La Jornada Olímpica
“México, México” retumbó en el Cubo de Agua
Pekín, 12 de agosto. Los gritos de “¡México!, ¡México!” comenzaron a escucharse fuerte cuando Paola Espinosa y Tatiana Ortiz se alistaban para su cuarto salto, al tener asegurada la medalla de bronce, pero luchaban por la plata con Australia, porque el oro ya estaba decidido desde el principio en favor del país anfitrión con sus niñas chinas Ruolin Chen y Xin Wang.
La pareja mexicana tuvo un inicio incierto con los saltos obligatorios, al obtener las más bajas calificaciones (46.80 y 48.60) en las dos primeras de las cinco rondas de la competencia, que se disputa en final directa con ocho binomios, y por tanto, iban últimas.
Parecía que el metal se les escapaba contra las representantes de Australia, Corea, Estados Unidos, Alemania, Canadá y Gran Bretaña, que estaban por encima de ellas, porque las chinas Wang y Cheng ya para ese entonces llevaban gran ventaja.
En la tercera ronda, con los clavados libres, el dueto tricolor ejecutó un tres y media vueltas adentro con 3.2 grados de dificultad, y no defraudó tras conseguir calificaciones de 8.5 y 7.5 que las hicieron remontar al tercer sitio (173.16), con diferencia de tres puntos de las australianas, segundas, y 17 de las anfitrionas.
Las discípulas de Ma Jin mostraron categoría y contundencia, y aunque tuvieron pequeños errores en la sincronización, sus rivales fallaban y eso les permitió mantener el tercer puesto, en espera de que las australianas cayeran.
Para el siguiente clavado, tres vueltas y media atrás, se mantuvieron, y en el último salto, dos y media vuelta atrás con giro y medio de 3.4 grados de dificultad, lograron conservar la calma.
Con la voz aguda de Espinosa, que marcaba las salidas, sellaron su actuación con su nota más alta (83.64) para sumar 330.06 y colgarse el bronce, ante la casi perfecta ejecución que brindaron las australianas para mantener el segundo lugar.
La final en saltos sincronizados en plataforma 10 metros siempre la han ganado las chinas, desde que esta modalidad se introdujo en el programa olímpico en Sydney 2000, y difícilmente podrían ser vencidas en su propia casa.
Hoy no fue la excepción al ver a ese par de asiáticas, de 15 y 16 años que entraban como flechas humanas sin salpicar en el Cubo de Agua, ante 17 mil espectadores que se deleitaron y aplaudieron el espectáculo que las atletas locales brindaron.