■ El referendo superó augurios catastrofistas; la participación popular ascendió a 80%
El pueblo boliviano quiere recuperar sus recursos naturales y mayor autonomía
■ Prefecto de Cochabamba revocado en la consulta asegura que dará “batalla legal”
Ampliar la imagen El gobernador de la provincia de Santa Cruz, Rubén Costas, y su esposa Chonina, festejan tras el referendo revocatorio en el que se ratificó a Evo Morales como presidente de este país andino Foto: Ap
La Paz, 10 de agosto. Los pronósticos catastrofistas quedaron atrás. Durante varias semanas hubo augurios de que Bolivia no podría celebrar el referendo revocatorio del presidente, el vicepresidente y ocho de los nueve gobernantes provinciales (prefectos), pero al final, la jornada electoral registró un saldo blanco y terminó con celebraciones en las plazas públicas.
La tensión creció conforme se acercaba el día de la consulta popular, con conflictos en las calles provocados por movilizaciones de diversos gremios que reclamaban la aprobación de un proyecto de ley de pensiones propuesto por la Central Obrera Boliviana (COB), conflicto que costó la vida a dos mineros en la localidad de Caihuasi, durante el desbloqueo de la carretera por parte de la Policía Nacional.
Los minusválidos, en movilización durante dos semanas exigían un bono de 5 mil bolivianos al año, protagonizaron también bloqueos –sobre todo de instalaciones de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en Santa Cruz– fueron repelidos con gases dos veces, y todavía hoy sostenían una vigilia en el atrio de la iglesia de San Francisco.
Mientras el gobierno del presidente Evo Morales negociaba para desactivar esos dos conflictos, lo que logró la víspera, subió el precio del pollo, de la carne y del pan, al mismo tiempo que aumentaba la propaganda por el “no” a Morales, con el argumento de que el gobierno es incapaz de impulsar la producción de alimentos y de contener la inflación.
Las embajadas de Europa y de países de América se declararon en alerta y los funcionarios diplomáticos cruzaban apuestas sobre si habría o no referendo, no obstante que días antes arribaron al país más de 300 observadores extranjeros.
Pero llegó entonces el gran día. Y pese a las denuncias de fraude que buscaban desalentar la participación popular, la afluencia de votantes superó el 80 por ciento.
Afuera de los recintos escolares, habilitados como recintos electorales, se organizaron verdaderos comedores populares donde se expendían los clásicos platillos de domingo: lechón y pollo al horno, y el ají de fideos del diario. Así, los responsables trataron de aprovechar la peculiar disposición del bando de buen gobierno que prohíbe la circulación de vehículos y obliga al cierre comercios, mercados y restaurantes incluidos.
La población votó y el resultado fue casi un empate entre las fuerzas encontradas, cuya crisis se buscaba solucionar: se ratificó al presidente boliviano Evo Morales y al vicepresidente Álvaro García Linera, pero también a casi todos los prefectos de oposición: los de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando; fue revocado un opositor, el de Cochabamba, pero también uno oficialista, el de Oruro.
Y ante ese panorama, muchos interpretan que lo que el pueblo boliviano quiere es un cambio. Sí a la recuperación de los recursos naturales, pero también a la autonomía. Asimismo quiere que se pongan de acuerdo los políticos, que negocien.
Este sentir fue recogido por el jefe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos, Eduardo Stein, al declarar que la población boliviana “está pidiendo a la clase política que, no importando el resultado (del referendo)… negocie y se ponga de acuerdo en los temas fundamentales del desarrollo del país”, porque los políticos, “según la población boliviana, están para resolverle problemas y no para crearle problemas a la población”.
También las versiones sobre un supuesto fraude fueron descontadas por Stein. “Vimos que el margen de contaminación (del padrón electoral) era lo suficientemente bajo como para que la gente fuera a votar con la confianza de que el resultado indicaría con claridad… una expresión ciudadana contundente”.
A media jornada, el presidente de la Corte Departamental Electoral, José Luis Exeni, informó que casi ciento por ciento de unas 22 mil mesas de votación se instaló sin problemas, con algunos retrasos en algunos lugares y sólo un incidente en Yucumo, Beni, donde fueron robadas las nueve ánforas para la votación, que después fueron repuestas, y la población pudo votar.
Una vez conocidos los resultados a boca de urna, los prefectos opositores ratificados, Mario Cossio, de Tarija; Leopoldo Fernández, de Pando; y Ernesto Suárez, de Beni, igual que su par de Santa Cruz, Rubén Costas, encabezaron festejos en escenarios montados incluso antes de terminados los conteos.
Los resultados –dijo Cossío– “abren la puerta para que de inmediato iniciemos la aplicación del estatuto autonómico” y como primer paso estaría la creación de un parlamento departamental.
Fernández, de su lado, convocó a Morales a superar entre ambos sus diferencias a partir de una “lectura clara” de los resultados del referendo de hoy.
Respecto a los prefectos revocados en la votación de hoy, uno de ellos, José Luis Paredes, de La Paz, reconoció su derrota en las urnas, pero consideró que el referendo “sirvió para consolidar la polarización en Bolivia”.
Manfred Reyes Villa, ex militar, prefecto de Cochabamba, aseguró que dará una batalla legal y ratificó el desconocimiento de la consulta. Reto al presidente Morales a nombrar “a dedo” a un prefecto, lo cual, dijo, sería un retroceso para la democracia. Según Reyes Villa, la gente aumentó el caudal de votos que recibió en 2005 y atribuyó su derrota a “amenazas” del MAS a los votantes.
En la capital cochabambina, sin embargo, hubo festejos. Eran partidarios del presidente Morales, en su mayoría cocaleros, que celebraron con discursos y bailes, la ratificación del presidente indígena y la revocatoria del mandato de Reyes Villa.