Usted está aquí: martes 8 de julio de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Juego de espías

■ Manuel, Manlio...

■ Sigue la moda retro

Ampliar la imagen Andrés Manuel López Obrador y Teresa Juárez, viuda de Heberto Castillo, ayer, a su arribo a las instalaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, donde se realizó una mesa redonda sobre el petróleo mexicano Andrés Manuel López Obrador y Teresa Juárez, viuda de Heberto Castillo, ayer, a su arribo a las instalaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, donde se realizó una mesa redonda sobre el petróleo mexicano Foto: Marco Peláez

Ahora ha salido Manuel Espino con que los “capos del calderonismo” practican espionaje político con recursos públicos y manipulan a los medios de comunicación. El presidente actual de la democracia cristiana continental asegura que el panismo ha aprendido con gran rapidez las mañas políticas del PRI y ha sorprendido a propios y extraños, al revelar que ha escrito un libro denominado ni más ni menos que Señal de alerta, advertencia de regresión política en México (¿una forma de regresión sería que el jefe mínimo, Plutarco Elías Fox, decidiera reinsertarse abiertamente en la política mexicana?). Además, el ex presidente nacional del PAN asegura que el actual ocupante de Los Pinos ha dado demasiado poder al senador priísta Manlio Fabio Beltrones y que todas esas concesiones ponen en riesgo la supremacía electoral de la organización hoy dirigida formalmente por Germán Martínez que, por cierto, trata de eludir la confrontación con su retador antecesor.

Beltrones, mientras tanto, mete a fondo de inversión a mediano plazo las evidencias de que ha sido espiado y maltratado por instancias que al sonorense –una autoridad en la materia– le parecen gubernamentales (y, si no fuera así, es decir, que la vigilancia a su persona no proviniera de órganos oficiales, peor aún, ha puntualizado el virtual presidente nacional del PRI y también virtual vicepresidente de la nación). Manlio Fabio no está dispuesto a romper lanzas contra el calderonismo por esos reportes sucios y, esencialmente, reiterativos de acusaciones no comprobadas ni siquiera por esas oficinas de “inteligencia” política, pero sí a encarecer, por ésos y otros detalles inflacionarios, el costo del voto legislativo priísta en favor de la convenientemente maquillada reforma petrolera feli-pilla.

Otra exhibición del poderoso retorno de los brujos se ha dado en Nayarit, donde el gobernador Ney González ha hecho ganar al partido de los tres colores con una amplitud modernamente aplastante: no hubo carro completo, como en los tiempos pasados, pero el PRI se ha quedado con todo lo que en verdad le importa, como la mayoría dominante en el Congreso local y las presidencias de los municipios más relevantes, incluido, desde luego, el de la capital. Las glorias de Ney confirman lo sabido: hoy las elecciones están en manos de los gobernadores, que mueven recursos públicos y “apoyos” no fiscalizables para sacar adelante a sus candidatos.

El programado Ugalde de 2012, Leonardo Valdés Zurita, anuncia con gran formalidad que, en principio, aceptará lo que no puede rechazar: el planteamiento cautelar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que no se destruyan las boletas electorales de 2006 hasta que se resuelvan de fondo las impugnaciones de quienes consideran que desaparecer esos documentos comiciales significaría una violación al derecho a la información de quienes deseen analizar directamente esas constancias públicas del manejo que de la voluntad popular se hizo en las pasadas elecciones que, para fines de clasificación, pueden ser denominadas “0.56 por ciento”.

La cremería judicial La Suprema chambeó ayer minutos extras para dar salida a asuntillos electorales pendientes. Por lo pronto resolvió impedir que se multe a ciudadanos, empresas y partidos que contraten propaganda política o electoral en radio y televisión, pero mantuvo las sanciones para las empresas que difundan esos espots. También espació sexenalmente las posibilidades de que se constituyan nuevos partidos (¿qué hará López Obrador en su segunda vuelta: atenerse a los chantajes del infiltrado PRD, pasar su capital electoral personal al PT y Convergencia, que le han mantenido un apoyo infinitamente mejor que el del sol azteca (con la esperanza de que el peje acabe dejando el cascarón negro y amarillo al chuchismo), o seguir buscando combinaciones de conveniencia para la elite de los tres partidos?).

A propósito, de ultratumba o del túnel del tiempo vuelven a asomar los fantasmas de algo llamado elecciones internas del PRD. Comisiones y comisionados hablan sobre votos y votantes, y resultados y objeciones, como si políticamente el tema aún correspondiera al mundo de los vivos (bueno, en estricto sentido sí pertenece a ese mundillo de los vividores). ¿A alguien importa, a estas alturas, lo que en términos de formalidad jurídica suceda con ese partido golpeado en su esencia por los fraudes electorales internos?

El paso del tiempo también ha limado el filo de las medidas que el ebrardismo afina para darlas a conocer como supuestas respuestas ingeniosas a la crisis de la News Divine. Lo que importa, en los momentos definitorios, es la rapidez y la precisión de las respuestas políticas, pues muestran la consistencia y los principios reales de quienes enfrentan esos retos extremos. Pero el marcelismo ha tardado lo que políticamente es una eternidad en trazar reacciones que sólo buscan paliar enojos y mejorar imágenes públicas. Tardeadas juveniles protegidas, es decir, muertos los chavos denle su manita de gato al pozo. Y la expropiación del minúsculo sitio de la tragedia para convertirlo en una demagógica “unidad de atención a los jóvenes” del rumbo. Y la insistencia del procurador capitalino ahumado en convertir a su adversario Zayas en chivo expiatorio único.

Astillas

Arturo Hernández M. comparte las conclusiones a las que ha llegado luego de leer aquí comentarios a lo dicho recientemente por Leonel Cota: “AMLO cometió errores durante su campaña pero, aun así, él ganó la Presidencia; el Estado mexicano no estaba dispuesto a reconocer su triunfo pues lo detestan; el fraude existió y fue determinante en el resultado oficial; el grupo de intelectuales que firmó una carta después de la elección para asegurar que no se había cometido fraude hoy guarda silencio, salvo Ricardo Raphael, que reconoce su error en su libro Los socios de Elba Esther; y el gran mérito de AMLO es que aun con todo el poder en su contra, ganó la elección y no ha claudicado en su lucha”… Y, mientras es celebrado que San Miguel de Allende y la Reserva de la Mariposa Monarca hayan sido declarados patrimonio de la humanidad, ¡hasta mañana!

 
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