■ Patrick Barbier inauguró en Oaxaca el programa de esa iniciativa ciudadana
La música de Vivaldi enmarcó el comienzo de Instrumenta Verano
■ La popularidad del célebre compositor detonó el desarrollo de Venecia, manifestó el experto
■ Desmitificó sucesos acerca del autor de Las cuatro estaciones y reseñó sus vicisitudes
Ampliar la imagen Eunice Padilla en el clavecín y Horacio Franco en la flauta, anteanoche, en el teatro Macedonio Alcalá, de Oaxaca, durante el concierto inaugural del programa Los colores de la ciudad Foto: Cortesía Instrumenta Verano 2008
Oaxaca, Oax., 29 de julio. Para el musicólogo Patrick Barbier, el desarrollo de la antigua Venecia se debió a la popularidad de los conciertos de Antonio Vivaldi, su más notable impulsor en la segunda mitad del siglo XVIII.
En la conferencia magistral impartida por Barbier, en la apertura de la versión cinco del programa Instrumenta Verano 2008, en el Centro Cultural Santo Domingo, el experto utilizó imágenes y música para hacer un recorrido por la historia de esa ciudad italiana, acto que se complementó con el concierto del flautista Horacio Franco en el teatro Macedonio Alcalá.
La vida social, política, religiosa, la arquitectura, el arte, las fiestas y los detalles del carnaval –que duraba más de cinco meses– en Venecia, fueron algunas de las reflexiones vertidas por el especialista, quien condujo a los asistentes a un viaje por los canales, recintos y palacios ducales venecianos.
Patrick Barbier reseñó las vicisitudes, vida y obra de Vivaldi, y desmitificó sucesos acerca del compositor, como las imágenes que circulan alrededor del mundo que no corresponden a su físico o por qué no fue el músico italiano una referencia para los turistas antiguos al hablar y atestiguar aspectos sobre la República veneciana.
Venecia en la época del célebre compositor, explicó el experto, fue una ciudad modelo y única; tenía un calendario diferente, recibía muchos turistas y por su ubicación geográfica la convertía en un deleite ajeno al resto de Europa.
Sin fortificaciones y bajo el gobierno de 78 familias, la ciudad italiana ostentaba al dux, personaje simbólico pero esencial para la estabilidad política y social de ese Estado independiente.
“El dux no tiene el poder, es la representación del Estado y es el único personaje que lleva joyas y colores, además de que no puede marcharse de Venecia sin el permiso del Senado; la elección de este noble también es de una complejidad sorprendente.
“En Venecia la música estaba por todas partes e incluso se dice que los venecianos hablan cantando”, explicó el experto.
“Nada ha cambiado a Venecia, ese es su encanto. Además, fue una ciudad con 140 mil habitantes y preparada para recibir a 20 o 30 mil personas tan sólo para el carnaval, que duraba más de cinco meses y para el cual estaban abiertos alrededor de 6 mil restaurantes, pensiones, cafés y todo para ocupar a la gente que llegaba allí en tiempos de Vivaldi.”
Patrick Barbier, quien es autor de Opera au temps de Rossini et de Balzac y de Farinelli le castrat des Lumiéres, recreó, en perfecto español, las recepciones en las embajadas, las barcarolas que navegaban en los canales y las 38 fiestas que se organizaban en Venecia durante todo el año, y en “todas participaba el dux, los embajadores y los senadores”.
Barbier explicó que la música religiosa tomó fuerza en los claustros a partir de memorias y epistolarios de la época, y resucitó la vida sonora en Venecia.
Desde los ospedali, orfanatos que dieron gran dimensión musical a una población marginada, hasta los palacios privados y la ópera, Venecia supo hacer de sus espectáculos, actividades colectivas en favor del auge cultural.