Ciencia y tecnología en la visión del PRI
En la iniciativa que fue presentada recientemente por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en materia energética, se aprecian diferencias importantes con respecto a las propuestas de Felipe Calderón Hinojosa para reformar a Pemex. En los planteamientos del Ejecutivo la ciencia y la tecnología simplemente brillan por su ausencia, mientras en la propuesta priísta hay una idea, así sea primitiva e insuficiente, del papel que pueden desempeñar estas actividades en el futuro energético del país. ¿En qué consiste esta visión?
El componente científico-técnico en una reforma energética para nuestro país tiene que considerar necesariamente dos aspectos: por un lado, qué es lo que hay que hacer en el campo de la investigación para fortalecer las actividades presentes y futuras de Pemex, y, por otra parte, qué vamos a hacer cuando el petróleo se agote.
Sobre el primer aspecto, la iniciativa priísta adolece de un defecto, pues ignora la importancia que tiene actualmente en el mundo la investigación científica y tecnológica endógena en la industria petrolera, lo que resulta sumamente riesgoso. Por ejemplo, se propone una Ley de la Comisión Nacional Reguladora del Petróleo, organismo que tendría entre sus funciones seleccionar la tecnología que será utilizada en la exploración y extracción de hidrocarburos “… en función de los resultados productivos y económicos”.
Esto suena muy bien, sólo que tal y como está planteado deja en manos de unos cuantos funcionarios la selección de esas tecnologías, cuando está bien documentado desde el siglo pasado que estos contratos, si no están bien articulados con el desarrollo de las capacidades locales, profundizan la dependencia frente a las corporaciones. Es una especie de regalo que se les hace. Lo anterior resulta compatible, por citar un ejemplo, con la idea de importar tecnología para explorar aguas profundas, sin establecer con claridad las condiciones en las que estos contratos deben realizarse y sin prever el desarrollo simultáneo de capacidades propias en esta materia. Está bien buscar la mayor eficiencia productiva y económica, pero no nos haría daño buscar también mayor soberanía.
Pero no todo es oscuridad. El PRI decidió sumarse a los múltiples señalamientos sobre la necesidad de una reforma integral. Este partido se muestra convencido de que no basta modificar la estructura y funciones de Pemex, sino que, ante la certeza de un futuro en el que el petróleo habrá de agotarse, hay que avanzar hacia una transición energética en la que este recurso pueda ser remplazado paulatinamente por otras fuentes, particularmente las energías renovables. Se requiere entonces –se afirma en el documento al que se ha bautizado como ley Beltrones– multiplicar los recursos destinados a la investigación. Bueno, eso de multiplicar, es sólo un decir.
En el caso de las fuentes alternativas, se plantea una Ley para el Financiamiento de la Transición Energética. En ésta hay pocas novedades, pues se remite básicamente a la reforma ya aprobada en septiembre de 2007 por el Senado (publicada en el Diario Oficial de la Federación el primero de octubre de ese año) a la Ley Federal de Derechos en Materia de Hidrocarburos. Ésta establece que 0.65 por ciento de las utilidades de Pemex, algo así como 6 mil 500 millones de pesos anuales, se canalizarán a actividades de investigación en programas ubicados en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
La propuesta del PRI añade dos aspectos importantes a la ley de derechos: por un lado, la creación de un comité técnico y de asignación de fondos presidido por la Secretaría de Energía e integrado por varias secretarías de Estado y el Conacyt; los institutos Mexicano del Petróleo, de Investigaciones Eléctricas y Politécnico Nacional; la Universidad Nacional Autónoma de México y tres representantes de universidades públicas de los estados, lo cual está muy bien –aunque es raro que se haya omitido el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.
Pero al mismo tiempo añade candados a la asignación de estos fondos a los proyectos científicos nacionales, pues la iniciativa señala: “Los apoyos económicos tendrán, preferentemente, el carácter de créditos o transferencias recuperables...” En otras palabras se busca ir a la segura en un terreno en el que existe siempre un factor de riesgo, pues aun en el caso de desarrollos que muestran sus beneficios en la fase experimental, pueden presentarse dificultades en el escalamiento. Se ponen así condiciones a la investigación local que no aparecen en otras partes del documento para los conocimientos o tecnologías foráneas. Además, la ley de derechos en los que se basa esta iniciativa entrará en operación hasta 2012 y sobre esto el tricolor no dice nada.
En suma, la iniciativa del PRI es diferente a la de Calderón, pues sí aborda el tema de la investigación científica y tecnológica, incorporando la demanda de avanzar hacia una transición energética, aunque olvidando el componente científico-técnico para fortalecer a Pemex. Es una propuesta limitada, que ojalá pueda ser corregida, si no por el PRI, sí por otras iniciativas que puedan surgir.