Usted está aquí: martes 5 de agosto de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Oportunidades

■ Oratoria circunstancial

■ Imposiciones Mérida

Ampliar la imagen CRISIS PERREDISTA. Integrantes de la corriente Izquierda Unida señalaron que es necesaria la renuncia de Ángeles Nazares y Renato Sales a la Comisión Nacional de Garantías, "quienes pretenden legalizar el entreguismo y el colaboracionismo que Nueva Izquierda tiene con los intereses de la derecha". En la imagen, Dolores Padierna al salir de la conferencia de prensa CRISIS PERREDISTA. Integrantes de la corriente Izquierda Unida señalaron que es necesaria la renuncia de Ángeles Nazares y Renato Sales a la Comisión Nacional de Garantías, “quienes pretenden legalizar el entreguismo y el colaboracionismo que Nueva Izquierda tiene con los intereses de la derecha”. En la imagen, Dolores Padierna al salir de la conferencia de prensa Foto: Roberto García Ortiz

El muy lamentable asesinato del hijo de un destacado empresario del rubro deportivo produjo de inmediato condolencias sinceras, oportunismo político y un extendido enjuiciamiento sobre el papel del Estado en materia de seguridad pública. El drama del adolescente secuestrado y luego encontrado muerto, a pesar de que se había pagado parte del rescate pedido, ha tenido especial difusión tanto por el amplio espectro social que conoce las tiendas y centros de ejercicio que han formado parte de la familia Martí, como por el mensaje de extrema vulnerabilidad que desde las alturas económicas llega a quienes, sin contar con protecciones especiales, se saben diariamente expuestos y víctimas de sucesos similares a los que, sin embargo, no se da más que una ya rutinaria publicitación (tal vez en las páginas de nota roja de los diarios) y una sabida desatención institucional (sin minutos de silencio en sesiones del Poder Legislativo ni compromisos públicos de diligencia y eficacias pensadas en razón de la ya tradicional tapadura del pozo trágico).

La terrible historia del joven Fernando Martí ha subrayado lo que todo mundo sabe, es decir, que los engranajes de presunta procuración de justicia (el mundillo de los policías, los agentes del Ministerio Público y los fun- cionarios de las procuradurías) son al mismo tiempo surtidores y ejecutores de planes nefastos mediante los cuales los ciudadanos que concurren a los espacios gubernamentales en busca de defensa y justicia acaban siendo espiados, presionados, chantajeados y, en su caso, secuestrados o asesinados por los mismos que supuestamente deberían estar de su parte. No hay niveles ni partidismos que hagan diferencia: en los ámbitos federal, estatal y municipal; panistas, priístas o perredistas, todo está carcomido por los virus del cinismo, la demagogia, la impunidad y el mimético afán de lucro a partir de la detentación de una función pública, así sea la de mero agente policial.

Como es natural, las elites económicas y políticas han acusado recibo con especial sensibilidad. El jefe del Gobierno capitalino ha clasificado el asunto como de su “más alto interés” y ha anunciado fórmulas de tratamiento especial a los casos de secuestro a partir de la fecha. El coordinador de los diputados priístas, Emilio Gamboa, ha revivido la tesis de la pena de muerte para castigar a quienes participen de esos delitos. Y así seguirá la clase política emitiendo ideas y proponiendo mecanismos endurecidos. Los omisos de ayer se volverán (coyunturalmente) activistas y las tardanzas o complicidades del pasado se transformarán (mientras pasa el vendaval crítico) en épicos motores de cambio oratorio. Los constructores, defensores y beneficiarios de un régimen injusto, que propicia concomitantes hechos aberrantes y extremos, buscan tácticas laterales, insuficientes, pero llamativas, para aparentar que algo hacen para paliar los males producidos.

El fondo del asunto queda intocado, porque expresiones de violencia reprobable co-mo las sucedidas en un caso notable no son sino consecuencia de los males estructurales de un sistema al que, al acallar las causas de esas descomposturas sociales y al impedir su verdadero combate profundo, acaban sirviendo ese periodismo de histeria selectiva y condicionada y ese oportunismo político de las elites normalmente bien protegidas.

Un ejemplo de la manera como se van incubando las tragedias sociales, luego tan lamentadas, se tiene en la militarización implantada por el calderonismo en todo el país (que ha significado el asesinato, sin atenuantes, de jóvenes que no obedecieron órdenes castrenses en retenes inconstitucionales o que simplemente fueron ejecutados por malos entendidos, problemas mentales o prácticas viciosas del personal armado). Pero ahora ha quedado claro, además, que el diseño de las políticas nativas de procuración de justicia y de seguridad pública, en sus ámbitos federales, obedece a instrucciones del gobierno estadunidense que así hace valer el peso de los dólares que ha enviado a sus subordinados mexicanos mediante un plan de intervencionismo llamado Iniciativa Mérida. Según la nota de Doris Gómora, publicada en El Universal, “la restructuración de instituciones de impartición de justicia civiles, como la PGR, es una de las acciones acordadas por México y Estados Unidos en la Iniciativa Mérida, indicaron funcionarios del Departamento de Estado estadunidense”. Es de entenderse que la remoción de los subprocuradores federales Ramírez Mandujano y Santiago Vasconcelos, sucedida en días recientes, fue producto no de una decisión felipense más o menos soberana o cuando menos local, sino fruto de un “acuerdo” entre el gigante norteño suministrador de fondos anhelados y el vecino pedigüeño y vulgarmente corrupto (la corrupción en Estados Unidos suele buscar vestuarios más elegantes). Ya nomás faltaría que el boletín anunciante de las sustituciones de los subprocuradores llegue en inglés.

Astillas

Los dirigentes formales del tripartidismo enchapopotado, en compañía de los coordinadores de las bancadas de cada partido en los tres niveles de gobierno, se reunirán mañana por la noche en busca de un acuerdo que permita destrabar el punto privatizador… Los principales líderes persistentes de la defensa de Alejandro Encinas han sido dos personajes polémicos, Dolores Padierna y Gerardo Fernández Noroña, como si otras figuras, menos impugnadas y de mayor calado, no quisiesen involucrarse en el pleito interno del sol azteca, ni siquiera para apoyar al ex jefe sustituto de Gobierno frente al chuchismo desatado… La “apertura” a lo extranjero también ha llegado a la selección nacional de futbol por la vía de las naturalizaciones, algunas de ellas al vapor, como treta burocrática sin compromiso profundo; habilitación mundialista para jugadores que en su país de origen no serían llamados a su selección. Ahora, el entrenador sueco (con dos antecedentes, Franco y Sinha) ha convocado a un nacido en Brasil, Leandro Augusto, que confiesa que ni siquiera se sabe el himno nacional mexicano y a un nacido en Argentina, Matías Vuoso… ¡Hasta mañana!

 
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