Usted está aquí: miércoles 30 de julio de 2008 Capital Colapsa drenaje en Barrio Norte; las aguas negras afectaron 11 casas

■ La acumulación de líquido pluvial provocó el incidente, reporta la Álvaro Obregón

Colapsa drenaje en Barrio Norte; las aguas negras afectaron 11 casas

■ Habitantes de las precarias construcciones fueron trasladados a un albergue delegacional

Rocío González Alvarado

Ampliar la imagen Habitantes de la calle Benito Juárez, en la colonia Barrio Norte, de la delegación Álvaro Obregón, son ayudados a desalojar sus viviendas luego de que se rompió una tuberia del drenaje y las aguas negras afectaron sus pocas pertenencias Habitantes de la calle Benito Juárez, en la colonia Barrio Norte, de la delegación Álvaro Obregón, son ayudados a desalojar sus viviendas luego de que se rompió una tuberia del drenaje y las aguas negras afectaron sus pocas pertenencias Foto: Roberto García Ortiz

Once familias que habitaban viviendas precarias hechas de tabique, pero sin castillos ni cimientos, en la colonia Barrio Norte, de la delegación Alvaro Obregón, amanecieron en medio de aguas negras, al colapsarse el drenaje ante la acumulación de agua de las lluvias de los últimos días, por lo que fueron evacuados y trasladados al campamento provisional instalado en la explanada de la estación Observatorio del Metro.

A la medianoche del lunes pasado, el agua sucia comenzó a salir desde un respiradero del tubo de drenaje, sobre el cual se asentaba la vivienda de Brenda y su familia, que observaron como poco a poco el nivel del líquido aumentaba, hasta llegar, a decir del jefe delegacional, Leonel Luna Estrada, hasta los 50 centímetros, por lo que se requirió el uso de bombas para su desalojo.

“Todos los años hemos tenido problemas con las lluvias, pero anoche el agua subió más”, señaló Brenda, quien relató que se vieron obligados a llevar parte de sus pertenencias con su abuelita, que vivía en otro cuarto en la parte alta del asentamiento, porque estaba “todo inundado”. Aún así, “lo que estaba sobre el piso se mojó”.

César Hernández, barrendero voluntario, es decir, sin sueldo fijo, se vio obligado a faltar al trabajo “porque nos avisaron de que iban a reubicarnos. Se nos echó a perder el refri, la estufa y la lavadora, y mucha ropa, que no pudimos mover, y la verdad, mi mamá se enfermó un día muy feo, le dio disentería muy fuerte, llegué de trabajar y la encontré tirada en el piso. Para qué nos quedamos ”, apuntó.

Gente de trabajo

Aunque la emergencia fue superada, ante el riesgo de un eventual brote de infecciones en ojos y piel o de enfermedades gastrointestinales, los 66 inquilinos de este asentamiento, que en su mayoría laboran como obreros, carpinteros, plomeros, herreros, albañiles y como empleados domésticos, fueron reubicados temporalmente al campamento de Observatorio, con la promesa de que se les gestionará una vivienda definitiva.

Los cuartos, con una superficie de cuatro por cuatro metros –conectados entre sí por estrechos pasillos pestilentes–, que albergaban hasta 10 integrantes de una sola familia, comenzaron a ser demolidos desde ayer por la tarde.

Luna Estrada explicó que este predio asentado en el cauce del río que conecta a la presa Becerra estaba considerado como uno de los de mayor riesgo ante las lluvias, porque cada vez más se acumula más agua, pero además, la cercanía con el drenaje lo hacía altamente insalubre.

“Aquí encontramos muchos niños, inclusive hay uno con insuficiencia respiratoria, que usa oxígeno de manera constante, jóvenes embarazadas, adultos mayores, es decir, una población muy vulnerable, que no podíamos permitir que siguieran así”, apuntó.

En la zona contigua al predio permanecen viviendas en riesgo, que también serán evacuadas. Una de ellas es la que habita desde hace 38 años la señora Candelaria Castro, que a unos pasos del afluente, cuando llueve fuerte, el agua llega hasta la puerta de su casa.

“Es pura agua negra, nunca ha entrado a la casa, pero para salir hay que esperar hasta que baja el nivel, igual que lo hace la familia de enfrente, aunque allá están peor, porque su única salida es el puente, que se inunda todo”, comentó.

La cercanía con el drenaje atrae la fauna nociva. “Aquí las ratas entran y salen como en su casa. Nomás alzamos los pies y solitas se espantan”, agregó, mientras muestra su casa, con paredes y techos de láminas, recubiertos con plástico.

 
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