■ Entre fotografías y anécdotas, el presidente mexicano pone fin a su gira por Asia
Calderón supera a Fox, Bush y Castro... ascendiendo a la Gran Muralla China
■ La canciller Espinosa y el secretario de Economía, entre los que acompañaron al mandatario
Beijing, 12 de julio. El presidente Felipe Calderón bajó los últimos escalones de la Gran Muralla China con una sonrisa. Ni Fidel Castro ni George W. Bush habían alcanzado la cima.
Fue el comentario que le hizo un acompañante de China, entre anécdotas sobre otros jefes de Estado que cayeron rendidos ante las impresionantes panorámicas que ofrece esta fortaleza, pero también ante la intrincada orografía.
En su caminata por las empinadas secciones de la muralla, el Presidente mexicano supo que el comandante Castro ascendió 500 metros (2 de diciembre de 1995), pero no llegó hasta la punta, que sí alcanzaron él, su esposa Margarita Zavala y la mayoría de los integrantes de su comitiva.
Su antecesor, Vicente Fox, tampoco llegó más allá. A Calderón le platicaron que cuando el guanajuatense estuvo aquí, preguntó hasta dónde había llegado Castro. Y esa fue la meta que se impuso y cumplió.
Último punto de la gira presidencial por China, la Gran Muralla fue cerrada cerca de una hora, como ocurre en ese tipo de visitas, para que la delegación mexicana pudiera recorrer el tramo de Badaling, que abarca apenas unos metros de sus 6 mil 700 kilómetros de extensión.
En la medida en que subían los funcionarios mexicanos podían ver, además de las serpenteantes montañas, a cientos de turistas que se protegían con coloridas sombrillas y aguardaban su turno para transitar por la gran obra del emperador Qin Shi Huangdi.
En el ascenso, Calderón, con pantalón esport y camisa de manga larga, y su esposa, con un fresco vestido blanco, hicieron algunas paradas rápidas para tomarse fotografías e intercambiar impresiones sobre las vistas. Sin embargo, la mayor parte del tiempo continuaron su paso a buen ritmo, mientras escuchaban las explicaciones del embajador de China en México, Jorge Guajardo, y de un guía del gobierno anfitrión.
Le siguieron el paso el secretario de Economía, Eduardo Sojo; la canciller Patricia Espinosa y otros funcionarios de Relaciones Exteriores. En tanto, elementos del Estado Mayor Presidencial, al mando del general Jesús Castillo, vigilaban con atención cada movimiento del jefe del Ejecutivo y su familia. Y a unos metros de distancia se mantuvo a la prensa.
Después de superar una pronunciada pendiente, algunos integrantes de la comitiva prefirieron guarecerse del sol, que caía a plomo, en una de las torres de la muralla. Allí, el senador priísta Carlos Jiménez Macías comentaba sobre sus numerosas visitas e imaginaba la época en que los guerreros chinos cabalgaban por esas montañas.
María, la hija mayor del Presidente, quien iba con tenis y una blusa con bordados indígenas, se quedó un poco rezagada observando los contrafuertes que asoman sobre profundas laderas. Cuando los demás estaban por alcanzar la cumbre, Margarita Zavala se acercó a la pequeña y la animó a seguir más rápido para que pudieran hacerlo juntos.
Después de 40 minutos alcanzaron su objetivo entre expresiones de alegría. Ya de regreso el jefe del Ejecutivo encontró en las escalinatas a algunos colaboradores y periodistas, y sin dar muestras de fatiga comentó: “Así no se vale. Tienen que llegar hasta arriba”.
Aunque difícil, la bajada fue más rápida. Algunos se tomaban de los barandales y otros caminaban. Inclusive, unos más corrían en zig zag en su afán por desafiar la gravedad.
Ya cuando Calderón Hinojosa estaba a punto de abandonar la muralla, se tomó fotografías con los integrantes de la delegación.
Antes, uno de los expertos en estas visitas le hizo ver que ningún presidente había llegado a la torre más alta de esa sección. Ni Bush, en 2002, ni Castro, en 1995. Tampoco Fox. “Ningún presidente.” Así, Calderón puso punto final a su estancia en China.