Bajo la Lupa
■ Rusia impone su “juego gasero” en Asia central y el mundo
Rusia juega magistralmente al ajedrez por el control del gas global, mientras en el “México” neoliberal los despilfarradores de lo ajeno –Fox y la pareja entreguista Calderón-Mouriño, coludidos con la dupla devaluatoria y devaluada Salinas-Zedillo, acoplados a la tripleta nihilista de Beltrones-Labastida-Gamboa– regalaron prácticamente la cuarta parte del gas a las empresas de España, que paradójicamente no poseen hidrocarburos.
Con su triunfo en Osetia del Sur y la ocupación de Gori (Georgia), Rusia ha puesto en jaque al estratégico oleoducto BTC (ver Bajo la Lupa, 10/8/08) que abastece a Europa con los hidrocarburos del mar Caspio.
Nueve días antes de la demencial invasión de Georgia a Osetia del Sur –que llevó a las fulminantes represalias de Rusia–, M K Bhadrakumar (MKB), anterior diplomático indio con profundo conocimiento geopolítico del Cáucaso y Asia Central, había notificado el control por Rusia del gas de Turkmenistán y, quizá, del “mundo” (Asia Times, 30/7/08).
El giro es dramático en el contexto del “gran juego” sobre la geopolítica de la seguridad energética del mar Caspio que nunca había ocurrido: “EU ha sufrido una inmensa derrota en la carrera por el gas del Caspio”.
Gazprom, principal gasera del mundo, concretó dos acuerdos mayúsculos con Turkmenistán: controlará las exportaciones de gas, y financiará y construirá sus instalaciones de transporte. Se trata de una decisión geoestratégica de Rusia en materia gasera, a juicio de MKB. El Kremlin no piensa realizar negocios revendiendo el gas de Turkmenistán, una potencia gasera centroasiática que colinda con la parte oriental del mar Caspio, que obtiene suculentos ingresos. Ahora Gazprom “tendrá que conceder términos similares a Kazajstán y Uzbekistán, las otras dos potencias gaseras en Asia Central. Es mucho más que dinero: “una gran estrategia del Kremlin”.
China Daily, citado por MKB, constata un “giro de la política energética de Rusia” que “podría voltear sus ojos de los países occidentales a la región de Asia-Pacífico”. El rotativo gubernamental chino aduce en tono olímpico la colindancia geográfica y la sinergia sino-rusa “bajo un paraguas seguro (¡súper sic!)” cuando sus “relaciones se encuentran en el mejor momento”.
En fechas recientes, China había firmado un relevante acuerdo con Turkmenistán para obtener 30 mil millones de metros cúbicos de gas cada año durante un periodo de 30 años. Al unísono, China ha dado inicio a la construcción de un gasoducto que conectará a Turkmenistán con la provincia china de Xinjiang.
Como si todo estuviese perfectamente sincronizado, los acuerdos firmados en Ashkabat (la capital turkmena) con Rusia “colocan a Gazprom en el asiento conductor para manejar todas (sic) las exportaciones de gas de Turkmenistán, incluidas las dirigidas a China”, comenta MKB, quien agrega que “Moscú estará atento en asegurar que los intereses de Rusia y China sean armonizados en Asia Central”.
MKB destaca que el gigante Gazprom ha adquirido una “nueva estatura” como “el único comprador del gas turkmeno lo que refuerza las manos de Rusia en poner el precio en el mercado del gas (y del petróleo) del mundo”.
Quizá suene un tanto exagerado que Rusia sola determine el precio en el mercado de los hidrocarburos. En el mundo del gas, un mercado más oligopólico que el del petróleo, sin duda el peso de Rusia es determinante, pero existen otros actores nada despreciables como Irán, Qatar, Argelia y Libia.
De allí la idea de concretar el famoso cartel del gas, similar a la OPEP (idea que propusimos, dicho sea con humildad de rigor, en nuestro libro Los once frentes antes y después del 11 de septiembre: una guerra multidimensional, Ed. Cadmo & Europa, 2003) y que valoró el flamante presidente Medvedev durante la reciente visita del presidente venezolano Hugo Chávez a Moscú.
El rotativo ruso Nezavisimaya Gazeta (citado por MKB) consideró “muy tentadora” la idea de implantar el cartel del gas con el fin de coordinar su producción y su política de precios”, que impondría el “balance global del gas”. El gas todavía no alcanza los vuelos del petróleo, pero no se encuentra nada lejano el día que desplace al petróleo por ser más barato y menos contaminante. EU y la Unión Europea (UE) han manifestado estruendosamente su oposición a un cartel del gas.
En fechas recientes, se han notado fisuras notables en la política gasera de la UE: la compra de gas iraní por Austria en medio de la alharaca de las sanciones que desea imponer el régimen torturador bushiano al régimen de los ayatolas, sin contar el acuerdo que concretó Suiza (que no es miembro de la UE) con Irán.
MKB exulta y exalta el acuerdo de Rusia con Turkmenistán, lo que consolida su “control sobre las exportaciones gaseras de Asia Central” y que ha ido tan lejos hasta desear adquirir la producción gasera de Azerbaiyán (aliado de EU, Gran Bretaña e Israel) “a precios europeos”, es decir, muy elevados. Se trata de sacar a Azerbayán de la órbita israelí-anglosajona.
A juicio de MKB, las “implicaciones totales de los movimientos rusos son muy serias para la campaña de EU y la UE de poner en marcha el proyecto del gasoducto NABUCCO”, que va desde Turquía hasta Austria, pasando por Bulgaria, Rumania y Hungría, y que colecta el gas de Turkmenistán y Azerbaiyán mediante un gasoducto que atraviesa el mar Caspio para luego vincularse al célebre oleoducto BTC (ver Bajo la Lupa, 10/8/08).
Después de la guerra de Rusia y Georgia (aliada a EU, Gran Bretaña e Israel) por el alma del Cáucaso, ¿dónde quedarán el oleoducto BTC y el proyecto NABUCCO? ¿Por cuánto tiempo podrá el régimen torturador bushiano mantener a Irán fuera del mercado gasero mundial?
Con el control del gas turkmeno por Rusia, el proyecto NABUCCO ha quedado en el aire y dependerá del abastecimiento de Irán: idea en la que trabaja la mediación de Turquía, que busca un acuerdo de EU y la UE con el régimen de los ayatolas, hasta hace poco impensable, pero nada improbable. Es evidente que EU y la UE intentarán amarrar las navajas entre Rusia e Irán, primera y segunda potencias gaseras del planeta respectivamente.
MKB concluye que mientras se perfila el cartel del gas, “Rusia se ha colocado en la posición para influir el precio del gas en el mercado global”, cuyas “implicaciones geopolíticas para EU serán profundas”.
Mientras adviene el fin del gas barato, Rusia se ha posicionado como el primer abastecedor de gas a Europa. Si la dupla anglosajona controló el petróleo durante el siglo XX, la primera mitad del siglo XXI podrá ser el periodo del dominio del gas global por Rusia.