Balance de la Jornada

Carlos Hernández
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■ Asume Eriksson el timón tricolor

■ Hugo repartió culpas

A cinco semanas de que inicie la eliminatoria mundialista rumbo a Sudáfrica 2010, el sueco Sven-Goran Eriksson se hizo cargo realmente de la selección nacional. Y empezó por el principio: ante el desconocimiento del medio, se rodeó de dos asesores expertos en el balompié local, sigue observando las pretemporadas de los equipos mexicanos, dialogó con el líder del Tri, Rafael Márquez, y empezó a hacerlo con los entrenadores.

Eriksson presentó a Francisco Ramírez (auxiliar en la etapa de Ricardo La Volpe) y Alberto Aguilar (entrenador de porteros), mientras sigue vacante el puesto de preparador físico, pero también será alguien que conoce a fondo nuestro futbol. Se perfila Ariel González, no sólo por sus vastos conocimientos, sino porque domina el idioma sueco, lo que podría ser de gran ayuda para Sven-Goran.

El europeo, en términos generales, ha generado optimismo. La mayoría coincide en señalar que tendrá poco tiempo para armar a la escuadra nacional, pero todos también destacan su experiencia de 30 años en los banquillos de equipos exigentes. El timonel admitió que clasificar al Mundial es una obligación –de más estaba decirlo, con los jugadores con que cuenta, la zona en la que está el Tricolor y el salario que le pagan–, y que espera hacerlo con buen accionar.

Fue con Efraín Flores, estratega de las Chivas, con el que formalmente empezó los diálogos tácticos. Flores reveló que la plática trató, entre otros temas, sobre “la actitud” del futbolista mexicano y de cuáles elementos tienen capacidad para ir a la selección.

Será hasta que dé a conocer su primera convocatoria cuando se sabrá si escuchó todos los consejos que seguramente le sobrarán o si buscará instaurar un estilo europeo en un equipo de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol, una de las zonas con menor nivel en el mundo.

Luego de casi 100 días de silencio, desde que fue despedido como seleccionador, Hugo Sánchez dio su versión de los hechos. Rechazó la palabra fracaso –“los triunfadores sólo tenemos tropiezos”, dijo, fiel a su estilo–; argumentó que le faltó respaldo y tiempo, y repartió culpas, al decir que “otros no hicieron lo que les correspondía y deben compartir esa responsabilidad”.

El Pentapichichi aclaró que no le dijeron que sería despedido si no conseguía el pase a Juegos Olímpicos, y calificó a Eriksson de “un técnico capaz, con sabiduría”, pero sin conocimiento de los mexicanos.

Javier Aguirre, otro ex seleccionador, dio un voto de confianza al timonel escandinavo, pero advirtió que estará trabajando a contrarreloj y con la desventaja de conjuntar a los 15 futbolistas que militan en las ligas europeas.

Aguirre trajo a su Atlético de Madrid a realizar su preparación y, por supuesto, a recolectar una buena cantidad de dólares en México. Con el cabello completamente cano luego de 10 años como timonel, El Vasco tuvo una frase para reírse de sí mismo: “Me veo acabadísimo... el futbol me ha hecho mierda”.

Y mientras los equipos realizan sus duelos de pretemporada, sobre todo en Estados Unidos para aprovechar la nostalgia de los compatriotas, Pumas podría pelear por el fichaje de Martín Bravo en los tribunales de la Federación Internacional de Futbol Asociación. El argentino terminó contrato con el Colón de Santa Fe, pero los clubes de su país se manejan con una legislación propia, en la que recontratan a los jugadores al darles 20 por ciento de aumento.

Como bien dijo Francisco Palencia, es algo similar al “pacto de caballeros” de los directivos mexicanos, quienes congelan a un jugador cuando no sale en buenos términos con su club. En una muestra de las diferencias económicas que existen actualmente entre el balompié de Argentina y el de México, Bravo reveló que por cuatro años el Colón sólo le dio “330 dólares”, mientras los Pumas le pagarán “muchísima plata”, aseguró. Lo malo es que en el aspecto deportivo las distancias no se han acortado.