De replicantes y nuevos maestros
Toque inconfundible, velocidad pasmosa, fragancia exquisita, la música que trajo al mundo el maestro Art Tatum (1910-1956) se expande en la estancia desde los altavoces y crea una atmósfera al mismo tiempo íntima y de fiesta.
Modelo a seguir, maestro de autodidactas, inigualable e inmortal, la obra de Art Tatum se vuelve noticia porque en los anaqueles de novedades discográficas esplende un tesoro: Piano Starts Here. Live at The Shrine (Zenph/ Sony Classics).
No es la primera antología o remasterización de los prodigios pianísticos del arte de Art, pero destaca enormemente porque se trata de una re-grabación, o re-interpretación, o mejor: una nueva sesión del artista al piano para grabar el disco (re-performance).
Se trata de un proyecto de ingeniería de sonido asombroso. De hecho es la segunda re-grabación en el sistema SACD de los Estudios Zenph, la primera fue la re-creación de las Variaciones Goldberg de Bach en manos de Glenn Gould, para muchos el mejor pianista clásico del mundo, que hizo en 1955.
Además de las cualidades Stereo Sorround de los primeros 13 tracks y del sistema Binaural Stereo de las 13 piezas restantes, que se anuncia también como “la experiencia máxima al escuchar mediante audífonos”, el proceso abarca la consabida eliminación de ruido, gis, imperfecciones varias, pero va más allá: se trata de una re-interpretación, porque los algoritmos de una supercomputadora replican exactamente lo que los dedos de Art Tatum hicieron hace más de medio siglo.
La computadora capta la música y elimina las distorsiones, el ruido y todos los etcéteras. Envía esa señal a un teclado Yamaha Disklavier Pro Mark II Concert Grand, el cual de manera automática ejecuta la música tal y como lo hizo Tatum, como si el maestro estuviese sentado frente a ese teclado haciendo música, eliminando lo que estorba a la música y poniendo a ésta en un trono. El tal sistema binaural replica a su vez la información espacial en dos canales para escuchar a través de audífonos.
Es tan preciso, exacto, hipermilimétrico este trabajo que el equipo de ingenieros descubrió que sus colegas de hace medio siglo hicieron, por error o por furor, que en la grabación original en los discos de 78 revoluciones por minuto, Art Tatum tocara a una velocidad mayor que la verdadera. Es decir, que maniobraron de tal forma sus herramientas tecnológicas, las que causaron asombro en su momento, que la proverbial velocidad pasmosa a la que volaban los dedos de Art Tatum se exageró a la hora de editar los discos.
Así que tenemos ahora en los altavoces al maestro Art Tatum haciendo música y un equipo de expertos pone a sus pies, junto a los pedales del piano, la última tecnología.
Este disco convive en los anaqueles de novedades discográficas con otra obra maestra: RIVER the joni letters, grabado el año pasado por su majestad Herbie Hancock, cuyo toque pianístico es también inconfundible y su maestría ha logrado tal dominio que la belleza que ha logrado capturar del universo en este disco es simplemente inenarrable.
Se trata de uno de los discos de jazz más importantes del inicio del siglo XXI, un auténtico prodigio, una suculenta maravilla musical que logra alturas inconmensurables.
Participan otros grandes maestros, en primer lugar la homenajeada, Joni Mitchell, además de Norah Jones, Tina Turner, Luciana Souza y, poneos de pie, Leonard Cohen.
Por último pero no a lo último, junto a los anteriores esplenden dos versiones del mismo disco, el uno grabado en estudio y el otro en vivo. Se titula Day Trip y existe una tercera versión, en Internet, titulada Tokyo Day Trip. El autor es el maestrísimo de la guitarra jazz Pat Metheny, acompañado por dos jóvenes maestros: Christian McBride en el contrabajo y el baterista mexicano Antonio Sánchez, quienes por cierto escribieron una gesta histórica hace unas semanas en el Bar Zinco de la ciudad de México, cuando Sánchez palomeó con la banda de McBride con resultados sublimes.