■ Los virtuosos Rolando Morejón y Héctor Infanzón reconocieron al prolífico autor habanero
Celebran el 85 aniversario de Francisco Fellove con un homenaje y buen rumbón
■ El catedrático Froylán López Narváez destacó el aporte del festejado a la música y el baile
Ampliar la imagen Fellove, con su traje en tono marfil, su blanca camisa y su inseparable gorra de golfista, subió a la pista de La Maraka Foto: Yazmín Ortega Cortés
Entre sus allegados –que se cuentan en buen número–, sus seguidores y uno que otro habitué que se apareció espontáneamente, Francisco Fellove celebró a su manera, es decir, con buen rumbón, su aniversario número 85, tomado el tiempo desde que nació en La Habana.
El llamado Santo negro, como a él se refirió otro Negro, aunque éste de apellido Márquez y de origen tabasqueño, hasta se dio ánimos para trepar a la amplia pista del salón La Maraka y recordar sus ayeres como bailarín que fue, al compás de una de sus muchas composiciones –“tengo un chorro de canciones”–, más que suficientes para formar el menú musical que ofrecieron las agrupaciones que amenizaron el ágape y los dos virtuosos, Rolando Morejón, violinista, y Héctor Infanzón en los teclados, quienes decidieron ofrecer sus respetos y reconocimiento al prolífico autor en forma individual.
El del festejo, con traje en tono marfil, alba camisa y su inseparable cachucha de golfista, se dejó conducir por Rocío Montes, su fiel representante, y, en medio del aplauso, de forma trabajosa, movió su gran humanidad al compás de esa pegajosa tonadilla que en uno de sus versos reza: “dime qué es lo que te pasa”, y al gran Fellove, que así era anunciado en sus presentaciones, le pasaron recuerdos que le imbuyeron ánimos para soltar sus –en ocasiones– acalambradas piernas.
Antes, un video del Canal 22 dio breve cuenta de las aportaciones del músico, quien incorporó el chua, chua a sus interpretaciones para darle, de esta forma, una característica que después incluyeron otros grupos que surgieron al ambiente musical de México hace poco más de medio siglo.
No se recurrió al discurso usualmente meloso para resaltar las cualidades del homenajeado; si acaso Froylán López Narváez le dirigió unas palabras y recordó que al principio de aquel movimiento que dictaminó que la rumba es cultura, Fellove fue el primer invitado a su programa semanal en el Canal 11.
Remembranzas
Luego, al ser abordado, el catedrático universitario abundó sobre las aportaciones del músico, nacido en el barrio de Colón, y dijo que fueron, fundamentalmente, el aprovechamiento y la incorporación de los modos expresivos del jazz. Sobre su baile –pues en este campo también destacó Fellove– apuntó que incorporó una expresión corporal que no fue antagónica a los modos cubanos: “su síncopa en la danza ha sido clave en su obra”.
Fellove, a su decir, cuando llegó a la capital, en 1955, se dejaba caer en el Bar Latino, sitio cercano al Monumento de la Revolución, donde se juntaba con Mario Patrón y otros jazzistas, y así empezó su devenir en el ámbito.
Otro de los presentes, y coincidentemente apodado también Negro, pero llamado Salvador Ojeda, se apuntó para decir que él fue testigo del debut del homenajeado, hecho que ocurrió en el bar Los Pericos, en las calles de Sullivan, donde alternó con Batamba y su Tribu; señaló que Fellove puede ser comparado con cualquiera de los grandes músicos cubanos, como Lecuona o Gonzalo Roig. El pianista, sin ambigüedad, fue claro y directo: “en fin, a la altura del más chingón que se conozca”.