■ Preparan curas de exportación en seminario hispano guadalupano
Pide auxilio la Iglesia católica de EU a sus pares de México y CA
■ De 19 mil parroquias existentes, sólo 17% ofrecen misas en español
Como si estuviera ante un rompecabezas que no puede armar, la Iglesia católica estadunidense muestra abierta incapacidad para atender a cientos de nuevas comunidades de migrantes latinos llegados durante la pasada década, producto de la corriente indocumentada.
Agobiada por los escándalos de pederastia y ante un “mercado religioso extraordinariamente competido”, ha solicitado a sus pares de México y Centroamérica el envío de sacerdotes para la atención de la creciente comunidad católica, que lentamente, ante esta falta de atención, opta por iglesias protestantes o engrosa las filas de los no creyentes.
De los 42 mil sacerdotes católicos que hay en Estados Unidos, sólo 2 mil (5 por ciento del total) son latinos, mientras que de las 19 mil parroquias católicas existentes apenas 17 por ciento ofrecen misas en español y sólo 20 por ciento cuentan con una oficina de ministerio hispano.
En 1970 había solamente un obispo y 220 sacerdotes latinos, mientras que ahora cuenta con 33 prelados, aunque el número de sacerdotes de este origen nacidos en su territorio no llega a 500, cifra que refleja un índice de vocaciones extraordinariamente bajo en este sector poblacional, según datos de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos.
La Conferencia de Obispos Católicos de ese país ha lanzado un llamado de auxilio a las Iglesias de México y Centroamérica, principalmente, para el envío de sacerdotes. Así, la Arquidiócesis de México fundó el Seminario Hispano de Santa María de Guadalupe, a fin de formar presbíteros de exportación, varios de ellos enviados desde las diócesis estadunidenses para ser preparados aquí y entender las costumbres y la religiosidad popular de los mexicanos que se ven obligados a emigrar, pues del otro lado de la frontera no son entendidas plenamente ni por los sacerdotes anglosajones que hablan español.
Desde su creación, hace ocho años, han pasado decenas de seminaristas a fin de atender a las comunidades latinas en Estados Unidos, con recursos de la Arquidiócesis de México y aportes económicos de las diócesis estadounidenses.
Algunas otras iglesias centroamericanas envían temporalmente a algunos sacerdotes, pero el esfuerzo es insuficiente y se pierde en medio de la creciente necesidad.
Julián López Amozurrutia, rector del Seminario Conciliar de México, señala que el fenómeno es complejo, pues, a diferencias de otras migraciones que se dieron hacia Estados Unidos, como la italiana o irlandesa, que llegaron a ese país con todo y sacerdotes, con la latina sólo llegaron los trabajadores, que dejaron en su lugar de origen familias, pastores y ministros. Ésta es la realidad a la que la Iglesia católica de uno y otro lado de la frontera se enfrenta.
Explica que el surgimiento del seminario hispano se dio durante los trabajos para la exhortación apostólica Ecclesia in America, con motivo del nuevo milenio, donde el entonces papa, Juan Pablo II, habló de una sola Iglesia católica en el continente, y los obispos planteaban creciente preocupación por no poder atender a la oleada de migrantes indocumentados.
En medio de este panorama, la Iglesia católica enfrenta también un mercado religioso muy competido, donde la mayoría de las iglesias tienen espacios en medios electrónicos, cuentan con un poder económico importante y realizan un proselitismo más intenso, además de que en ese país se encuentran las sedes internacionales de varias confesiones, como la de los Testigos de Jehová y, la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días, conocida como mormones, por citar sólo dos.
El Centro Hispánico Pew, uno de los principales centros de investigación y encuestas en Estados Unidos, reportó que a pesar de que 74 por ciento de la población de origen mexicano sigue profesando la fe católica, 12 por ciento pertenece ya a alguna denominación evangélica.
En su documento La fe cambiante: latinos y la transformación de la religión en Estados Unidos, indica que, de continuar las actuales tendencias de conversión, la Iglesia católica seguirá perdiendo fieles latinos, la mayoría mexicanos. Se estima que para 2030, cuatro de cada 10 hispanos en Estados Unidos profesarán una religión diferente a la católica. En el mismo lapso la proporción de latinos que son católicos se reducirá de 68 por ciento, cifra reportada en 2006, a 61 por ciento dentro de dos décadas, aunque esta corriente prevalecerá sobre las demás. El cambio de religión, según el mismo estudio, se acentúa en la segunda y tercera generaciones de los migrantes católicos, así como el alejamiento de los jóvenes entre los 18 y 29 años de edad.
El desafío lo dibujó bien Benedicto XVI en su reciente viaje a Estados Unidos, donde pidió a los fieles católicos no dejar a su Iglesia, pero llamó a ésta a defender los derechos de los migrantes, elevar su voz sobre las cuestiones morales y sociales actuales, y formar a los fieles laicos para construir una sociedad más justa desde la célula fundamental de la familia.