■ La Bronca disputará el cetro nacional paja con Mercedes García
La familia de Ana Arrazola, vital en su ascenso dentro del boxeo
■ Confiesa que en el cuadrilátero desahoga el pesar por dejar a sus hijos
Ni las rivales más difíciles ni los sacrificios previos a un combate se comparan con el pesar de dejar a sus hijos cuando se tiene una función, expresa la boxeadora Ana Arrazola, por eso cuando está sobre el cuadrilátero sus remordimientos los traduce en potentes golpes a las contrincantes. La fórmula le ha resultado, pues ahora es campeona estatal y retadora del título paja nacional, en posesión de la veracruzana Mercedes García, cuyo pleito avaló el lunes la comisión de boxeo capitalino.
Sin embargo, el proyecto de La Bronca Arrazola no va en solitario, pues cuenta con el apoyo de una familia donde el boxeo es el centro en el que gravita la vida diaria: su esposo, Juan Carlos Contreras, es promotor y entrenador; su hijo, de 13 años, Juan Carlos Bronquito Contreras, es medalla de plata en la Olimpiada Nacional, y Ana Selene, de siete años, ya ha iniciado su entrenamiento.
“Tratamos de que el boxeo se quede en el gimnasio, y llegando a la casa a otra cosa, porque allá mi esposo me regaña y me llama la atención, pero saliendo ya somos una pareja como cualquier otra”, aclara la peleadora de 26 años, poseedora de una hoja de 10 victorias –ocho por la vía rápida–, dos empates y una derrota.
“Aunque todos estamos metidos en el boxeo, no ha sido fácil, porque de todos modos tengo que compaginar mis horarios como deportista y las labores de la casa.
“Es muy pesado, porque me voy a correr y les dejo preparado el desayuno a mis hijos, y en la tarde voy a entrenar al gimnasio de 16 a 20 horas, y ahora es más porque estoy haciendo esparring”, añade.
Tras su embarazo en 2001, Arrazola relata que se inició en el pugilismo para controlar el peso; sin embargo, 15 días más tarde ya estaba haciendo sus pininos sobre el enlonado, “porque me gustó, pero también porque vi el interés de mi hijo, El Bronquito, y eso me motivó a seguir. Y aquí estoy para llegar hasta lo más alto”.
Ya con la posibilidad de disputar un cinturón nacional, La Bronca, oriunda de Tlaneplantla, cuenta que ha trabajado intensamente para llegar en las mejores condiciones, para lo cual ha estado bajo la rigurosa observación de su esposo y entrenador, además de que se ha apoyado en su vástago para tirar golpes y consolidar la guardia.
Por su parte, Contreras admite que a pesar de que el boxeo les permite fortalecer los lazos familiares, porque comparten tiempo y actividades, no oculta que también es motivo de preocupación.
“La tensión está en guiarlos, porque cuando se suben al ring me tengo que olvidar de que son mi esposa y mi hijo, para mí son pe-leadores que tengo que guiar, y si me ganan los nervios voy a empezar a gritar babosadas y así no los puedo ayudar”, explicó.
En tanto, El Bronquito exhibe con orgullo el ejemplo que le da su madre, monarca en el estado de México, pero aclara que durante los entrenamientos debe olvidar su vínculo para ayudarla en su preparación, consciente de que la suya no es una familia de tantas.