■ Julio Cobos, vicepresidente del país y líder parlamentario, tendrá que definir la situación
Se anticipa empate en el Senado argentino para votar el impuesto a la exportación de granos
■ Plantones de ruralistas en el barrio de Palermo y de oficialistas afuera de la sede del Congreso
Ampliar la imagen Ruralistas se manifestaron ayer en el barrio de Palermo durante el debate en el Senado sobre el nuevo impuesto a la exportación de granos Foto: Reuters
Ampliar la imagen En otra marcha, simpatizantes del gobierno rodearon el Congreso mientras se desarrollaba la sesión Foto: Ap
Buenos Aires, jueves 17 de julio. La tensión cortaba el aire esta madrugada aquí cuando el Senado de Argentina debatía el proyecto oficial de aumentos a los impuestos para las exportaciones de soya, que llegó la semana pasada a este recinto con modificaciones y tras la aprobación de la Cámara de Diputados, pero al cierre de esta edición la situación marcaba un empate técnico y se agravaba el conflicto.
El ex presidente Carlos Menem, envejecido y enfermo, tomó la palabra muy pasada la medianoche para votar en contra, defender su gobierno que desmanteló vastos sectores del campo y acusar de “populista” a la administración de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner,
Si se concreta el empate en la votación –que al cierre de esta edición no se había realizado–, la última palabra la tendrá el presidente del Senado y vicepresidente de la nación, Julio Cobos, un hombre que se apartó de la opositora Unión Cívica Radical para integrar la fórmula del Frente para la Victoria con Cristina Fernández de Kirchner. Pero Cobos mantuvo posiciones oscilantes en el contexto del conflicto con los productores agrarios, que rechazan el proyecto gubernamental y si vota en contra puede desatar una crisis gubernamental.
Afuera del Congreso, en un clima entre festivo y candente, organizaciones sociales simpatizantes del gobierno mantenían una vigilia en varias carpas levantadas en la Plaza de los dos Congresos, con bombos y cohetería. Ahí llegaron dirigentes de otros partidos y funcionarios gubernamentales.
A lo lejos, en algún momento se escuchó el rumor de las cacerolas en los barrios más ricos de la ciudad, especialmente después que el senador por Catamarca, Ramón Saadi, uno de los que se mencionaban como “indecisos”, decidió votar en favor de la ley enviada por el Ejecutivo.
Algunos grupos llegaron a la plaza de los dos Congresos y las manifestaciones enfrentadas convivían, entre cánticos y banderas, en un clima muy tenso. Se temían enfrentamientos después de que anoche un grupo de ruralistas escrachó (señaló públicamente) a diputados progubernamentales que cenaban en restaurantes cercanos al Congreso, atacándolos con duros términos y manifiesta violencia. Otros hechos muestran el peligroso momento que vive el país.
Desde la media mañana comenzaron las exposiciones de los senadores, en un tranquilo recinto donde no hubo presencia de militantes de uno y otro sector para evitar que se violentara la situación.
El proyecto para incrementar las retenciones móviles a las exportaciones de soya fue anunciado el 11 de marzo pasado, y rechazado por los dirigentes de cuatro entidades rurales de grandes medianos y pequeños productores que decidieron un paro patronal por tiempo indefinido, con bloqueos de carreteras y desabastecimiento, situación que se mantuvo durante tres meses.
El pasado 16 de junio la presidenta decidió enviar el proyecto al Congreso, como lo habían pedido las entidades rurales, pero aunque poco después se levantarían los bloqueos carreteros, en la última semana grupos de productores volvieron a apostarse en las carreteras en rechazo al voto de los diputados que dieron media sanción al proyecto gubernamental.
El conflicto ha consumido buena parte de la primera etapa del gobierno de Fernández de Kirchner y derivó desde una lucha por la anulación del incremento a las retenciones, a una disputa por el poder, como lo han marcado todos los opositores que apoyan a las entidades rurales.
La fuerte presión de los ruralistas, las amenazas y escraches contra los gobernadores, funcionarios y legisladores que defendían el proyecto oficial, fue parte de una “lógica lamentablemente extorsiva” de los productores, apoyados por los medios de comunicación, en un esquema de “golpe blando”, en un intento por forzar la destitución presidencial sin usar a las fuerzas armadas.
Esta noche los ruralistas que siguieron los debates desde pantallas gigantes ubicadas en el barrio de Palermo, donde se manifestaron anoche, volvieron a la carga con un cacerolazo de los barrios altos y las amenazas de marchar a Plaza de Mayo, lo que aumentó visiblemente la tensión.