■ Caravana de Solidaridad constató el acoso militar contra zapatistas
“Pudimos ver lo que se puede construir sin hostigamiento”
■ Impresiona la humildad tan digna que tienen los pueblos, dice un activista
Ampliar la imagen Reunión de la junta de buen gobierno en el caracol Por la humanidad, en Oventic, Chiapas. La imagen corresponde al 10 de agosto de 2003 Foto: José Carlo González
La Realidad, Chis., 9 de agosto. La junta de buen gobierno (JBG) Hacia la esperanza cumplió su quinto aniversario cambiando. A los indígenas les dio tanto gusto, que estuvieron tres días de fiesta. Ya se ve que por acá las fiestas son también reuniones de bases de apoyo del EZLN, y aun las más festivas, actos políticos.
Los zapatistas han ideado un sistema de gobierno que concatena a sus miembros en relevos sostenidos: permanece la mitad de una junta y las comunidades designan la nueva segunda mitad. En la JBG de La Realidad, una mitad va enseñando a la otra, en un dinámico proceso de experiencia y aprendizaje que ocurre mientras todos cumplen como gobierno. En la idea de que cualquier ciudadano puede gobernar, y lo debe hacer “para servir y no para servirse”, sus componentes no reciben salario, pero son sostenidos colectivamente por las comunidades. Aquí, la palabra “empoderamiento” no tiene ningún sentido.
La brigada de la Caravana Nacional e Internacional de Solidaridad con las comunidades zapatistas que llegó a La Realidad sólo visitó dos comunidades del municipio San Pedro de Michoacán: Santa Rosa Copán y 24 de Diciembre. Con eso bastó para que conociera dos situaciones muy distintas dentro del mismo proceso de autonomía.
Un brigadista europeo lo expresa así: “en Santa Rosa pudimos ver todo lo que se puede construir bien, sin interrupciones, sin el hostigamiento que ha padecido y aún padece 24 de Diciembre”.
De hecho, la brigada, integrada por una veintena de personas, pasó el tiempo en comunidades y no llegó a la celebración de la JBG. A los de la caravana “parece que les tocó conocer”, comenta con un poco de ironía, cuando los ve llegar, un indígena de la comisión de vigilancia, en las afueras del caracol Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños.
Otro caravanero destaca que “el nivel de participación y organización es bastante potente. Impresiona la humildad tan digna que tienen los pueblos. Nos permitieron ver lo que es su vida real, y su plática es de verdadera convicción”.
Uno más, que ya ha participado en campamentos civiles y pertenece a la otra campaña, comenta en relación con Santa Rosa Copán: “los observadores van siempre a comunidades con problemas. Ahora tuvimos la oportunidad de ver también un proceso de autonomía en marcha”.
Luego de estas visitas y de conversar durante seis horas con la JBG y sus comisiones, la brigada, según palabras de un miembro más, de procedencia ibérica, “quedó muy impactada por el cuidado que meten a su trabajo; hacen balances constantes, corrigen. Saben que no todo sale bien y se preocupan por cumplir la tarea de hacer las cosas ‘cabal’, como dicen ellos”.
La situación en 24 de Diciembre es diferente. La comunidad tiene a un lado una importante base de operaciones del Ejército federal, que además de ser hostil a los indígenas, acapara el manantial. “Los zapatistas ahora tienen agua porque llueve mucho y la están almacenando como pueden. De todos modos esperan que la próxima ‘seca’ será muy dura”.
Los militares han dicho que permiten a los indígenas “beber” el agua que corre de un estanque. Sí, donde se baña la tropa y, por lo tanto, inutilizable. “Además, no es cierto”, acota un caravanero. “Los campesinos no tienen acceso a esa agua, está más allá de un control de soldados”.
Prácticamente sitiada, 24 de Diciembre no sólo resiste; logró construir una pequeña escuela. Ya todas las familias tienen casa. Trabajan milpas y hortalizas. La comunidad pasó 12 años en el exilio. Expulsada de Nuevo Momón, despojada y perseguida, hasta 2006 pudo establecerse en las tierras del rancho El Momón, recuperadas por el EZLN en 1994. El Ejército federal se apoderó de un predio en 1995. Con ayuda de un plantón de bases de apoyo del EZLN de más de un año, la comunidad exorcizó la amenaza de desalojo que sostenía un grupo de la Unión de Ejidos de la Selva, respaldado por el Ejército que allí sigue.
Un caravanero estadunidense describe las instalaciones militares que observó desde la comunidad, y dice: “para nosotros es importante ver en qué gasta el dinero el gobierno mexicano, pues sabemos que recibe la ayuda de Estados Unidos en materia militar. Nosotros luchamos dentro del imperio contra el imperialismo. En 24 de Diciembre reconocemos esa misma amenaza”.
Añade que “las acciones del zapatismo pueden ser parte de nuestra lucha en Estados Unidos en favor de los pobres como nosotros y de los inmigrantes. En 24 de Diciembre vimos que sí se puede”.
Un caravanero más concluye: “los programas oficiales son parte de una guerra económica”.
Julio César Pérez, ex “preso político” de La Voz del Amate recién liberado y ahora miembro del colectivo Voces Inocentes, vino con la caravana, y manifiesta: “hemos visto con nuestros propios ojos que existe el hostigamiento federal y estatal contra los compañeros”.