, Veracruz, poco antes de ser anulada Foto: Sergio Hernández Vega
Martínez de la Torre, Ver., 15 de agosto. Manifestantes que lanzaron gritos y mostraron pancartas durante un acto del presidente Felipe Calderón fueron silenciados por elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP).
La protesta, que se dio al filo de la una de la tarde, se hizo notoria cuando una mujer comenzó a gritar: “El pueblo se muere de hambre”, en el transcurso de una ceremonia de entrega de apoyo a productores del campo efectuada en la expo-feria de este municipio.
Enseguida, algunas personas que se encontraban entre los asistentes alzaron pancartas, donde se leían frases como “Calderón, presidente del desempleo”, “La seguridad del pueblo, ¿dónde?”, “Calderón sométete a referéndum”.
Una señora se molestó y les reviró: “Que se pongan a trabajar y no anden intrigando”. Mientras, el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez, continuaba con su discurso.
Aunque la decena de inconformes se encontraba a varios metros de distancia del presidium, los elementos del EMP se acercaron a ellos y les quitaron sus pancartas en cuestión de segundos.
Uno de ellos alcanzó a exclamar: “Me quieren sacar, miren”, lo que provocó que alguien más dijera: “Sácalo, sácalo”.
■ Aunque el mandatario entregó pisos de cemento con lema del gobierno federal, las chozas beneficiadas siguen con techos de cartón
Claudia Herrera Beltrán Enviada
Atzalán, Ver., 15 de agosto. La familia Abat Lara agradeció al presidente Felipe Calderón que su hogar ya cuenta con piso de cemento, pero la señora Alicia le confesó que su hija ahora quiere una “vivienda completa”.
La inquietud de la adolescente de nombre Cristina surgió porque el Presidente y el secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, les vinieron a entregar un piso de cemento grabado con el eslogan “Vivir mejor. Sedesol”, pero encima sigue la misma choza de madera que apenas los guarece.
En su recorrido por los municipios de Perote, Atzalán, Martínez de la Torre y Filomeno Mata, Calderón fue a pequeños pueblos, donde la gente vive colgada de los cerros y demanda lo básico, como servicio de agua potable y viviendas menos precarias.
Primero en Atzalán, municipio al que llegó en helicóptero como a los otros puntos, subió unos metros por un camino empedrado y entró en la casa de los Abat Lara.
Todos, papá, mamá y los 12 hijos esperaron afuera de la cabañita para saludar al Presidente y a su comitiva y luego Melitón, el jefe de familia, los invitó a pasar. Ahí, pudieron observar que efectivamente el piso ya no es de tierra, pero el resto sigue igual: el techo del pequeño cuarto es de láminas de cartón tiznadas y las paredes no son más que viejas tablas empalmadas.
Adentro, Alicia relató a su invitado: “A veces decían mis hijas ya quiero una casa con piso, mamá, pero ¿cuándo?”, y luego con la voz quebrada le dio las gracias, “porque por usted ya tenemos esto”.
Entusiasmado con la visita, Melitón animó a su hija mayor, Alma, a que saludara a su invitado. “A ella le dio mucho gusto saber que venía usted”.
Afuera de la casita, que tenía pintada con gis la palabra “Dios es amor”, Rufina, una de las hijas, reconoció que ya no iba a la escuela, con lo que se ganó una recomendación presidencial. “Hay que seguir estudiando. Rufina, tú no me falles”, le dijo el mandatario y la hizo extensiva a las otras chicas que miraban la escena. “A ustedes les encargo; el lunes, a la secundaria.”
Antes de irse a otra casa, la de los Mendoza Herrera, a dar las primeras paladas de otro piso de cemento, Calderón prometió dar ayuda a don Melitón para que abriera un “negocito, a lo mejor arma la tienda o una tortillería”.
De ahí fue a la expo feria del municipio de Martínez de la Torre, donde celebró que México está “capoteando” el mal temporal que ha provocado la crisis económica en el mundo.
“Hasta que Dios lo permita”
Su recorrido concluyó en el corazón del Totonacapan, ubicado a más de una hora de Papantla y donde “están los más pobres del país”. En la plaza central había cientos de hombres, mujeres y niños indígenas, algunos ataviados con sus ropas de fiesta, y otros que mostraban su humilde condición: pies descalzos y ropas raídas.
Ayudado por un traductor en lengua totonaca, les hizo una promesa a los indígenas de esta etnia: “Sepan ustedes que el Presidente de la República está con ustedes, que vamos a trabajar fuertemente para que puedan salir adelante hasta que Dios lo permita”.
En su visita de una hora por estas tierras serranas, donde la gente le tuvo que recordar a gritos al gobernador Fidel Herrera que no hay agua potable, Calderón les pidió que se pusieran de acuerdo y plantearan una petición a las autoridades federales.
Luego instruyó a uno de los funcionarios de la Comisión de Pueblos Indígenas, de nombre Prisciliano –ya que su titular, Luis H. Álvarez, no acudió a la gira por un problema de salud–, que permaneciera ahí para atender la “necesidad más importante” que tienen en el Totonacapan.