■ La tarea del narrador y del arte es la búsqueda sin tregua, expresa a La Jornada
“Nadie sabe la razón profunda por la que escribe”: Tabucchi
■ La vertiente biográfica directa no es literatura, sino un diario personal, advierte el autor de Sostiene Pereira
■ Italia debe recibir sanciones económicas por perseguir a gitanos y migrantes, dice
Ampliar la imagen El novelista italiano Antonio Tabucchi en Madrid, durante la entrevista con La Jornada Foto: Armando Tejeda
Madrid, 13 de agosto. Antonio Tabucchi es un escritor “melancólico”, quien sin ambages se reconoce como un caudal más de ese “río subterráneo” que es la literatura.
Nacido en Vecchiano, Pisa, en 1943, el narrador italiano asume como “búsqueda” la tarea de escribir y pensar, pero también admite que la razón que motiva a una persona para sentarse frente a una hoja en blanco es un enigma, un dilema sin resolver.
Es autor de más de una veintena de libros, incluidos ensayos, obras de teatro y novelas; entre éstas figuran Sostiene Pereira, La dama de Porto Pim y La gastritis de Platón.
En entrevista con La Jornada, Tabucchi condena enérgicamente la política de represión y persecución del gobierno italiano de Silvio Berlusconi contra la población gitana y los migrantes.
–¿Comparte usted la idea borgiana de que la literatura es un río subterráneo que emerge cuando quiere?
–Creo que la literatura es patente o evidente sólo cuando se hace una clasificación en una biblioteca. Pero si tomamos la literatura como una serie de reacciones emotivas e intelectuales hechas con la escritura, entonces hasta se pierde el sentido de la cronología. Borges, cuando hacía sus lecciones americanas, contaba una historia de la literatura con una cronología no diacrónica; decía que Lawrence Stern era posterior a Joyce, por ejemplo.
“Intentamos clasificar el universo, evidentemente. Pero la creación artística es otra cosa. Escapa al análisis y a la clasificación. Me recuerda cuando existía el estructuralismo: hacía una radiografía de un poema o de un poeta, pero después la tomografía computarizada de los versos no llegaba al porqué se hizo ese poema. Al origen de una irrupción de emociones y pensamientos a través de la escritura.”
Todo influye en todo
–En sus novelas, cuentos y poemas siempre hay personajes en búsqueda perpetua. ¿Sigue buscando su propia voz literaria y las respuestas a las preguntas básicas de un escritor? ¿O ya está resuelto?
–Creo que la tarea del escritor y del arte es buscar y continuamente buscar. Porque, cuando un escritor encuentra, ya se puede callar. Eso es algo que pertenece al científico, que dice eureka cuando encuentra lo que buscaba. El artista busca continuamente, al igual que la ciencia, que nunca llegan a un punto final.
–Pero, ¿la búsqueda de su voz literaria es algo que un escritor tiene que resolver?
–Esa voz literaria no sé de dónde viene ni adónde va. Tampoco sé por qué escribo. Creo que nadie sabe la razón profunda por la que escribe. Hace años un periódico francés preguntó esto a muchos escritores y las respuestas fueron muy diferentes. Cada uno daba una respuesta personal, pero cada respuesta no era una respuesta. Por ejemplo, uno respondió que escribía porque no sabía hacer nada más.
–Suponemos que es una pregunta para afrontarse de distinta manera, si se es poeta o novelista.
–Sí, porque hay una necesidad no explicable en todo. Es como si se pregunta a una persona por qué tiene hambre. Te responde: porque no comí. Y por qué no comiste, le preguntas de vuelta, y te dice: porque tengo hambre. Creo que no es importante cuestionarse sobre el motivo de la escritura, porque hay miles de respuestas y cada cual es arbitraria y legítima.
“Yo podría responder a la pregunta de por qué se escribe, porque se tiene miedo a la muerte o de vivir. Pero también es posible que se escriba porque queríamos estar allá y, por el contrario, estamos aquí.”
–En sus 20 libros, incluidos ensayo y teatro, ¿en cuál o cuáles ha desnudado más su biografía?
–Creo que todos son autobiográficos, aunque no lo sean en sentido estricto. La escritura biográfica directa no es literatura, es un diario personal, así que incluso si se hace un personaje muy distante de nosotros inevitablemente entra una partícula de uno mismo. Hay siempre una parte autobiográfica, pero no sabemos hasta qué punto. Es muy difícil detectar una célula personal en un cuerpo ajeno.
“Pero el hecho de vivir un personaje como si existiera de verdad también es una manera de cargarlo con nuestros sentimientos y, por tanto, dar vida a alguien que no existía es como hacer una transfusión de sangre, aunque él continúa con su cuerpo, con su corazón, pero con nuestra sangre.”
–Siempre se habla de la influencia de Pessoa en su obra.
–Todo influye en todo. Todo lo que leemos, traducimos y hacemos influye en la obra de un escritor. A mí, sobre todo, me influye todo, pues las influencias literarias no son propiamente influencias. Es algo parecido a las cosas que se comen durante el almuerzo, que después se transforman biológicamente en el cuerpo y hay un metabolismo natural en lo que leemos, en lo que vemos. Aún más: decía Borges que la literatura no es un río que corre en superficie. Es un río subterráneo y brota cuando quiere. Nosotros tenemos casi 3 mil años en los hombros. La literatura empieza con el poema de Gilgamesh en los asirios de Babilonia, así que tenemos un piso de memoria y de memoria literaria muy grande sobre los hombros.
La huella de Pedro Páramo
–Pero usted sí tiene cierta melancolía portuguesa, ¿no cree?
–Es verdad. Por ventura soy melancólico pero, como todos los melancólicos, tengo también momentos de excesiva alegría. Pero soy sustancialmente italiano por una sola razón: con la excepción de una novela, Réquiem, que escribí en portugués, el resto las he escrito en italiano. Y para un escritor su idioma es su país. Yo vivo en mi lengua, en mi idioma. Realmente, como escritor no vivo ni en París ni en Lisboa ni en Roma. Vivo en el italiano.
–Usted ha dicho que, más que Juan Rulfo, le influyó Pedro Páramo.
–Sí, porque Pedro Páramo es un libro que deja una huella más profunda que otros, porque se insinúan en el subconsciente. Entran en la zona del intelecto en la que el sueño y la razón se mezclan y, por tanto, puede tener una influencia más subrepticia y menos detectable que los otros.
“Además, creo que una buena continuación de la novela de Juan Rulfo son sus fotografías, aunque no sé si digo una barbaridad. Pero creo que es el mismo universo de Pedro Páramo hecho con otra forma de expresión.”
–Preocupa en el mundo todo lo que está haciendo Berlusconi y su gobierno con los gitanos y los inmigrantes. ¿Qué opina usted de todo eso?
–En los años 90 escribí un panfleto que se titula Los gitanos en el Renacimiento, en el que intuía la persecución que se está llevando a cabo ahora. Italia continúa cerrada y no hay una intervención, no digo ya del Consejo de Europa, sino que debe intervenir la Organización de Naciones Unidas (ONU). El Alto Comisionado de los Derechos Humanos tiene que intervenir con una censura enérgica y sin paliativos, pues estamos frente a gente con una mentalidad francamente fascista. Pero la condena no se puede quedar en palabras; creo que debería haber medidas económicas contra Italia para que sea más eficaz.
“Hay que recordar que la Unión Europea adoptó medidas económicas contra Jörg Haider, cuando éste expresó unas palabras racistas en Austria. Así que estoy estupefacto de que no haga lo mismo con lo que pasa en estos momentos en Italia. Si lo hubiera sería una medida más cierta.
“Así que aprovecho esta entrevista para pedir al Alto Comisionado de la ONU que intervenga en Italia contra un hecho grave. Lo hace en Irán porque está construyendo potencia nuclear –me parece bien, al menos hasta que se sepa qué uso se le dará–, pero también debería actuar en Italia ante estos hechos que son más graves para la humanidad. Son conductas y acciones que tienen algo de radiactivo.”