¿La Fiesta en Paz?
■ Karla de los Ángeles, otra vez
■ En Tlaxcala le fue indultado un bravo y noble novillo de Vicencio
Las noticias-telegramas que sobre la fiesta en los estados suelen publicarse dicen muy poco y reflejan mal lo sucedido, por lo que la escueta mención de fecha, lugar, alternantes, ganado, vueltas, orejas o percances no da una idea ni siquiera aproximada de lo que en ocasiones merece mucho más que una crónica convencional.
El domingo pasado, en la bella plaza de la ciudad de Tlaxcala, la novillera poblana Karla de los Ángeles no sólo repitió color, sino que superó sus triunfos anteriores al realizar una memorable faena con un bravo y noble novillo de Vicencio que a la postre fue indultado; fue el primero al que se le perdona la vida desde que Julio García Mena adquirió la ganadería.
Se llamó Tlaxcalteca, paliabierto de cuerna sin incomodar, castaño de pinta y fino de hechuras, con 350 kilos, en una lucida tarde en que Rogelio Sánchez cortó dos orejas y Melina Parra, otra. Cartel atractivo y fresco –dos mujeres y un hombre– concebido por la joven empresaria Denisse Juárez, convencida de la urgencia de hacer repuntar la fiesta de los toros a base de imaginación.
“No es nada”, fue la desconcertante respuesta de Karla cuando le pregunté sobre su más reciente logro, “en comparación con donde quiero llegar”, aclaró, y abundó: “Claro que ese indulto es muy importante y una manera de poder corresponder al público, a la confianza de mi familia y al apoyo que he recibido de varias personas, incluido el ganadero de Vicencio, don Julio García, pero estoy muy consciente de que una golondrina no hace verano, por eso desde que empecé de novillera siempre he triunfado en mis actuaciones”.
“Desde el capote –rememora Karla– el novillo se abrió muy bien en verónicas, remató en los burladeros con la cabeza abajo, signo de su bravura, tomó dos varas, le hice un quite con lances a pies juntos y empecé la faena con muletazos por alto. Pude recrearme en el toreo en redondo por ambos lados. Por lo menos cuatro tandas por el derecho y tres por el izquierdo, pues, repito, el novillo fue muy bravo, noble y alegre. Al rematar una de las tandas empecé a oír los gritos de ¡indulto! y no di crédito, fue una satisfacción inmensa, un sueño hecho realidad.”
Guapa, alta y con sólo 18 años, para Karla de los Ángeles la vida, sin embargo, es una guerra, más que con los toros que enfrenta, con los criterios de muchos humanos a los que tiene que lidiar, pero sobre todo, una guerra consigo misma. A las 7 de la mañana corre, a las 8 se va a la plaza a entrenar, a las 11:30 desayuna un jugo y una fruta, a las 12 juega frontón, come, y en la tarde va a un gimnasio con espejos a seguir entrenando, más las tientas en ganaderías de la región. De novio y amores, nada, como no sean el toro y los triunfos. Con tamaño presente, vaya provenir que se está construyendo.