Usted está aquí: lunes 14 de julio de 2008 Opinión Desde el otro Lado

Desde el otro Lado

Arturo Balderas Rodríguez
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■ A contracorriente

El término es excelente para ejemplificar situaciones paradójicas en las que individuos o instituciones se comportan en forma contraria a lo que la lógica pareciera indicar. En estos tiempos de campaña, cuando el candidato del partido en el gobierno busca ganar la mayor cantidad de electores, es difícil entender la insidia de las autoridades migratorias contra la población proveniente de otros países, sea o no documentada. Esa actitud pesará en el voto de los familiares y amigos de quienes han sido blanco de redadas indiscriminadas, las cuales parecen estar animadas por la intención de dar espectaculares golpes publicitarios e infundir temor y zozobra entre quienes son indispensables a la maltrecha economía de la nación.

En este contexto apareció en la página de Internet MSN un artículo de la periodista Shirley Skeel, quien se pregunta: “¿Qué tal si deportamos a todos los ilegales?” Vale reproducir algunas ideas. “Los indocumentados integran 5 por ciento de la fuerza de trabajo en Estados Unidos”, y si los deportan “ciudades como Los Ángeles o Houston parecerán pueblos fantasmas. Las grandes perdedoras serán las familias de la clase trabajadora en las que ambos padres trabajan y viven en ciudades de alta concentración de migrantes. Tendrán que pagar más por alimentación, vivienda y cuidado de los hijos, dada la escasez de trabajadores que se hagan cargo de los menores, de la cocina y el cuidado de la casa. El resultado es que uno de ellos deberá dejar el trabajo”.

Cita un estudio de Perryman Group, en el cual se calcula que el efecto de la desaparición de los trabajadores indocumentados pudiera significar la pérdida de 652 mil millones de dólares, aproximadamente 4.6 por ciento del producto interno del país. En Texas, por ejemplo, hay cerca de un millón de indocumentados, la mayoría laborando, pero sólo hay 450 mil residentes desempleados. En pocas palabras, concluye, no habría suficientes trabajadores para suplir a quienes fueran deportados; algo similar sucedería en otros estados. Mientras tanto, se construye un muro de 3 mil 200 kilómetros de extensión a un costo de 625 mil dólares por kilómetro.

Con los elementos descritos y la actitud beligerante de las autoridades migratorias, se ve difícil que el candidato republicano cuente con el voto de los millones de quienes están relacionados con los trabajadores migrantes.

 
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