■ Pese a promesas de Alan García, siguen sin reconstrucción las ciudades de Chincha y Pisco
Dona el presidente Hugo Chávez 100 casas a damnificados del terremoto de 2007 en Perú
■ Lima dice que ha invertido al menos 400 mdd en reparación de caminos, alcantarillado y energía
Ampliar la imagen La familia de Emma Euribe (centro, arriba) posa en el frontis de la nueva casa amueblada entregada por el gobierno de Venezuela Foto: Reuters
Pisco, 12 de agosto. Cuando un terremoto de magnitud 8 destruyó dos ciudades costeras y 37 mil viviendas en Perú, el presidente Alan García prometió una reconstrucción rápida que puliría la nueva imagen de dinamismo del país.
Un año después del sismo, las ciudades de Chincha y Pisco todavía lucen como zonas de guerra bombardeadas, la popularidad de García está cayendo y el único político que ha ganado simpatías es el presidente Hugo Chávez.
El mandatario venezolano, quien ha utilizado la riqueza petrolera de su país para expandir su influencia por la región, entregó a damnificados 100 casas nuevas, cada una de ellas con tres dormitorios y jardín, y nombró al vecindario Simón Bolívar, en honor al héroe y libertador latinoamericano.
“Gracias a Dios y a Hugo Chávez tengo una casa”, dijo Emma Euribe, de 50 años. Ella, junto con sus cuatros hijos, se mudó a su nueva vivienda hace dos meses y quedó maravillada al descubrir que venía totalmente amueblada.
“Mire lo que Hugo Chávez, sin ser nuestro presidente, ha hecho por nosotros. La corrupción acá necesita parar porque somos seres humanos necesitados”, añadió.
Después del terremoto, García tuvo la oportunidad de demostrar a los peruanos que su gobierno sería responsable y efectivo, y extender los beneficios del boom económico a los más pobres.
Pero “la reconstrucción ha sido frustrante. El gobierno peruano perdió la oportunidad de mostrar que podía hacer las cosas bien”, dijo Alfredo Torres, de la encuestadora Ipsos Apoyo.
García ha tenido una relación en ocasiones hostil con Chávez, pero no podía rechazar esa ayuda luego del devastador sismo.
Mientras Chávez contribuye con viviendas amuebladas, las víctimas del terremoto se sienten abandonadas por su propio gobierno. Ellos dicen que los fondos fueron desviados, que no recibieron cheques de asistencia y que las donaciones de ropa fueron robadas de los almacenes y revendidas.
En Pisco, al menos 56 familias aún viven en carpas y la señal más visible de acción del Estado son unas pequeñas cabañas de un dormitorio hechas de madera.
Los residentes acusan al alcalde de hacer trampas para que parezca que Pisco ha progresado antes de que la prensa llegue al lugar el viernes, cuando se cumple un año del sismo. La semana pasada, trabajadores construían paredes para “maquillar” los lotes vacíos.
“Están tapando Pisco para decir que han hecho algo”, dijo César Cordero, cuya panadería se desmoronó el día del sismo y tuvo que reconstruirla con esteras.
El gobierno asegura que ha invertido unos 400 millones de dólares en responder al terremoto, incluyendo labores de emergencia y la rehabilitación de caminos, energía y alcantarillado.
Cerca de la plaza principal de Pisco, donde unas 150 personas murieron cuando una iglesia colapsó, el cuerpo de Raquel Parodi descansa en una pobre tumba ubicada en un terreno vacío, cubierta por una cruz artesanal.
A pocas cuadras, aún están expuestos en el cementerio los esqueletos que quedaron fuera de los féretros de mármol cuando la ciudad tembló.